Descubrir la existencia de Dios llevó a este guionista de radio y tv a compartir su experiencia en un libro que recoge, como él mismo define “el fruto de un cambio de perspectiva vital. De una conversión progresiva y renovadora”
María José Atienza en omnesmag.com
Lleva toda su vida en el mundo de la televisión y la radio. Ha ejercido como guionista de programas, entre los que se cuentan Buenafuente, los Goya o Pólonia, de TV3, pero llevaba aún más tiempo en una búsqueda de Dios sin matices. Y lo encontró. Primero “racionalmente” y después, de manera completa por el don de la Fe.
Hoy, Oriol Jara vive una vida “radicalmente diferente”. Porque esa radix, esa raíz, se asienta en la certeza de que su vida es una vida “creada por Dios para la eternidad, para ser su familia”.
La conversación con Omnes es impetuosa, franca, desnuda de embellecimientos formales, la palabra que no olvida la Palabra y la siembra a fuego por el mundo. Descubrir la existencia de Dios le llevó a compartir su experiencia en “Diez razones para creer en Dios”, publicado por Albada y que recoge, como él mismo define “el fruto de un cambio de perspectiva vital. De una conversión progresiva y renovadora”.
¿Cómo llegas a afirmar que Dios existe a través de la razón?
Desde el instituto o un poco antes quizás, yo tengo un interés genuino y auténtico en saber si Dios existe. Es un interés que creo que debería tener cualquiera porque, si Dios existe, cambia radicalmente todo lo que pensamos que es el mundo. Nuestra vida pasa de ser una casualidad temporal a lo que es de verdad, una vida creada por Dios para la eternidad, para ser su familia.
Ese interés hizo que empezara a investigar y a leer. Empecé a leer textos filosóficos, textos que hablan de Dios y de Cristo, que hablan de la Biblia, la Biblia en sí misma.
Al final, ese interés me lleva desde intentar saber quién es Dios y si existe, a descubrir de manera evidente que Dios existe y que se ha revelado en la Biblia y se ha hecho hombre en la historia.
Dios no es un mito, Dios es una operación en la historia de algo sobrenatural.
Tú puedes llegar a la verdad de manera razonada porque hay pruebas evidentes de que Dios existe. Hay pruebas de que hay un problema humano que es el mal, el pecado, hay una necesidad de solucionar ese mal y, como el ser humano es incapaz, lo hace Dios por nosotros.
Cuando ves que es Dios operando en la historia y que es un Dios que ha dejado pruebas en la historia de su existencia, el último paso es asumir que hay cosas que tú no has visto pero crees que han sido así porque Dios las ha hecho por ti, como la Muerte y Resurrección de Jesús.
A esto la gente puede responder que, si es tan evidente, ¿por qué no cree todo el mundo?
La Biblia dice “nadie viene a Mí si no lo atrae el Padre”. Es algo que se escapa a nuestro control. Es la misma razón por la cual los fariseos no eran capaces de ver que se estaba cumpliendo el Antiguo Testamento en Jesús. No es algo que dependa de nosotros; al final es algo que bíblicamente se escapa a nuestro control. El ser humano, desde el primer momento, ha querido su autonomía y su libertad para no obedecer a Dios. Poca cosa podemos hacer, más allá de explicarle a la gente que tengamos alrededor que Dios es verdad y lo que significa vivir cristianamente.
¿Qué te llevó a escribir “10 razones para creer en Dios”?
Fueron dos cosas las que me llevaron a hacerlo. La primera, que hay mucha gente creyente, humilde, servicial y fiel, que se avergüenza de comunicar abiertamente que creen en Dios porque la sociedad les ha empujado a pensar que creer en Dios es una actitud idiota. En realidad, lo que está falto de razón es no creer en Dios. El 90 % de ateos que nos encontramos en la vida no han leído la Biblia. La mayoría de ateos desconocen la precisión, la coherencia y la finura de los escritos bíblicos.
Eso me lleva a la segunda razón. Lo comunico porque hay una batalla en marcha. Es una guerra entre Dios y los enemigos de Dios, que tenemos que luchar y tenemos que ganar. Esta guerra se gana convenciendo a la gente de que Dios quiere que seamos su familia.
Hay una fuerza maligna en contra de esto que nos está arrastrando a una sociedad que nadie quiere. El mal ha conseguido ensuciar incluso uno de los regalos más bonitos de Dios, que es el sexo. Ha conseguido convertirlo en algo tan feo que parece que es pecado todo lo del sexo, cuando no es verdad.
El mal opera así. Intoxica a la gente con ideas, con productos, idolatrías, egoísmos, avaricias y ambiciones. El mal nos arrastra a estar en contra de Dios y a ser más tristes.
Hablas del mal…, hoy, ¿nos cuesta hablar claramente del demonio?
Cuando la gente habla del demonio, la imagen que nos ha quedado es la del dios griego Pan, un hombre con patas de cabra y cuernos, pero no. Satanás es aquello que queremos, de la manera más bella posible. Satanás es un seductor, no un monstruo. Su gran placer es la desobediencia a Dios.
El otro día hablaba con una sexóloga no creyente que me decía exactamente lo que dice la Biblia sobre la pornografía. Hablaba de los estudios que dicen que la pornografía afecta a las relaciones y yo me acordaba del Salmo 101 que dice “Pórtate en tu casa con rectitud de corazón y no pongas cosas perversas ante tus ojos”.
Hace falta que el Espíritu nos guíe y nos enseñe a vivir de manera recta, en acuerdo con lo que Dios nos pide y fructificando para que nuestro entorno sea feliz. Dios exige felicidad y Satanás nos pide otras cosas.
