La vigésimo sexta edición de este congreso, impulsado por la Asociación Católica de Propagandistas y la Fundación Universitaria San Pablo CEU ha reunido en Madrid a más de un millar de personas con una llamada a tomar la iniciativa y la responsabilidad en la recuperación del sentido cristiano
María José Atienza en omnesmag.com
Ayaan Hirsi Alí, escritora y activista somalí fue la encargada de abrir los tres días de reflexión que han conformado el Congreso Católicos y vida pública de esta edición en la que ha cumplido 26 años de vida. Una edición que ha inaugurado una codirección de la mano de Maria San Gil y Jose Masip y que este año se ha celebrado bajo el título: ‘Quo vadis? Pensar y actuar en tiempos de incertidumbre’.
El Congreso comenzó el viernes 15 de noviembre con la sesión de apertura en la que participaron el presidente de la Asociación Católica de Propagandistas, Alfonso Bullón de Mendoza, el Nuncio de su Santidad en España, Bernardito Auza junto a los codirectores del congreso.
En su ponencia, Hirsi Alí abogó por la recuperación de un cristianismo comprometido que sea capaz de hacer frente a peligros como las “pseudoreligiones que se presentan como iguales o superiores al propio cristianismo”. Esta somalí recordó también las “restricciones a la libertad de expresión, de religión y el resurgimiento de un racismo válido y legítimo contra los blancos y contra los judíos en Europa y en América en nombre de la justicia social interseccional”.
Hirsi Ali destacó además que la recuperación y el impulso de modelos sociales que protejan y animen a la creación de familias, el aumento de la natalidad solo podrá lograrse “recuperando un sentido de unidad basado en valores comunes y no en las diferencias, podremos construir sociedades más fuertes y cohesionadas en estos tiempos de incertidumbre”.
Laicos, motor de evangelización
Diferentes realidades laicales como Comunión y Liberación, Emaus, Hakuna, el Camino Neocatecumenal o Acción Católica General centraron la mesa redonda de la primera tarde titulada “… Y en todo caridad”. En ella abordaron los problemas y oportunidades de evangelización en estos tiempos de incertidumbre, como señala el programa del congreso. La moderación corrió a cargo de Carmen Fernández de la Cigoña, secretaria general de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP), quien apreciaría al final que “todos coincidimos”.
Ante la pregunta de la moderadora de sintetizar su aportación para “ir juntos” en las tareas evangelizadoras, Miguel Marcos (Hakuna), señaló la necesidad de la oración, la apertura a la riqueza de cada uno, y la unión a la persona de Cristo, y Francisco Ramírez, “laico de parroquia” (Acción Católica), pidió que esa oración “lleve a salir al mundo, y luego volver a la comunidad”.
Enrique Arroyo, recién nombrado responsable de Comunión y Liberación en España, señaló que son “momentos apasionantes en los que tenemos el reto de dar la vida”, y la “fragilidad afectiva” existente requiere que los jóvenes de hoy vean que existe un “significado de la vida”, mediante el encuentro con Jesucristo. El sacerdote Segundo Tejado (Camino Neocatecumenal), abogó también por mostrar que “hay un camino a seguir, que es Cristo, y que los falsos profetas no llevan a la gente a la felicidad”. Antes, Ludi Medina (Emaús), había dicho que “Emaús es un retiro, de encuentro con Jesús, camino, esperanza”.
Mons. Munilla: El mundo sufre en su huida del sufrimiento
La mañana del sábado comenzó con la ponencia del obispo de Orihuela Alicante, Mons. Jose Ignacio Munilla. El prelado glosó el lema de este congreso destacando el significado histórico de ese Quo Vadis, que es “una llamada de atención ante la tentación de huir de la Cruz”.
Monseñor Munilla subrayó cómo “el problema está que huimos de la Cruz y la solución, como Pedro, es retornar a ella. A veces pensamos que lo podemos solucionar con la denuncia y la alternancia política, no. Supone un cambio de cosmovisión que lleve a osar de ser enemigos de la Cruz al pueblo de la Cruz. Es una conversión. De esta crisis solo saldremos con una renovación de santidad, un movimiento de conversos”.
