Durante la catequesis de este miércoles, el Papa ha reflexionado sobre la necesidad de ir a misa los domingos
Queridos hermanos y hermanas:
En la catequesis de hoy, reflexionamos sobre la necesidad de ir a misa los domingos. Muchos se preguntan cuál es el motivo de celebrar la Eucaristía los domingos. Se podría responder que desde el inicio los discípulos han celebrado este día porque en él resucitó el Señor y recibimos el don del Espíritu Santo. Como ellos, también nosotros vamos a Misa el domingo para encontrar al Señor resucitado, o mejor dicho para dejarnos encontrar por Él, escuchar su Palabra y alimentarnos del pan de la vida, en comunión con toda la Iglesia.
La celebración de la Eucaristía dominical da sentido a toda la semana y nos recuerda también, con el descanso de nuestras ocupaciones, que no somos esclavos sino hijos de un Padre que nos invita constantemente a poner la esperanza en Él.
Por desgracia, para muchos la Misa del domingo ha perdido sentido, piensan que basta ser buenos y amarse. Esto es necesario, pero no es posible sin la ayuda del Señor, sin obtener de Él la fuerza para conseguirlo. En la Eucaristía recibimos del Señor lo que más necesitamos, Él mismo se nos da como alimento y nos anima a seguir caminando. La Misa es también prefiguración del banquete eterno al que somos llamados; el domingo sin ocaso donde no habrá llanto, ni luto, sino el gozo y la alegría de estar siempre juntos con Jesús.
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Reanudando el camino de la catequesis sobre la misa, hoy nos preguntamos: ¿Por qué ir a misa los domingos?
La celebración dominical de la Eucaristía tiene un papel principalísimo en la vida de la Iglesia (véase Catecismo de la Iglesia Católica, n. ° 2177). Los cristianos vamos a misa los domingos para encontrarnos con el Señor resucitado, o mejor para dejar que Él nos encuentre, para escuchar su palabra, alimentarnos en su mesa y así convertirnos en Iglesia, es decir en su Cuerpo místico viviente hoy en el mundo.
Lo entendieron desde el primer momento los discípulos de Jesús, que celebraban el encuentro eucarístico con el Señor el día de la semana que los judíos llamaban "el primero de la semana" y los romanos el "día del sol", porque ese día Jesús resucitó de entre los muertos y se apareció a sus discípulos, hablando con ellos, comiendo con ellos, dándoles el Espíritu Santo (cf. Mt 28,1; Mc 16,9.14; Lc 24,1.13; Jn 20,1.19). También la gran efusión del Espíritu en Pentecostés ocurrió un domingo, el quincuagésimo día después de la resurrección de Jesús. Por estas razones, el domingo es un día sagrado para nosotros, santificado por la celebración eucarística, la presencia viva del Señor entre nosotros y por nosotros. Por lo tanto ¡es la Misa lo que hace cristiano el domingo! ¿Qué domingo es, para un cristiano, ese en el que falta el encuentro con el Señor?
Hay comunidades cristianas que, desgraciadamente, no pueden disfrutar de la misa todos los domingos; sin embargo, también ellas, en este día sagrado, están llamadas a recogerse en oración en el nombre del Señor, escuchando la Palabra de Dios y manteniendo vivo el deseo de la Eucaristía.
Algunas sociedades secularizadas han perdido el significado cristiano del domingo iluminado por la Eucaristía. ¡Es una pena! En estos contextos, es necesario reavivar esta conciencia, para recuperar el sentido de la fiesta, el sentido de la alegría, de la comunidad parroquial, de la solidaridad, del reposo que descansa el alma y el cuerpo (cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 2177-2188). De todos estos valores es maestra la Eucaristía, domingo tras domingo. Por eso el Concilio Vaticano II reiteró que "es la fiesta primordial, que debe presentarse e inculcarse a la piedad de los fieles, de modo que sea también día de alegría y de liberación del trabajo" (Const. Sacrosanctum Concilium, 106).
La liberación dominical del trabajo no existía en los primeros siglos: es una aportación específica del cristianismo. Según la tradición bíblica, los judíos descansan el sábado, mientras que en la sociedad romana no estaba previsto un día semanal de liberación del trabajo servil. Fue el sentido cristiano de vivir como hijos y no como esclavos, animados por la Eucaristía, lo que hizo del domingo, casi universalmente, el día de descanso.
Sin Cristo estamos condenados a ser dominados por la fatiga de la vida cotidiana, con sus preocupaciones, y del miedo al mañana. El encuentro dominical con el Señor nos da la fuerza de vivir el presente con confianza y coraje y de avanzar con esperanza. Por eso, los cristianos vamos a encontrar al Señor el domingo, en la celebración eucarística.
La comunión eucarística con Jesús, resucitado y viviente en eterno, anticipa el domingo sin ocaso, cuando ya no habrá más fatiga, ni dolor, ni dolor ni lágrimas, sino solo la alegría de vivir plenamente y para siempre con el Señor. También de este bendito reposo nos habla la misa dominical, enseñándonos, mientras fluye la semana, a confiarnos a las manos del Padre que está en el cielo.
¿Qué podemos responder a los que dicen que no hay necesidad de ir a misa, ni siquiera los domingos, porque lo importante es vivir bien, amar al prójimo? Es cierto que la calidad de la vida cristiana se mide por la capacidad de amar, como dijo Jesús: "Por esto sabrán todos que sois mis discípulos: si os amáis los unos a los otros" (Jn 13, 35). Pero ¿cómo podemos practicar el Evangelio sin sacar la energía necesaria para hacerlo, un domingo tras otro, de la fuente inagotable de la Eucaristía? No vamos a Misa para darle algo a Dios, sino para recibir de Él lo que realmente necesitamos. Lo recuerda la oración de la Iglesia, que así se dirige a Dios: "Pues aunque no necesitas nuestra alabanza, ni nuestras bendiciones te enriquecen, tú inspiras y haces tuya nuestra acción de gracias, para que nos sirva de salvación, "(Misal Romano, Prefacio común IV).
