La reflexión de un miembro de la Pontificia Academia por la Vida sobre la vigencia de la encíclica de Pablo VI, a 50 años de su publicación
Se cumplen 50 años de la Humanae Vitae (HV), la encíclica que el Papa Pablo VI publicó a pesar de haber recibido recomendaciones en contra por parte de la Comisión Pontificia ad hoc y fuertes presiones de la industria farmacéutica y de grupos activistas. No olvidemos que la venta de anticonceptivos hormonales, destinados a la población sana y de consumo diario, es un negocio multimillonario.
Algunos episodios de esa época son ahora conocidos y pueden examinarse con detalle en The Humanae Vitae Project. Sorprendentemente el informe final de la Comisión Pontificia no señaló al Papa que los anticonceptivos producen, en algunos casos, un efecto de destrucción de embriones en su fase inicial de desarrollo, antes de la implantación. Tampoco profundizó en el estudio de los métodos de Planificación Familiar Natural (PFN) conocidos en aquella época, como el Billings o el Sintotérmico, limitándose a criticar al “ritmo” como si fuera la única opción. Este ambiente de ocultamientos y medias verdades ayuda a ver que la decisión del Papa fue una inspiración, un don del espíritu Santo.
A partir de la encíclica, innumerables grupos se han organizado para el acompañamiento de las parejas. También los científicos hemos investigado para que la planificación natural se pueda aplicar hasta en situaciones difíciles. Publicaciones en revistas médicas constatan que la PFN moderna es 5 veces más eficaz que el preservativo e igual de eficaz que la píldora anticonceptiva. Incluso se han desarrollado aparatos electrónicos y aplicaciones para smartphones que ayudan a los matrimonios a interpretar más fácilmente los cambios cíclicos de su fertilidad.
Gracias a Humanae Vitae, millones de personas hoy gestionan su fertilidad de manera autónoma y sin coste, están libres de los efectos secundarios de la anticoncepción artificial y viven su sexualidad sin la interferencia del personal sanitario o del estado. La PFN implica una educación que empodera a mujeres y hombres, favoreciendo incluso el diagnóstico eficiente de problemas de salud en el caso de que surjan.
Pero hoy en día ciertas voces dentro de la Iglesia plantean que “hay situaciones en las que los métodos naturales son imposibles o impracticables”. Y preocupa comprobar que presentan a la anticoncepción artificial como una alternativa. Es de temer que, incluso con buenas intenciones, pudieran estar favoreciendo a que en pocos años nadie crea en la HV ni quiera vivir su espíritu. Estas opiniones particulares contradicen lo que el beato Pablo VI estableció en la encíclica y harán mucho más compleja su pedagogía.
Es evidente que existen circunstancias más difíciles que otras y que requieren una consideración especial. Quienes trabajamos en la planificación natural atendemos a cada pareja desde su situación personal, pero nunca pensamos que la HV no es aplicable en algún caso o que para ciertas personas es “un ideal que no se puede alcanzar”. Cuando surgen dificultades (por ejemplo en la lactancia o en la premenopausia), ofrecemos ayudas puntuales sin necesidad de acudir a la anticoncepción artificial como alternativa.
Cuando los matrimonios no pueden seguir, de entrada, las propuestas de la Humanae Vitae, se les guía, avanzando gradualmente para que vayan comprendiéndola y puedan, con el tiempo, disfrutar de sus beneficios y sus bondades. Esta gradualidad educativa y pastoral no tiene nada que ver con los planteamientos, pesimistas y condescendientes, que afirman más o menos explícitamente que el documento “no es aplicable para algunas personas”.
Por el contrario, nuestro enfoque ha sido: “la Humanae Vitae es para toda pareja, y os vamos a acompañar para que también vosotros la podáis vivir”. El Papa Francisco nos orienta en esta línea remarcando la importancia del acompañamiento y el discernimiento misericordioso de los esposos cuando afirma en Amoris Laetitia (294): “Es preciso afrontar todas estas situaciones de manera constructiva, tratando de transformarlas en oportunidad de camino hacia la plenitud del matrimonio y de la familia a la luz del Evangelio. Se trata de acogerlas y acompañarlas con paciencia y delicadeza”.
Hay que afirmar sin ninguna duda, con el conocimiento de la técnica, la ciencia y la experiencia en la mano, que la propuesta de Pablo VI es alcanzable para todos los matrimonios, con la ayuda y acompañamiento pastoral de quienes tienen más experiencia.
Claro que las riquezas de poder vivir este proyecto requieren cierto esfuerzo. No es una pastilla que se compra movido por una publicidad bien diseñada y se ingiere con un sorbo de agua. Es necesario que la pareja aprenda a reconocer e interpretar su fertilidad. También deben aprender a comprender y vivir la continencia periódica. Es un reto que implica capacitar a seres humanos para ser autónomos en la gestión de su fertilidad.
En esta época de la cultura del “descarte”, de las “pastillas para adelgazar” o de la “comida rápida”, puede resultar tentador dejarse llevar por la aparente comodidad de algunos métodos artificiales como la píldora anticonceptiva.
Pero nadie puede afirmar que la anticoncepción artificial “es la solución”. Además de las cuestiones relacionadas con la eficacia, la píldora anticonceptiva actual sigue teniendo como uno de sus mecanismos de acción la eliminación precoz de embriones al impedir su implantación en el útero en aquellos casos en los que no consigue impedir la ovulación.
El mejor estudio epidemiológico existente hasta la fecha sobre la relación píldora-cáncer de mama, tras valorar prospectivamente a casi 1,8 millones de mujeres de toda Dinamarca, concluye que los contraceptivos elevan el riesgo de cáncer de mama de una forma epidémica (The New England Journal of Medicine, 2017).
En los dos últimos años, se han publicado otros estudios científicos que constatan un aumento del riesgo de depresión y de suicidios en relación con el uso de contraceptivos. Con solo haber seguido los consejos de la encíclica, se podrían haber evitado innumerables fallecimientos por estas causas en los últimos 50 años. Además, la propuesta contenida en el documento promueve los intereses de la salud pública, reduce los riesgos para la salud de la mujer y constituye una verdadera ecología sexual.
Cuestionar hoy la aplicación de la Humanae Vitae aduciendo problemas en el uso de la Planificación Familiar Natural puede conducirnos a uno de los mayores escándalos para la salud pública de todos los tiempos, porque afectaría a millones de mujeres. Por otra parte, sería una victoria sin precedentes de la industria farmacéutica que pretende silenciar la evidencia científica actual sobre la píldora anticonceptiva para seguir aumentando su negocio a costa de la salud de las mujeres.
En resumen, la Humanae Vitae es un don del Espíritu Santo, es una encíclica profética, actual, ecológica y saludable.
Jokin de Irala es Miembro Ordinario de la Academia Pontifica por la Vida y presidente de la Asociación Española de Profesores de Planificación Familiar Natural
Fuente: lastampa.it/vaticaninsider/es.
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