Entrevista al Vicario general del Opus Dei
En diciembre del 2014, el Opus Dei nombró vicario general a Mariano Fazio (Buenos Aires, 1960). Amigo personal del papa Francisco, este doctor en Filosofía y licenciado en Historia quería pasar una temporada de descanso y formación y ha elegido Galicia porque sus bisabuelos por parte de madre eran de Laxe (A Coruña). «Quería profundizar en mis raíces y me he sentido muy en mi casa desde el primer momento», afirma.
Estos días ha fijado su residencia en el colegio mayor La Estila de Santiago y ha hecho numerosas visitas. Hasta ha completado una etapa del Camino. Confiesa estar «sorprendido por la belleza natural y cultural de Galicia, pero en particular pienso que aquí hay un tesoro espiritual, que son los restos del Apóstol», añade.
Como argentino y latinoamericano, ¿qué está suponiendo para ustedes el papado de Francisco?
Es una bendición de Dios. Como creyente considero que cada papa es el que el Espíritu Santo quiere para cada momento de la Iglesia. El mundo está atravesando una etapa de mucho individualismo, frialdad, de violencia y el papa da cercanía, misericordia y compasión. Es un mensaje que está llegando a mucha gente, también a aquellos que estaban muy apartados de la Iglesia.
Conoció al papa antes de ser papa y ahora lo trata con gran cercanía. ¿En qué ha cambiado?
Es la misma persona, con la misma profunda vida espiritual, algo que a veces no se termina de subrayar, pero todo lo que hace y todos los gestos que tiene son una consecuencia de su unión con Dios. Y esto se veía ya en Buenos Aires. Siempre me sorprendía su capacidad de predicar. Después de una homilía suya yo siempre me quedaba con tres ideas claras. Y ahora lo vemos a nivel universal. En Buenos Aires era más reservado, más tímido, no le gustaba estar muy presente en reuniones sociales y creo que después de la elección ha superado esa posible timidez y ha puesto toda su personalidad al servicio de la Iglesia universal.
¿Qué relación tiene el Opus Dei con este papa que se está caracterizando por ser muy progresista en asuntos como la homosexualidad?
Desde que lo conocí, en el año 2000, siempre he sentido una sintonía total. Él siempre apreció el mensaje del Opus Dei, que es la santificación en medio del mundo. Ha manifestado alguna vez que él es anticlerical, en el sentido de que la Iglesia no son solamente los sacerdotes y que no son solo los sacerdotes los que tienen que llevar a cabo la evangelización, sino que en medio del mundo todos tenemos que dar a conocer a Cristo. Ese es el mensaje del Opus Dei, por lo cual hay sintonía total. Por otro lado, mi experiencia personal es que todas las veces que he pedido hablar con el Santo Padre me ha abierto las puertas de su casa con una confianza e intimidad de la cual me siento inmerecedor.
¿Cuál es la situación del Opus Dei en el mundo?
La Obra está en medio del mundo, el mensaje es la santificación del mundo, por lo tanto tenemos los mismos desafíos que tienen todas las personas que quieren vivir con coherencia su fe en un mundo secularizado. Gracias a Dios, somos más de 90.000 personas, estamos presentes en setenta países y hay proyectos de expansión, pero a su vez, como cualquier otra institución de la Iglesia, notamos que, sociológicamente, es más difícil hacer pasar el mensaje cristiano.
Usted ha escrito muchos libros sobre la secularización de las sociedades modernas, ¿cómo valora este fenómeno?
La secularización en sentido malo es organizar la vida individual, social y mundial con prescindencia de Dios, como si Dios no existiera. Eso crea un desierto espiritual, tristeza, angustia, pesimismo y depresión porque, como dice san Agustín, estamos hechos para Dios. Pero hay también una secularización buena, que yo he llamado a veces desclericalización, que es sacar las consecuencias de la frase del evangelio dar al césar lo que es del césar y a Dios lo que es de Dios. Distinguir entre religión y política, Iglesia y Estado. Distinguir, que no significa oponer. Tenemos que colaborar todos con el bien de la humanidad, pero cada uno en su sitio. Esa distinción de ámbitos, separar Iglesia y Estado, es algo profundamente evangélico, ya que el clericalismo no es cristiano.
¿Siente que se ha pasado de un ateísmo pacífico a una agresión a la Iglesia católica?
El Señor ya dijo que quienes lo siguieran iban a sufrir, que cada uno tiene que cargar con su cruz, que el discípulo no es menor que el maestro y que por lo tanto si el Señor fue condenado a muerte injustamente los cristianos que quieran seguir muy cerca del Señor van a sufrir también. El evangelio, la cruz, es signo de contradicción y lo importante es no perder la sal, la luz del mundo que dice el Señor que tenemos que ser los cristianos.
Entrevista de Xurxo Melchor, en lavozdegalicia.es.
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