En conclusión, ¿por qué ir a misa los domingos? No es suficiente responder que es un precepto de la Iglesia; esto ayuda a defender su valor, pero no es suficiente por sí solo. Los cristianos necesitamos participar en la misa dominical porque solo con la gracia de Jesús, con su presencia viva en nosotros y entre nosotros, podemos poner en práctica sus mandamientos y ser así sus testigos creíbles.
Saludos en francés
Saludo cordialmente a los peregrinos francófonos. Mientras en este tiempo de Adviento preparamos nuestros corazones para la venida del Señor, recordemos que viene a nuestro encuentro todos los domingos en la celebración eucarística, y que debemos participar, recibir su gracia y seguirlo. ¡Dios os bendiga!
Saludos en inglés
Saludo a los participantes en el Foro Internacional de las ONG de inspiración católica que se han reunido en Roma estos días. Expreso mi profundo agradecimiento por vuestros esfuerzos para llevar la luz del Evangelio a las diversas periferias de nuestro mundo, para defender la dignidad del hombre, promover el desarrollo integral de los pueblos y satisfacer las necesidades materiales y espirituales de muchos miembros de nuestra familia humana. Os animo a trabajar siempre en un espíritu de comunión y colaboración con otras ONG católicas y también con los representantes de la Santa Sede, como señal del compromiso de la Iglesia para construir un mundo cada vez más justo y solidario. Con la esperanza de que estos días de reflexión e intercambio sean fructíferos para vuestra actividad, imparto de corazón la bendición apostólica.
También saludo a los peregrinos de habla inglesa presentes en la audiencia de hoy, especialmente a los procedentes de Australia, Indonesia, India, Japón y los Estados Unidos de América. Sobre todos vosotros y vuestras familias, invoco el gozo y la paz de nuestro Señor Jesucristo.
Saludos en alemán
Me complace dar la bienvenida a los hermanos y hermanas de habla alemana. En particular, saludo a la delegación del Land Alta Austria, junto con los peregrinos de la diócesis de Linz con el obispo Mons. Manfred Scheuer, y os doy las gracias por la "Luz de la Paz" traída desde Belén. En cada misa imploremos la paz del Señor; el mundo lo necesita tanto. Feliz Adviento a todos.
Saludos en español
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Pidamos al Señor por todas aquellas comunidades que no pueden celebrar la Misa cada domingo por falta de sacerdotes, o por otras circunstancias, para que el Señor resucitado se haga presente en ellas, por medio de la oración y la escucha de la Palabra, manteniendo siempre vivo el deseo de la Eucaristía.
Saludos en portugués
Dirijo un cordial saludo a los peregrinos de lengua portuguesa, invitando a todos a permanecer fieles al encuentro dominical con Cristo Jesús. Nos desafía a salir de nuestro mundo pequeño y restringido hacia el Reino de Dios y la verdadera libertad. ¡Que el Espíritu Santo os ilumine para que llevéis la bendición de Dios a todas las personas! ¡Que la Virgen Madre vele vuestro camino y os proteja!
Saludos en árabe
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua árabe, especialmente a los de Siria, Líbano y Medio Oriente. San Jerónimo (420) afirma que el domingo es "el día del Señor, el día de la resurrección, el día de los cristianos, nuestro día. [...] El día del sol... [en el que] apareció el sol de justicia, cuyos rayos nos traen la salvación (CCL, 78, 550, 52). Recordemos que, como cada planta necesita el sol y la nutrición para vivir, cada cristiano necesita la Eucaristía dominical para vivir realmente. ¡Que el Señor os bendiga a todos y os proteja del maligno!
Saludos en polaco
Saludo cordialmente a los peregrinos polacos. Estamos viviendo el tiempo de Adviento. Esperamos la venida de Cristo. Recordemos que nuestra espera se cumple en cada santa misa en que participamos. El Señor Jesús viene a nosotros para hacernos conocer su nombre, su verdadero rostro, para hacernos experimentar su presencia y su infinita misericordia. Por eso, que la perspectiva de participar en la Santa Misa no sea para vosotros una imposición, sino un privilegio que nos ha sido otorgado. Sea alabado Jesucristo.
Saludos en italiano
Doy una cordial bienvenida a los peregrinos de habla italiana.
Me complace recibir a las Hermanas de la Sociedad del Sagrado Corazón y a las Hermanas Misioneras de la Sociedad de María. La peregrinación a las tumbas de los Apóstoles sea una oportunidad para crecer en el amor de Dios, para que vuestras comunidades se conviertan en lugares en los que se experimenta la comunión y la misión. Saludo a las parroquias, escuelas, asociaciones y grupos, especialmente al Instituto internacional Jacques Maritain.
Por último, dirijo a un pensamiento a los jóvenes, los enfermos y los recién casados. Hoy la liturgia conmemora a Santa Lucía, virgen y mártir: queridos jóvenes, contemplad la grandeza del amor de Jesús que nace y muere por nosotros; queridos enfermos, aceptad valientemente vuestro sufrimiento por la conversión de los pecadores; y vosotros, queridos recién casados, dad más espacio a la oración especialmente en este tiempo de Adviento, para que vuestra vida se convierta en un camino de perfección cristiana
Fuente: vatican.va / romereports.com.
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