Con ocasión de la presentación del ‘Documento Preparatorio’ de la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos
Con ocasión de la presentación del Documento preparatorio, sobre el tema “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional” , el Santo Padre ha escrito una Carta a los jóvenes de todo el mundo manifestando su paternal afecto.
En su misiva, el Papa exhorta a los jóvenes a participar activamente en el camino sinodal, también con sus dudas y críticas, porque el Sínodo es para ellos y porque toda la Iglesia se pone a la escucha de su voz, de su sensibilidad, de su fe.
Queridos jóvenes, me alegra anunciaros que en el mes de octubre del 2018 se celebrará el Sínodo de los Obispos sobre el tema «Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional». He querido que ocupéis el centro de la atención porque os llevo en el corazón. Precisamente hoy se presenta el Documento Preparatorio, que os ofrezco como “brújula” a lo largo de ese camino.
Me vienen a la memoria las palabras que Dios dirigió a Abrahán: «Sal de tu tierra, de tu patria y de la casa de tu padre a la tierra que yo te mostraré» (Gen 12,1). Estas palabras están dirigidas hoy también a vosotros: son las palabras de un Padre que os invita a “salir” para lanzaros a un futuro no conocido pero prometedor de realizaciones seguras, a cuyo encuentro Él mismo os acompaña. Os invito a escuchar la voz de Dios que resuena en el corazón de cada uno a través del soplo vital del Espíritu Santo.
Cuando Dios le dice a Abrahán «Sal», ¿qué quería decirle? Ciertamente no que huyese de los suyos ni del mundo. La suya fue una invitación, una vocación, a que dejase todo y fuese a una tierra nueva. ¿Cuál es para nosotros esa tierra nueva, sino una sociedad más justa y fraterna que deseáis profundamente y que queréis construir hasta las periferias del mundo?
Pero desgraciadamente, hoy, la expresión «Sal» asume también un significado distinto: el de la prevaricación, el de la injusticia y el de la guerra. Muchos jóvenes están sometidos al chantaje de la violencia y se ven obligados a huir de su tierra natal. Su grito sube a Dios, como el de Israel esclavo de la opresión del Faraón (cfr. Ex 2,23).
Deseo también recordaros las palabras que Jesús dijo un día a los discípulos que le preguntaban: «Rabbí […] ¿dónde vives?». Él les respondió: «Venid y lo veréis» (Jn 1,38). También a vosotros Jesús dirige su mirada y os invita a ir hacia Él. Queridísimos jóvenes, ¿habéis encontrado esa mirada? ¿Habéis escuchado esa voz? ¿Habéis sentido ese impulso a poneros en camino? Estoy seguro que, aunque el ruido y el aturdimiento parecen reinar en el mundo, esa llamada sigue sonando en el corazón da cada uno para abrirlo a la alegría plena. Eso será posible en la medida en que, a través del acompañamiento de guías expertos, sepáis emprender un itinerario de discernimiento para descubrir el proyecto de Dios sobre vuestra vida. Incluso cuando vuestro camino se encuentre marcado por la precariedad y la caída, Dios rico en misericordia tiende su mano para levantaros.
En Cracovia, durante la apertura de la última Jornada Mundial de la Juventud, os pregunté varias veces: «¿Las cosas se pueden cambiar?». Y gritasteis juntos a gran voz «¡sí!». Ese grito nace de un corazón joven que no soporta la injusticia y no puede doblegarse a la cultura del descarte, ni ceder ante la globalización de la indiferencia. ¡Escuchad ese grito que sale de lo más íntimo! También cuando advirtáis, como el profeta Jeremías, la inexperiencia de vuestra corta edad, Dios os anima a ir donde Él os envía: «No les tengas miedo, que contigo estoy para salvarte» (Jer 1,8).
Un mundo mejor se construye también gracias a vosotros, a vuestras ganas de cambio y a vuestra generosidad. No tengáis miedo de escuchar al Espíritu que os sugiere decisiones audaces, no dudéis cuando la conciencia os pida arriesgaros para seguir al Maestro. También la Iglesia desea ponerse a la escucha de vuestra voz, de vuestra sensibilidad, de vuestra fe; hasta de vuestras dudas y críticas. Haced sentir vuestro grito, dejadlo resonar en las comunidades y hacedlo llegar a los pastores. San Benito recomendaba a los abades consultar también a los jóvenes antes de cada decisión importante, porque «muchas veces el Señor revela al más joven lo que es mejor» (Regla de San Benito III, 3).
Así, también a través del camino de este Sínodo, yo y mis hermanos Obispos queremos contribuir cada vez más a vuestro gozo (cfr. 2Cor 1,24). Os encomiendo a María de Nazaret, una joven como vosotros a quien Dios dirigió su mirada amorosa, para que os lleve de la mano y os guíe a la alegría de un ¡heme aquí! pleno y generoso (cfr. Lc 1,38).
Con paternal afecto,
Francisco
Vaticano, 13 de enero de 2017
Fuente: vatican.va.
Traducción de Luis Montoya.
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