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Cartas desde Iwo Jima
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Cartas desde Iwo Jima

Letters from Iwo Jima
  • Valoración moral: Adecuada
  • Año: 2007
  • Dirección: Clint Eastwood
 Director: Clint Eastwood. Intérpretes: Ken Watanabe, Kazunari Ninomiya, Tsuyoshi Ihara. 141 min. 

La otra cara de la moneda 

    Clint Eastwood cierra de modo maestro su díptico sobre la Guerra del Pacífico, ofreciendo el punto de vista japonés de la pérdida de Iwo Jima. Como Banderas de nuestros padres, también Cartas desde Iwo Jima arranca en nuestros días, con las excavaciones arqueológicas que se efectúan en los túneles que horadaban los montes de la isla, donde organizaron su resistencia las tropas niponas. 

    De ahí, punteada la trama por la voz en off de las líneas escritas por los soldados a sus familias, pasamos a las vísperas de la invasión de la isla por los americanos, cuando llega al lugar el general Tadamichi Kuribayashi a preparar la defensa. Imbuido de su conocimiento del enemigo, por la época en que participó en la Olimpiada de Los Ángeles, rehúsa la convencional excavación de trincheras en la línea de playa, y en cambio organiza la resistencia en un lugar menos obvio, las profundidades de los montes de la isla, mediante la preparación de túneles adecuados donde ocultarse. 

    Hasta ahora se contaban con los dedos de una mano las películas estadounidenses que humanizaban el bando japonés durante la Segunda Guerra Mundial. Arenas sangrientas no era precisamente una de ellas, y la más conocida es seguramente Tora, Tora, Tora, recreación del ataque a Pearl Harbor, que daba el punto de vista nipón. 

    Eastwood y Paul Haggis aciertan al mostrar la otra cara de la moneda, con actores japoneses, rodando en japonés, y acudiendo a una guionista de ese país, que previamente había escrito un libreto sobre una historia que transcurre en vísperas de la guerra, por lo que estaba documentada sobre el tema. 

    A partir de las cartas auténticas del general Kuribayashi, se ha construido una notable galería de personajes, que cubre muy distintas personalidades y modos de ver las cosas, desde los tipos más belicosos, que no entienden el enfoque estratégico del oficial al mando, al joven Saigo, arrancado de junto a su esposa encinta para combatir, pasando por el medallista olímpico en hípica barón Nishi, o el supuestamente desprovisto de emociones Shimizu.

El film es muy hermoso, describe muy bien los sentimientos de cada soldado, el amor a su país y lo que les mueve a seguir adelante. Están además perfectamente insertados los momentos de contacto con el enemigo, con lo mejor (el soldado prisionero de Oklahoma, que hace ver a quien quiere verlo que los contendientes de uno y otro bando no son tan diferentes) y lo peor (los desertores y el modo en que son tratados), y la imagen minúscula de la bandera coronando el monte Suribachi es todo un símbolo de lo pequeño o grande que puede ser un hecho según como se mire. 

    Eastwood además, gracias también al sólido guión que maneja, logra que entendamos perfectamente la estrategia militar, el sentido de las distintas acciones bélicas, mostradas con toda la espectacularidad que éstas demandan. No faltan la dureza y violencia de una historia de este tipo, pero de algún modo el fatalismo clásico eastwoodiano parece tamizado por el sentido que los soldados imprimen a sus acciones, donde juega un papel no pequeño el amor por los seres queridos. (decine21 / Almudí AG-ER)