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Dirección: Ramin Bahrani. País:USA. Año: 2012. Duración: 105 min. Género: Drama, thriller. Interpretación: Dennis Quaid (Henry Whipple), Zac Efron (Dean), Kim Dickens (Irene), Heather Graham(Meredith), Clancy Brown (Jim), Chelcie Ross (Byron), Maika Monroe (Cadence). Guion:Hallie Elizabeth Newton y Ramin Bahrani. Producción: Teddy Schwarzman, Pamela Koffler, Kevin Turen, Justin Nappi, Christine Vachon y Ramin Bahrani. Música: Dickon Hinchliffe. Fotografía: Michael Simmonds. Montaje: Affonso Gonçalves. Diseño de producción: Chad Keith. Vestuario: Tere Duncan y Sandy Lazar. Distribuidora: Flins & Pinículas. Estreno en USA: 24 Abril 2013. Estreno en España: 7 Febrero 2014.
Reseña:
Jenry Whipple (Dennis Quaid) es un poderoso granjero de Iowa que vive del negocio de las semillas transgénicas. Adicto al trabajo, extremadamente competitivo y obsesionado por aumentar el patrimonio familiar, desatiende a su sufrida esposa Irene (Kim Dickens), al tiempo que mantiene relaciones adúlteras con Meredith (Heather Graham), una solitaria mujer de su mismo condado. El hijo mayor del matrimonio, tras una breve carrera como jugador de fútbol americano, se dedica a viajar por el mundo en busca de aventuras. Y el pequeño, Dean (Zac Efron), que ayuda a Henry en sus campos y está llamado a ser su sucesor, no quiere ser granjero sino piloto de coches de carreras. La frágil convivencia familiar se pondrá a prueba cuando la empresa abastecedora de semillas investiga a Henry por un supuesto fraude.
Ambientada en un ámbito muy similar al de “Nebraska”, de Alexander Payne, esta película del estadounidense de origen iraní Ramin Bahrani (“Strangers”, “Un café en cualquier esquina”, “Chop Shop”, “Goodbye Solo”) disecciona sin embargo un modelo de familia muy diferente al de aquella, dominado esta vez por los intereses económicos más rastreros. En este sentido, su lúcido mensaje de fondo recuerda mucho al de “Match Point”, de Woody Allen, o al de “Pozos de ambición”, de PaulThomas Anderson, sobre todo en su gráfica constatación de las trágicas consecuencias que tiene traicionar a la propia conciencia, aunque te creas y te crean un triunfador. Incluso su incómodo retrato de la hipocresía religiosa tiene un aire similar al del filme de Anderson, aunque aquí la religiosidad sincera sale mejor parada.
El guion de Ramin Bahrani y Hallie Elizabeth Newton abusa un poco de los arquetipos y lugares comunes, pero dota a los personajes de la suficiente autenticidad como para que se luzcan los actores, sobre todo Dennis Quaid. Por su parte, la naturalista puesta en escena de Bahrani resulta algo cansina y arrítmica, y endurece artificiosamente su tono en un par de secuencias sexuales demasiado explícitas. Pero, en general, desarrolla la trama con cierta progresión dramática, apoyándose hábilmente en la calurosa fotografía de Michael Simmonds y en la banda sonora de Dickon Hinchliffe, cuyo desencanto se refuerza con unas cuantas canciones country y rock muy apropiadas. Seguramente esta película no pasará a la historia, pero se deja ver y obliga al espectador a reflexionar sobre los graves daños directos y colaterales de la moral del triunfo a cualquier precio.(Cope J. J. M.)