Algunos prefieren lo de “estábamos al borde de un precipicio y hemos dado un paso al frente”; gallardo, pero tan insensato como mortal de necesidad
Habrás oído más de una vez eso de ‘este tío es de piñón fijo’.
Ya sabes que hay quienes tienen por norma −caiga quien caiga− lo de ‘no dar un paso atrás ni para coger impulso’.
Algunos de ellos incluso prefieren lo de ‘estábamos al borde de un precipicio y hemos dado un paso al frente’. Gallardo, pero tan insensato como mortal de necesidad.
Rectificar, se dice, es de sabios. Pero hay quien no está dispuesto a corregir una actuación −o el rumbo de su vida− bajo ningún concepto.
Me refiero a la de unos marines estadounidenses que parecen ‘Don Erre que Erre’. Todo un ejemplo de tozudez. ¡Y no son de aquí!
Te transcribo, de manera prácticamente literal, esta conversación. Se mantuvo (frecuencia de radio emergencia marítima española, canal 16) en la costa de Finisterre entre gallegos y norteamericanos el 16 de octubre de 1997. Está grabada −y difundida− en YouTube.
Un gallego se dirige a los responsables de la embarcación estadounidense: −Les habla el A-853. Por favor, desvíen su rumbo 15 grados sur para evitar colisionarnos. Se aproximan directo hacia nosotros, distancia 25 millas náuticas.
Un americano, por su parte replica: −Recomendamos que desvíen su rumbo 15 grados norte para evitar colisión.
El gallego reitera: −Negativo. Repetimos, desvíen su rumbo 15 grados sur para evitar colisión.
Aparece otra voz americana y advierte: −Al habla el capitán de navío de los Estados Unidos de América. Insisto, desvíen ustedes su curso 15 grados norte para evitar colisión.
El gallego: −No lo consideramos factible ni conveniente. Les sugerimos que desvíen su rumbo 15 grados sur para evitar colisionarnos.
El norteamericano (muy firme): −Les habla el capitán Richard J. Howard, al mando del portaaviones, de la Marina de los EE.UU.; el segundo más grande de la flota norteamericana. Nos escoltan dos acorazados, seis destructores, cinco cruceros, cuatro submarinos y embarcaciones de apoyo. Vamos hacia aguas del Golfo Pérsico para maniobras militares; para una ofensiva en Irak. No les sugiero, ¡les ordeno que desvíen su rumbo 15 grados norte o nos veremos obligados a tomar las medidas necesarias para garantizar la seguridad de este buque y de la fuerza de esta coalición! Ustedes pertenecen a un país aliado y miembro de la OTAN. Por favor, ¡obedezcan inmediatamente y apártense de nuestro camino!
El gallego: −Les habla Xosé Manuel Otero. Somos dos personas. Nos escoltan nuestro perro, comida, dos cervezas y un canario que ahora está durmiendo. Tenemos el apoyo de la Cadena Ocho de La Coruña y el canal 16 de Emergencias Marítimas. No nos dirigimos a ningún lado, ya que les hablamos desde tierra firme. Estamos en el faro A-853, Finisterre, de la costa de Galicia. No tenemos ni pajolera idea de en qué puesto estamos en el ranking de faros españoles. Pueden tomar las medidas que consideren oportunas y les dé la… gana para garantizar la seguridad de su buque… que se va a destrozar contra las rocas. Por ello volvemos a insistir y les sugerimos que lo mejor y más recomendable es que desvíen su rumbo 15 grados sur para evitar colisionarnos.
El capitán estadounidense: −Bien. Recibido. Gracias.
Sin comentarios.
¿Te digo cuándo recordé este episodio?
El día que celebrábamos la festividad de Santo Tomás de Aquino. Si sigues leyendo, quizás entiendas por qué.
El que fuera gran teólogo y filósofo, autor de la Suma Teológica y Doctor de la Iglesia, siendo novicio, fue corregido en el aula. Ocurrió ante el resto de sus compañeros, por una presunta falta que había cometido al expresarse en latín.
Tomás rectificó tan pronto como se le indicó. Y no precisamente porque −como los marines norteamericanos− fuera a estrellarse, no…
Al concluir las lecturas, los condiscípulos de Tomás le abordaron y preguntaron cómo es que se había corregido, si él mismo sabía que no había cometido el más mínimo error.
Su respuesta fue definitoria y definitiva: “Más vale delante Dios una falta de gramática… que otra de obediencia y humildad”.
Debía de ser ya por entonces muy virtuoso el joven Tomás, pues no creo que fuera para él peccata minuta dada su altura intelectual expresarse incorrectamente, con pleno conocimiento de causa y en público.
Cuando me lo contaban, pensé qué hubiéramos hecho en esa o en similar tesitura cualquiera de nosotros. Tú. Yo. Sabedores de que nos asistía la razón. ¿Rectificar? ¡Pero si a veces sin tenerla nos obcecamos más que los marines!
Vivimos en una sociedad en la que cuesta reconocer errores. Como para callar cuando tiene uno razón… ¡Entonces sí que le pones los puntos sobre las íes −y no me refiero al ámbito gramatical− a quien te pretenda corregir!
En fin, que rectificar es de sabios. Bueno, en el caso de Tomás de Aquino, más bien de santos…
Oye, no quiero que pienses que las faltas de ortografía me parecen algo banal −cada vez me preocupan más−; ya en su día escribí un post sobre ello (enlace). Por cierto, que sobre humildad te hablé también en este otro (enlace).
Simplemente, en el caso actual, me llamó mucho la atención la actitud y respuesta de Santo Tomás. Y me hizo darle dos vueltas… Y acordarme de lo de los marines (para darle otras dos).
No quería dejar de compartirlo contigo. A fin de cuentas, para eso está el blog. Para ayudarnos a pensar.
Pues pensemos: ¿A quién nos parecemos más, a Tomás o al capitán de navío? ¿Depende del día?
¡Ah! Lo de los americanos es una leyenda urbana. Bien difundida, eso sí. Lo único real, lo de Tomás de Aquino. ¡Cómo no iba a tener razón!
Si el post te ha hecho pensar, o sonreír… gracias por compartir.
José Iribas, en dametresminutos.wordpress.com.
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