Domingo de la semana 28 de tiempo ordinario; ciclo C

Homilía I: con textos de homilías pronunciadas por S.S. Juan Pablo II
Homilía II: a cargo de D. Justo Luis Rodríguez Sánchez de Alva

Homilía III: basada en el Catecismo de la Iglesia Católica

(2 Re 5,14-17) "Conozco verdaderamente que no hay otro Dios en toda la tierra, sino sólo en Israel"
(2 Tim 2,8-13) "La palabra de Dios no está encadenada"
(Luc 17,11-19) "Levántate, vete, que tu fe te ha salvado"

Homilía I: con textos de homilías pronunciadas por S.S. Juan Pablo II

Homilía de Fernández Carvajal en "Hablar con Dios", Tomo V

--- Curación de diez leprosos
--- El Señor espera nuestro agradecimiento
--- Ser agradecidos con todos

--- Curación de diez leprosos

La Primera lectura de la Misa (2 Re 5,14-17) nos recuerda la curación de Naamán de Siria, sanado de la lepra por el Profeta Eliseo. El Señor se sirvió de este milagro para atraerlo a la fe, un don mucho mayor que la salud del cuerpo. "Ahora reconozco que no hay Dios en toda la tierra más que el de Israel" exclamó Naamán al comprobar que se encontraba sano de su terrible enfermedad. En el Evangelio de la Misa (Lc 17,11-19), San Lucas nos relata un hecho similar: un samaritano -que, como Naamán, tampoco pertenecía al pueblo de Israel- encuentra la fe después de su curación, como premio a su agradecimiento.

Jesús, en su último viaje a Jerusalén, pasaba entre Samaría y Galilea. Y al entrar en una aldea le salieron al encuentro diez leprosos que se detuvieron a lo lejos, a cierta distancia donde se encontraba el Maestro y el grupo que le acompañaba, pues la ley prohibía a estos enfermos acercarse a las gentes. En el grupo va un samaritano, a pesar de que no había trato entre judíos y samaritanos, por una enemistad secular entre ambos pueblos. La desgracia les ha unido, como ocurre en tantas ocasiones en la vida. Y levantando la voz, pues están lejos, dirigen a Jesús una petición, llena de respeto, que llega directamente a su Corazón: “Jesús, Maestro, ten piedad de nosotros". Han acudido a su misericordia, y Cristo se compadece y les manda ir a mostrarse a los sacerdotes, como estaba preceptuado en la Ley, para que certificaran su curación. Se encaminaron donde les había indicado el Señor, como si ya estuvieran sanos; a pesar de que todavía no lo estaban, obedecieron. Y por su fe y docilidad, se vieron libres de la enfermedad.

Estos leprosos nos enseñan a pedir: acuden a la misericordia divina, que es la fuente de todas las gracias. Y nos muestran el camino de la curación, cualquiera que sea la lepra que llevemos en el alma: tener fe y ser dóciles a quienes, en nombre del Maestro, nos indican lo que debemos hacer. La voz del Señor resuena con especial fuerza y caridad en los consejos que nos dan en la dirección espiritual.

--- El Señor espera nuestro agradecimiento

¿No son diez los que han quedado limpios? Y los otros nueve, ¿dónde están?, preguntó. Y manifestó su sorpresa: ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios sino sólo este extranjero? ¡Cuántas veces, quizá, Jesús ha preguntado por nosotros, después de tantas gracias!

Vivimos pendientes de lo que nos falta y nos fijamos poco en lo que tenemos, y quizá por eso lo apreciamos menos y nos quedamos cortos en la gratitud. O pensamos que nos es debido a nosotros mismos y nos olvidamos de lo que San Agustín señala al comentar este pasaje del Evangelio: “Nuestro, no es nada, a no ser el pecado que poseemos. Pues ¿qué tienes que no hayas recibido? (1 Cor 4,7)”.

--- Ser agradecidos con todos

Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas, invita el Salmo responsorial. Cuando vivimos de fe, solo encontramos motivos para el agradecimiento.

Muchos favores del Señor los recibimos a través de las personas que tratamos diariamente, y por eso, en esos casos, el agradecimiento a Dios debe pasar por esas personas que tanto nos ayudan a que la vida sea menos dura, la tierra más grata y el Cielo más próximo. (Chevrot) “No creamos cumplir con los hombres porque les damos, por su trabajo y servicios, la compensación pecuniaria que necesitan para vivir. Nos han dado algo más que un don material. Los maestros nos han instruido, y los que nos han enseñado el oficio, o también el médico que ha atendido la enfermedad de un hijo y lo ha salvado de la muerte, y tantos otros, nos han abierto los tesoros de su inteligencia, de su ciencia, de su habilidad, de su bondad. Eso no se paga con billetes de banco, porque nos han dado su alma. Pero también el carbón que nos calienta representa el trabajo penoso del minero; el pan que comemos, la fatiga del campesino: nos han entregado un poco de su vida. Vivimos de la vida de nuestros hermanos. Eso no se retribuye con dinero. Todos han puesto su corazón entero en el cumplimiento de un deber social: tienen derecho a que nuestro corazón lo reconozca”.

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Homilía II: a cargo de D. Justo Luis Rodríguez Sánchez de Alva

Son muchos los beneficios que a lo largo de la vida nos ha hecho el Señor: desde darnos la vida temporal y la eterna, pasando por limpiarnos la lepra del pecado con la Redención muriendo en la Cruz.

