La Gaceta
En plena crisis, la lacra del paro mantiene a muchas familias con el agua al cuello
De entre tanta desesperanza, emerge un fenómeno espiritual que está revolucionando internet, y que está sirviendo de vehículo para que muchos parados encuentren por fin su ansiado trabajo, al que se amarran como salvavidas. Se llama ‘la novena del trabajo’.
La inventó, casi por casualidad, un veterano sacerdote catalán que vive en Brasil. Hoy, traducida a decenas de idiomas, aglutina a sus espaldas miles de casos de éxito en todo el mundo, todo ello por la intercesión de san Josemaría.
A primera hora de la mañana, el test. Cristina descubre que está embarazada. Llama a su marido. Jorge llega a casa y se funden en un abrazo. El pequeño Pablo juega en el salón, ajeno a tanta alegría. Extraña alegría. Por el rostro de Cristina resbala también una lágrima. Una lágrima de angustia. Jorge la recoge. Seca su rostro y le pide paciencia. En su vientre, su segundo niño, flota en ese limbo feliz de la inocencia, ese mar de la serenidad, unido en cuerpo y alma a su madre. Y en la cocina, el abrazo, la sonrisa de felicidad, y el llanto de preocupación. El temor al futuro.
Jorge, al igual que su mujer, ronda la treintena. Es profesor de Enseñanza Secundaria en un colegio privado de Valladolid. Muchas horas de trabajo y poco sueldo. Cristina terminó su licenciatura en Psicología hace seis años. Lleva tres años en el paro, con las manos gastadas de doblar currículums y cerrar sobres. Toda esperanza es vana viendo el telediario. Su mundo se desmorona hoy, al tiempo que explota de alegría. Es el miedo más raro, el más racional.
Segundo vástago
Nueve días después Cristina está de nuevo en la misma cocina, alimentando al pequeño Pablo, que devora el puré de verduras y carne como si el mundo fuera a terminarse esa misma tarde. Es jueves. De pronto, suena el teléfono de Cristina. Al otro lado, la sorpresa: mañana tiene una entrevista de trabajo. De inmediato, llama a Jorge y comparte su emoción. Emoción contenida, eso sí, porque hasta ahora todas las entrevistas han terminado igual. “Gracias, le llamaremos… si eso”.
Es lunes. Son las nueve de la mañana. Han pasado tres días desde la entrevista y Cristina coordina las redes sociales de una conocida empresa vallisoletana. Contrato firmado. No es el trabajo de su vida, obviamente, pero al menos la pesadilla ha terminado. Jorge y Cristina respiran. Pablo sonríe, aunque no entiende. Y Luis, el pequeño que viaja dentro de Cristina, sigue a lo suyo, en su magma de felicidad, ahora mayor, por las buenas vibraciones que le transmite su madre.
Todo ocurrió el mismo día que conocieron su embarazo. Esa noche Jorge tomó una cerveza con Antonio, uno de sus mejores amigos. Al calor de un pub irlandés, le confió la delicada situación que se les presenta con el nuevo embarazo, para llegar a fin de mes. Antonio había oído hablar de la novena del trabajo, y se la recomendó con desdén, sin darle mayor importancia. Jorge se interesó por la oración y, esa misma madrugada, Antonio se la envió por correo electrónico.
La novena del trabajo es un documento en formato PDF, no muy elaborado, con una gran imagen de san Josemaría y una guía para rezar cada día una oración a este santo, pidiendo para encontrar un nuevo trabajo, meditando además algunos de sus textos sobre cómo ofrecer el trabajo a Dios. Jorge se lo contó a Cristina nada más llegar a casa. Y sin demasiada fe, comenzaron la novena. El resto de la historia ya se ha contado.
En Madrid, Ana y Carlos atraviesan una situación parecida. Ana es funcionaria de la Comunidad de Madrid. Carlos es un diseñador gráfico freelance que se ha quedado casi sin clientes. El comienzo de la crisis originó un repunte de encargos y nuevos clientes, gracias a sus asequibles tarifas económicas, pero meses después todo se torció, poco antes del nacimiento de Anita, su primera hija. Ana y Carlos hicieron cuentas y los números no cuadraban para mantener el piso, la guardería y el coche. Tampoco veían el margen para un posible segundo vástago. Las cifras se convirtieron en una obsesión. Su juventud, la inexperiencia y esa interminable mala racha les impedían ver el bosque del futuro detrás del árbol del presente.
Éxito inmediato
Una noche, Carlos cayó accidentalmente en una web que hablaba de la novena del trabajo. Sin darle mayor importancia, comenzó a rezarla. «Era como probar suerte», explica, «nada podía irme ya peor, y además, estudié en un colegio del Opus Dei y siempre he tenido cierta devoción a san Josemaría. Comencé la novena esa misma noche. Al tercer día recibí tres pedidos importantes de dos antiguos clientes. Al cuarto, otro más. Y a la semana siguiente, terminada ya la novena, aparecieron tres nuevas empresas interesadas en contactar mis servicios; las tres me habían encontrado por casualidad. Un amigo de un amigo. Un viejo anuncio en internet. En cada una de las cosas que han ido ocurriendo desde entonces en mi trabajo, veo con nitidez la mano de Dios, y la intercesión de san Josemaría. Estoy impresionado. Desde entonces no he parado de trabajar, pero, eso sí, con gran alegría».
El autor de la novena del trabajo es un sacerdote del Opus Dei, don Francisco Faus. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Barcelona y doctor en Derecho Canónico por la Universidad de Santo Tomás de Aquino en Roma. Se ordenó sacerdote en 1955 y vive en São Paulo, en Brasil, desde 1961. En 2009 se le ocurrió la idea de preparar tres novenas a san Josemaría: novena del trabajo, novena de los enfermos y novena de la familia. Lo hizo movido por «el cariño al fundador del Opus Dei», tal y como explica en la web oficial de san Josemaría. «Pensé que podrían acercar a muchas personas, explica, al conocimiento de las enseñanzas de san Josemaría y también a la ayuda de su intercesión».
El éxito de la novena del trabajo fue inmediato. Comenzó a recibir testimonios “increíbles” de gente de São Paulo que había encontrado la solución a sus penurias laborales gracias a ella. Recibió solicitudes para traducirla al inglés, al francés y al castellano, entre otros idiomas, haciendo que la novena se extendiera por internet, devolviéndole historias conmovedoras procedentes de ciudades de todo el mundo, miles de finales felices gracias a su iniciativa, y a la intercesión de san Josemaría.
En medio del mundo
La intercesión prioritaria de san Josemaría en los casos desesperados de quienes buscan trabajo no parece algo casual. El santo aragonés fundó el Opus Dei como medio para la salvación de muchos hombres y mujeres a través de la santificación de su trabajo ordinario. La clave de sus enseñanzas es, precisamente, alcanzar la santidad en medio del mundo, ofreciendo a Dios el trabajo o la ocupación cotidiana, sea la que sea. De ahí, tal vez, su particular intercesión ante aquellos que buscan un puesto de trabajo del que poder vivir en plena crisis económica y, también, como apunta en repetidas ocasiones la novena del trabajo, con el que poder dar “mayor gloria a Dios”.
Itxu Díaz
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