“Les ayudamos a que sean fieles al Corán y les explicamos la Navidad cristiana”
En la Escuela de madres del voluntariado de San Juan del Hospital (Valencia) nueve profesoras atienden a unas ochenta alumnas, muchas de ellas árabes, armenias, marroquíes, etc.
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La iglesia de San Juan del Hospital ha sido testigo de la evolución de Valencia, desde que el rey D. Jaime I tomó la ciudad del Turia en el año 1238 y concedió los terrenos de la puerta de La Xerea a los Caballeros Hospitalarios.
Han pasado muchas cosas dentro y fuera de sus muros, mucho tiempo sobre las piedras desgastadas. En el siglo XIX la orden desapareció, en el XX el templo sufrió invasiones, saqueos, incendios, abandono y usos profanos y estuvo a punto de desaparecer también. Hoy, el conjunto histórico monumental Sanjuanista luce con nuevo esplendor gracias al pueblo valenciano. Los caballeros hace mucho que no están, pero desde 1967 la iglesia está encomendada al Opus Dei, que restableció el culto y desarrolla una extensa labor asistencial, contando con un nutrido grupo de voluntarios. Una de esas labores es la Escuela de Madres.
Fely, coordinadora, es una de sus voluntarias, y de las más veteranas. Recuerda cuándo empezaron, hace más de veinte años, con don Manuel, con Conchita y Asun… Actualizando esa primigenia atención a los más necesitados que aquí desgrana todas las obras de misericordia, desde las corporales a las espirituales. Entonces tenía algo más de 50 años. Hoy luce con garbo una sonrisa de 77 primaveras, con la misma ilusión que el primer día, cuando conoció a todas aquellas alumnas que venían a formarse en la escuela de madres que llevaba Maite. Maite falleció, pero antes le dijo a don Manuel que Fely podía hacerse cargo y le pasó el testigo. "Al principio venían muchas mujeres latinoamericanas, y además de proporcionarles una educación elemental les enseñábamos lo necesario para conseguir un empleo, habitualmente como empleadas en casas, que solía ser su salida laboral: costura, cocina, plancha. Al calor de la iglesia, se impartían catequesis, y fruto de aquel conocimiento de la fe hubo muchos bautizos, primeras comuniones y matrimonios.
Ahora el ambiente ha cambiado y tenemos muchas árabes, armenias, marroquíes como Rahma. También viene un grupo de valencianas, gente mayor que en la guerra civil no pudo ir a la escuela y que, a la vuelta de los años, quiere aprender. Todas forman una gran familia.
En la escuela de madres nueve profesoras atienden a unas ochenta alumnas un mínimo de dos días por semana. Les dan clases de higiene, cálculo, lengua, restauración, cocina. Pero no solo aprenden las pupilas, también las maestras. "A mí me ha aportado un enriquecimiento total −dice Marita. Siempre están contentas, animadas, a veces tienen problemas como todo el mundo, nos escuchamos y entre todas nos ayudamos".
El esfuerzo que hacen estas mujeres para salir adelante es admirable. Muchas no tienen recursos para atender a sus familias −en ocasiones de cuatro o cinco miembros− y en el voluntariado de San Juan del Hospital les proporcionan alimentos que reciben gracias a las subvenciones europeas.
Otras veces necesitan servicio de guardería donde dejar a los niños mientras trabajan los sábados. "Begoña ha hecho una labor estupenda con esos niños, es un ángel −explica Fely−. Hasta hace poco teníamos también un campamento de verano, pero hace dos años tuvimos que suspenderlo por falta de presupuesto. Este año esperamos volver a montarlo. Tampoco podemos darles el bonobús gratuito que antes les dábamos…". Las necesidades son tantas que el día 20, un grupo de voluntarios acudirá a las puertas de un conocido supermercado para recoger comida y suplir lo que no cubren las ayudas europeas.
El Adviento y la Navidad son momentos entrañables en la escuela. "Tenemos un gran respeto por la religión de nuestras alumnas, sobre todo las árabes. Procuramos que sean muy fieles al Corán −yo me lo he leído para poder ayudarlas, sigue Fely−, que cumplan las virtudes que predica Mahoma. Y ellas aprenden también en qué consiste la celebración cristiana de estos días, la representación del Nacimiento, las fiestas, las tradiciones, los villancicos, porque es parte de la cultura que les rodea. Para ellas Jesús es un hombre santo al que respetan y saben que nosotras lo reconocemos como Hijo de Dios. A veces me dicen: 'Fily', que cosas tan bonitas nos cuentas del profeta Jesús".
El voluntariado de San Juan del Hospital ha crecido mucho y atiende, además de la escuela de madres, asilo de ancianos, cárceles, etc. En ocasiones se da refugio a las personas sin techo que duermen en el cauce del río. Es un auténtico retablo de las obras de misericordia cristianas, una labor ilusionante que compensa tantos esfuerzos.
"A veces miro hacia atrás y pienso en los años que han pasado y los que tengo ahora, en lo bien que estaría tranquila en casa, sin problemas, en Maite que me metió en este lío y le digo: Mecachis... Pero compensa, claro que compensa. Vengo rendida pero feliz. Me canso, pero creo que es el cansancio que Dios quiere. Y cuando ya no pueda más, pues pasaré el palitroque. Ninguna somos imprescindibles. Vendrán otras que harán las cosas con otra visión, mucho mejor".