Cuando damos gracias a Dios, estamos permitiendo que el Espíritu Santo, que habita en nuestros corazones desde el día del Bautismo, se exprese a través de nosotros del modo más adecuado. "El Espíritu Santo, enseña Juan Pablo II, está en el origen de la oración que refleja del modo más perfecto la relación existente entre las Personas divinas de la Trinidad: la oración de glorificación y de acción de gracias... Esta oración estaba en boca de los Apóstoles el día de Pentecostés, cuando anunciaban 'las maravillas de Dios' (Hch 2,11). Lo mismo acaeció en la casa del centurión Cornelio cuando, durante el discurso de Pedro, los presentes recibieron el 'don del Espíritu Santo' y 'glorificaba a Dios' (Hch 10,45-47)".

Jesús manifestó su sorpresa cuando sólo uno de los diez curados volvió para darle las gracias: "¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están?" "Ciertamente, dice S. Máximo De Turín, correspondemos a los beneficios divinos cuando confesamos haberlos recibido. De otro modo, si cuando los recibimos callamos y los echamos en olvido, por ingratos e indignos de tanta generosidad, nos privamos de la oportunidad de recurrir en la tribulación ante Dios cuyos beneficios no reconocimos, y pues no fuimos capaces de dar gracias en la prosperidad, quedamos incapacitados para acudir a Dios en la adversidad. Y así, por perezosos para alabar en tiempos de bonanza, habremos de llorar los peligros en tiempos de tormenta".

La Iglesia nos enseña a dar gracias a Dios también cuando llegan las contrariedades, la enfermedad, y no vemos entonces la mano de Dios -etiam ignotis, que ignoramos que también vienen de Él- que quiere otorgarnos un beneficio mayor como le sucedió a este leproso que, junto al beneficio de la curación, añadió el de la fe en Jesucristo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado.

"Es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor" (Prefacio), pero especialmente en la Comunión Eucarística. "Te adoro con devoción, Dios escondido, le decimos a Jesús en la intimidad de nuestro corazón. En esos momentos, dice F. F. Carvajal, hemos de frenar las impaciencias y permanecer recogidos con Dios que nos visita. Nada hay en el mundo más importante que prestar a ese Huésped el honor y la atención que se merece".

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Homilía III: basada en el Catecismo de la Iglesia Católica

«En todo, dad gracias»

I. LA PALABRA DE DIOS

2 R 5, 14-17: Volvió Naamán a Eliseo, y alabó al Señor
Sal 97, 1.2-3ab.3cd-4: El Señor revela a las naciones su salvación
2 Tm 2, 8-13: Si perseveramos, reinaremos con Cristo
Lc 17, 11-19: ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?

II. LA FE DE LA IGLESIA

«Toda alegría y toda pena, todo acontecimiento y toda necesidad pueden ser motivo de oración de acción de gracias, la cual, participando de la de Cristo, debe llenar la vida entera: ``En todo dad gracias'' (I Tes. 5,18)» (2648).

«La Eucaristía es un sacrificio de acción de gracias al Padre, una bendición por la cual la Iglesia expresa su reconocimiento a Dios por todos sus beneficios, por todo lo que ha realizado mediante la creación, la redención y la santificación. ``Eucaristía'' significa, ante todo, acción de gracias» (1360).

«La acción de gracias caracteriza la oración de la Iglesia que, al celebrar la Eucaristía, manifiesta y se convierte más en lo que ella es. En efecto, en la obra de salvación, Cristo libera a la creación del pecado y de la muerte para consagrarla de nuevo y devolverla al Padre, para su gloria. La acción de gracias de los miembros del Cuerpo participa de la de su Cabeza» (2637).

III. TESTIMONIO CRISTIANO

«El presidente los toma (el pan y el vino) y eleva alabanza y gloria al Padre del universo, por el nombre del Hijo y del Espíritu Santo y da las gracias largamente porque hayamos sido juzgados dignos de estos dones» (S. Justino) (1345).

IV. SUGERENCIAS PARA EL ESTUDIO DE LA HOMILÍA

A. Apunte bíblico-litúrgico

En los tres evangelios sinópticos la vida pública de Jesús termina con su viaje a Jerusalén donde dio su último testimonio y vida. En ese camino el Señor cura a diez leprosos, solo uno y extranjero, es agradecido. El sirio Naamán, un extranjero, es modelo de persona agradecida por los bienes recibidos de Dios por medio del profeta Eliseo.

La segunda lectura presenta el evangelio anunciado por Pablo, y confiado a su sucesor Timoteo consiste en la proclamación del Misterio pascual.

B. Contenidos del Catecismo de la Iglesia Católica

La fe:

La acción de gracias y la alabanza al Padre por medio de Jesucristo: 1359-1361.

La respuesta:

La oración de acción de gracias: 2637-2638; 2648.

C. Otras sugerencias

La acción de gracias a Dios que es la forma más común de oración de la Iglesia, no lo es tan usual en la vida de los cristianos. ¿Acaso seremos como los nueve leprosos? Sólo el extranjero, quien se reconoce indigno de la bondad de Dios, es agradecido.

Dad gracias a Dios. La Eucaristía es la Acción de gracias por excelencia. Unidos a Jesucristo en su Muerte y Resurrección todo se agradece a Dios Padre, por Cristo, con El y en El.

Acción de gracias por los beneficios recibidos.

Acción de gracias por todo acontecimiento...!Sólo Dios sabe!.

Acción de gracias en la necesidad y en la pena: En Dios confiamos.

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