El obispo español realizó un decálogo de lo que él llama “enemigos de la Cruz actuales” entre los que se encuentran el consumismo, la secularización interna de la Iglesia o la vivencia sin compromiso en las relaciones afectivas actuales
Ante estos enemigos, sutiles muchas veces, Munilla apuntó que la “solución es amar la Cruz. Recibir el espíritu de Dios y comprobar cómo eso empapa toda las partes de nuestra vida”. “Este mundo sufre muchísimo por no querer sufrir”, afirmó el prelado, que recordó que “la clave no es sufrir o no sufrir, sino hacerlo con sentido o sin sentido. La única respuesta de la Iglesia a la decadencia del imperio romano fue entregarse al martirio. La respuesta ante la decadencia de occidente es predicar el evangelio de la Cruz, y eso acarrea compartirlo, vivir la Cruz y las persecuciones”.
La segunda parte de la mañana del sábado contó con la mesa redonda en la que la periodista Ana Iris Simon y el filósofo Jorge Freire conversaron sobre la presencia y acción de los católicos en la vida social, política y cultural de España. Una mesa caracterizada por su dinamismo en la que Simon hizo una defensa de la acción que ya está presente en la Iglesia. La periodista y escritora, conversa al catolicismo hace pocos años, señaló, con gracia que quizás en vez del antiguo consejo que nos daban antes de “vive antes de comprometerte, ahora a nuestros hijos les animaremos a comprometerse para vivir grandes cosas”.
Por su parte, Freire, animó a recuperar un nuevo espíritu misionero, en contra de un espíritu mercenario que parece ser la tónica general en el panorama político.
Los jóvenes, portadores del primer anuncio
Tras el descanso del mediodía el salón de actos volvió a quedarse sin sitios libres, aunque el público asistente bajó 25 años la media de edad: un éxito organizativo que ha conseguido que el congreso llegue también a un público joven.
La tarde comenzó con una mesa redonda sobre “Evangelizar en las redes. Misioneros digitales”. Macarena Torres, responsable de comunicación de Fundación Hakuna, fue la encargada de moderar a los tres invitados: Carla Restoy (@carlarestoy), directora de la Fundación Bosco Films, Carlos Taracena (@carlos_taracena) de Misión Jatari, e Irene Alonso (@soyunamadrenormal), que entre otras muchas cosas es madre de 12 hijos y comparte sus andanzas familiares en las redes sociales.
Irene comenzó destacando cómo sus mensajes «tocaban a algunas personas» y les animaba a cambiar. Carlos, por su parte, explicaba cómo esa capacidad de influencia es consecuencia de saberse enamorado, de saberse amado por Dios.
Carla explicó que el actual contexto social tan secularizado tiene un aspecto positivo para la evangelización, pues los jóvenes no han recibido el primer anuncio del Evangelio, pero sí han probado muchas propuestas de sentido que les han dejado vacíos. Por eso, cuando se encuentran con un cristiano auténtico aquello llama mucho la atención y atrae. La autenticidad se convirtió en el eje central de gran parte de la mesa redonda: con independencia de los seguidores que uno tenga en las redes sociales, en el mundo virtual y en el real, lo decisivo es la coherencia entre lo que se es y lo que se muestra.
La tarde concluyó con una serie de testimonios: Álvaro Trigo, Carlota Valenzuela y Lupe Batallán compartieron, con más de un millar de jóvenes reunidos en la sede de CEU sus diversas experiencias vitales que les han llevado a ser testigos de la fe en diferentes ambientes.
Hadjadj apela a la esperanza
El Congreso Católicos y Vida pública de 2024 cerró sus ponencias con la del escritor y filósofo francés Fabrice Hadjadj.
Bajo el título: ‘El reto de vivir en este tiempo’, Hadjadj impartió una conferencia en la que afirmó que “Europa desespera de lo humano y que tiende hoy a constitucionalizar el aborto y la eutanasia; a revisar la historia colonial que mete en el mismo saco al conquistador y al misionero; reivindicaciones posmodernas que muchos se imaginan ligadas a la afirmación de la libertad individual y, en realidad emanan, de la muerte del deseo, corresponden a la agitación de la desesperación”. Un panorama en el que sólo la misericordia divina, apuntó el filósofo, tiene la llave de nuestra salvación.
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