Hay dos amores, el “eros” y el “caritas”. El “eros” quiere algo, el “caritas” da. Ese es el resumen. Entonces si es uno u otro, sabes quién te está poniendo eso en el corazón.
La Iglesia hoy ¿sigue teniendo la fuerza de los doce apóstoles que se lanzaron al mundo? ¿O se ha acomodado?
Yo no soy nadie, pero en Romanos 12 san Pablo dice: “No os amoldéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir cuál es la voluntad de Dios, qué es lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto”. Yo creo que la Iglesia debe ser radical y extremista, porque así es el mensaje de Jesús.
El mensaje de Jesús no es “vivid como hasta ahora y congregaos los domingos”. Su mensaje es una vida nueva, nacer de nuevo y renovar la mente. La Biblia nos lo dice, que no nos adaptemos. Yo veo mucha “adaptación” y lo que la gente quiere es radicalidad.
Hemos suavizado el mensaje, de manera que a la gente le da igual creer o no porque no cambia nada en su vida, pero la Iglesia es lo contrario. La Iglesia es gente que sabía que lo iba a pasar mal pero que es urgente que las personas cambien.
La Biblia es radical, porque va al fundamento del corazón humano y pide cambios extremos. Dios en el Antiguo y en el Nuevo Testamento amenaza con grandes catástrofes si sigue la rebelión. Estamos viviendo cosas hoy en día que, hasta cierto punto, están recogidas en la carta a los Romanos o en Isaías.
Tenemos una verdad preciosa, importantísima, radical y urgente, que deberíamos tratar como tal. Es un cambio de vida y no podemos tener miedo a asustar a nadie. Al contrario, la gente quiere respuestas. En las homilías debe haber fuego para mover a la gente.
Esa radicalidad se pierde si nos adaptamos al mundo. El cristianismo no es un medio camino. Eso pasó conmigo, yo creía intelectualmente en la verdad pero eso no fructificaba en mi vida. Cuando el Espíritu cambió mi vida, fructificó.
Desde el principio has dicho que todo cambia cuando uno dice que Dios existe, ¿Cómo cambia tu vida desde que te das cuenta de que Dios existe y recibes el don de la fe?
Yo hace años entendí que Dios existe, que se ha revelado en la Biblia y que se ha hecho hombre para salvarnos, pero el Espíritu sopla allá donde quiere y, hasta que el Espíritu no me permitió entender esta verdad, no pude creer.
El gran cambio está escrito en el Salmo 1, el cual dice que Dios promete una cosa a los creyentes: que si tú meditas la Palabra día y noche, si sigues la voluntad de Dios, serás un árbol que crece a la vera de un río, que fructifica abundantemente. La gracia de esta imagen es que el árbol nunca fructifica para comer el fruto, porque sería absurdo, sino que el árbol fructifica para que otros coman el fruto. Eso es lo que yo he experimentado en mi vida conversa. Tú fructificas para que otros vivan mejor. Bíblicamente eso debería ser una prueba personal de tu conversión, si estás fructificando para los otros, si estás de corazón viviendo para los otros. Y no estoy hablando de que seamos intachables, sino que de corazón amemos, y eso se transforme en una vida mejor para las personas que tenemos alrededor. Que la gente pueda decir, incluso sin ser creyente, “Gloria a Dios”, porque tú eres cristiano y eso es mejor para ellos.
¿La reacción de tu entorno fue ese “Gloria a Dios” del que hablas?
Creo que sí, pero me es difícil hablar por los otros. Sí que es verdad que Aitana, mi mujer, lo dice. Ella cree sinceramente que ha cambiado la vida. Creo que mis hijos pueden decirlo también y mis compañeros de trabajo son mejores y más afortunados por el hecho de que yo sea cristiano. Así es como debe ser.
Hay una cosa objetiva. Las charlas, los libros, etcétera hacen que perciba que mi conversión toca a mucha gente. Incluso hay personas que han leído el libro y se han bautizado. Son cosas muy bonitas y al final es Dios quien está operando a través de sus herramientas, por lo que no es ningún mérito mío. El mérito es dejar que el Espíritu fluya y ser conducto de gracia y bendiciones.
En tu núcleo familiar, con tu mujer y tus hijos, ¿vivís la fe? ¿Tu mujer era ya creyente?
Sí, ella me ha enseñado cosas muy bonitas sobre la bondad y ha sido la compañera perfecta para este proceso. Me ha acompañado con compresión, entusiasmo y paciencia.
Aparte de la Biblia, ¿qué lecturas te han ayudado?
Nos falta mucho conocer la Biblia. Si no conocemos bien la Biblia nos van a hacer daño a los cristianos. La Biblia no es un libro canalizado, no es que el autor se quedara en trance y al despertar tuviera el texto escrito. Dios ha utilizado autores, con su cultura, sus lecturas y conocimientos para comunicar su mensaje. La Biblia no es solo un relato histórico, es una lectura teológica de los hechos.
Entonces yo como lectura recomiendo una que son seis volúmenes, con la que yo di un salto cualitativo extremo en mi camino de conversión, que es “Un judío marginal” de John P. Meier. Meier, que ya falleció, es un teólogo y sacerdote norteamericano. El libro habla del Jesús histórico y está muy bien documentado.
Otro libro, que quizá es intelectualmente más complejo, es “Dios existe” de Antony Flew. Era un filósofo ateo muy famoso que se convirtió porque la ciencia y la filosofía le estaban demostrando que Dios existe. Luego, para la gente muy interesada en la ciencia hay un libro que se llama “Disparando contra Dios”.
Además, tener una Biblia de estudio es fantástico. O ya en un nivel más elevado las “Confesiones” de san Agustín o “La Ciudad de Dios”.
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