Fue madre a los 16 años, tiene 21, y ser madre adolescente ha sido una gracia para ella; y así nos lo cuenta
Su cara transmite la felicidad con la que vive y una sonrisa que no se le borra de su cara. Su nombre es Marta Páramo, tiene 21 años y una hija llamada Lucía que ya tiene cuatro. Su historia es la de una adolescente de 16 años que se quedó embarazada, que decidió seguir adelante y que encontró el apoyo que muchas chicas que han pasado por su misma situación no tuvieron.
Y ahora pregona a los cuatro vientos que ser madre es lo mejor que le ha pasado nunca y que no por ello ha dejado de hacer su vida. Ella estudia Filosofía, tiene sus amigos y Lucía no le ha arruinado su existencia sino que se la ha enriquecido, derribando el argumento abortista de que hay que vivir la vida y que un hijo es un freno para ello.
La Contra TV, medio dirigido por Gonzalo Altozano, ha entrevistado a esta joven que da un testimonio provida que derrumba mitos sobre la maternidad entre los adolescentes y para quien incluso en España se preparó una ley para que pudieran abortar sin consentimiento paterno. Y para ello habla de la familia, del amor a su hija, de sus inquietudes sin las que no se podría entender su vida.
Segunda de siete hermanos, Marta recuerda que no soñaba con ser madre, “no era la típica niña que jugaba a ser madre” aunque para ser madre le vino muy bien su experiencia como canguro por lo que los biberones y los pañales no eran al menos unos grandes desconocidos para ella.
Aún recuerda perfectamente el día en que con sus 16 años se enteró que estaba embarazada. “No era ni miedo ni angustia, era una mezcla de todo”, cuenta esta joven madrileña, que explica que se realizó el test de embarazo en el cuarto de baño de una fiesta mientras su novio le esperaba fuera.
El siguiente paso era contárselo a su familia. Muy agobiada y con miedo por “romperles todos sus esquemas” se lo dijo a sus padres. “La verdad es que no fue para tanto. Por un lado me agobiaba decírselo pero por otro lado lo necesitaba. Necesitaba dejarme caer en los brazos de alguien −especialmente los de mi madre− necesitaba contárselo y ponerme a llorar”, cuenta ahora con una sonrisa.
Más miedo tenía incluso de anunciarlo en el colegio pero de nuevo una cosa eran los pensamientos que le venían a la cabeza y otra la realidad. “Tuve un apoyo incondicional”, asegura mientras todavía tiene en la retina cómo se lo dijo a su directora, que además era su profesora de Religión y que durante el curso les había hablado una y otra vez sobre las relaciones prematrimoniales y el aborto.
Fue la primera ecografía la que la dejó marcada. “Me puse a llorar”, relata Marta en la entrevista, “estaba con mi madre y el médico era el pediatra que me atendía cuando era pequeña. Y yo estaba impactada, ‘eso’ era mi hijo o hija…”.
Pero uno de los puntos clave de la entrevista y que mueve a la reflexión es cuando Marta afirma que “me he dado cuenta después de lo arropada que he estado comparada con otras situaciones”. Sus padres se volcaron con ella, su colegio donde incluso al final del embarazo iban los profesores a casa, sus compañeras…
Y además añade otro aspecto importante que desmonta los argumentos abortistas. Ella estudia Filosofía en la Universidad de San Dámaso de Madrid y “Lucía no ha coartado el tener una vida independiente. Al revés, le ha dado riqueza, me ha dado una perspectiva que nunca me hubiera imaginado a los 16 años”.
Marta explica que es duro decir a un hijo que fue concebido sin intención de buscarle pero tiene claro que “en ningún momento no la he querido pero la explicaré que tenía miedo y que pensaba que me venía grande todo pero que desde que nació ha sido lo mejor de mi vida”.
Pero hubo otro momento que marcó su vida una vez que su pequeña Lucía ya había nacido, el ser consciente de que muchas chicas como ella no tenían nadie que las apoyara, motivo que le ha llevado a involucrarse en esta ayuda.
Así, para una manifestación provida de Cada Vida Importa grabaron su testimonio. “Nunca me hubiera imaginado que mi situación era como para contarla”, asegura. Pero una vez que lo hizo “tuvo una repercusión que me hizo ver la vida desde otra perspectiva”.
“Para mí, todo lo que yo tenía era normal y de repente me di cuenta de que no era lo normal. Me llegaron muchas chicas embarazadas de 16, 17 y hasta de 14 años que estaban totalmente solas y me decía lo injusto que era que yo hubiera tenido un apoyo incondicional de mi ambiente y que esta niña que quiere salir adelante no tiene ningún apoyo”, explica Marta.
Por ello, considera que tiene una “responsabilidad” con estas chicas y de contar públicamente “una parte de la verdad de la que nadie habla y es decirlas que su hijo es un tesoro, eso es la verdad”.
Marta reconoce que hay momentos de soledad y miedo pero esto cambia cuando hay alguien ahí que ofrece su apoyo. “¿Quién te va a contar la suerte de que es tener un hijo si estás sola? Yo tengo la suerte de que ahora tengo a Lucía y la veo todos los días pero la niña a la que sus padres la dicen que vaya a abortar y la llevan a la puerta del abortorio nunca va a escuchar esto".
Y por eso quiere hablar y está dispuesta a contar su testimonio allá donde se lo pidan. Colegios, parroquias o medios de comunicación. Hay niños como Lucía que podrían no nacer. Esta es la misión de una joven de 21 años.
Fuente: religionenlibertad.com / lacontra.tv.
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