ZENIT.org (Entrevista de Thácio Siqueira)
Frente a todas las ideas absurdas o malsanas que campean en nuestro mundo actual, lo más importante no son otras ideas que las enfrenten; sino más bien los testigos de la verdad
El libro titulado La ideología de género o el Género como herramienta de poder, del abogado provida argentino Jorge Scala acaba de ser publicado en portugués y lanzado en Brasil en octubre pasado.
ZENIT ha entrevistado a Jorge Scala, profesor de bioética en la Universidad Libre Internacional de las Américas, para que explique el significado de su libro y las implicaciones de esta ideología en nuestra sociedad.
¿Por qué un libro sobre la ideología del género?
La razón es sencilla: la ONU ha creado una Agencia de género. Esa agencia se dedica a controlar que todos los organismos y programas de la ONU incluyan el género. A su vez, la Unión Europea y el Banco Mundial condicionan los préstamos para el desarrollo de los países pobres, a cláusulas de difusión del género. Finalmente, se ha incorporado el género en el sistema educativo de nuestros países. Ante todo esto, es preciso investigar qué cosa es el género.
¿Qué significa decir que la ideología del género es esto, una ideología y no una teoría o un descubrimiento científico?
Una teoría es una hipótesis verificada experimentalmente. Una ideología es un cuerpo de ideas cerrado, que parte de un presupuesto básico falso —que por ello debe imponerse evitando todo análisis racional—, y luego va desplegando las consecuencias lógicas de ese principio falso. Las ideologías se imponen utilizando el sistema educativo formal (escuela y universidad) y no formal (medios de propaganda), tal como hicieron los nazis y los marxistas.
¿Qué es, por lo tanto, la ideología del género? ¿Cómo la definiría para nuestros lectores?
Su presupuesto básico falso es este: el sexo sería el aspecto biológico del ser humano, y el género sería la construcción social o cultural del sexo. Es decir que cada quien sería absolutamente libre —sin condicionamiento alguno, ni siquiera el biológico—, para determinar su propio género, dándole el contenido que quiera y variando de género cuantas veces se le ocurra.
Ahora bien, si esto fuera verdad, no habría diferencias entre varón y mujer —salvo las biológicas—; cualquier tipo de unión entre los sexos sería buena social y moralmente, y todas serían matrimonio; cada tipo de matrimonio daría origen a un nuevo tipo de familia; el aborto sería un derecho humano irrenunciable de la mujer, ya que solo ella queda embarazada, etc. Todo esto es tan absurdo, que sólo se puede imponer con una suerte de “lavado de cerebro” global.
Usted, en su libro, la llama de Ideología totalitaria. ¿Hay relación con las ideologías totalitarias que la humanidad ha experimentado en la historia? ¿O es un paso para llegar a estas situaciones de políticas totalitarias?
El género destruye la estructura antropológica íntima del ser humano, por lo tanto quien quede a merced de esa ideología lo hará “voluntariamente”. No es más que una herramienta de poder global que, de imponerse, llevará a un régimen totalitario —aún cuando haya elecciones y partidos políticos como en la Alemania nazi—. En cambio, en las otras ideologías conocidas, el Estado dominaba —o domina como en Corea del Norte o Cuba— por la fuerza bruta.
Parece una ideología que entra en los países por el aspecto legal y jurisdiccional. ¿No será la falta del reconocimiento de una ley natural, y la adopción de positivismo, los fundamentos de este totalitarismo?
El problema parece más profundo y complejo. El ethos es aquello por lo que un pueblo estima lo que está bien o lo que está mal, desde lo más profundo de su corazón, al margen de lo que digan las leyes e incluso de lo que haga cada quien en su propia vida. El problema es que Occidente ha perdido su ethos común que, hasta hace 30 o 40 años, era el Cristianismo. El liberalismo hizo que mucha gente considere que la moral es una cuestión privada de cada persona. Entonces, para algunos es bueno mentir, robar, matar o fornicar —en determinadas circunstancias—; y como todas las opiniones valen lo mismo, la única manera de vivir en sociedad es que las leyes “impongan” un cierto ethos, que debe ser aceptado por todos, bajo ciertas penalidades. Por eso en nuestros parlamentos se fomenta todo tipo de leyes de género. Se busca con ellas que —junto con la educación—, formen el nuevo ethos de nuestros pueblos. Y si el género se convierte en ethos, el sistema totalitario funcionará a pleno.
La teoría del género es totalitaria, pero no vemos a nadie perdiendo la vida. ¿Por qué, entonces temer algo que no pasa de leyes y de ideas? No debemos respetar la opinión de cada uno?
El año 2010 España reformó su ley de aborto conforme la ideología de género, considerándolo un “derecho humano” esencial de la mujer. Ese año hubo 113.031 abortos en España. Esa “ley” y esa “idea” mataron —solo en España y solo ese año— a tanta gente. No hay que temer a la ideología de género, sino enfrentarla en el campo de las ideas, que es donde se la puede vencer más fácilmente.
Hay que respetar a las personas —cualesquiera sean sus pensamientos—. En cambio, las opiniones no se respetan: se disciernen. Y luego de estudiarlas, se apoyan o se desechan. El libro ayudará al lector a efectuar su propio discernimiento en torno al género.
¿Cuáles son, entonces, las consecuencias para nuestros hijos, para la próxima generación?
Respondo con un hecho real. Me tocó dar una conferencia sobre esta ideología, a todos los docentes de una ciudad de 7.000 habitantes, en una zona rural de mi provincia. Gente sencilla y de trabajo. Al concluir, una maestra comentó en voz alta: —Ahora entiendo por qué hace unos días mi hijo de 7 años me preguntó: Mamá ¿yo son nene o nena?... Las personas formadas y maduras son inmunes a esta ideología, pero si dejamos que se la metan a los niños desde su más tierna infancia —cine, TV, escuela, radio, revistas—, en no pocos casos habrá que lamentar con el tiempo tragedias de todo tipo.
«Donde haya un hombre −mujer o varón−, su inteligencia buscará la verdad, su voluntad intentará amar y autodirigirse hacia el bien», es lo que usted afirma en su libro. ¿Cuál sería el mejor modo de contrarrestar esta y otras ideologías parecidas que tienden a penetrar en las constituciones y leyes de los países, es la formación de varones y mujeres verdaderos? ¿Qué significa un varón o una mujer verdadera?
Frente a todas las ideas absurdas o malsanas que campean en nuestro mundo actual, lo más importante no son otras ideas que las enfrenten; sino más bien los testigos de la verdad. Mujeres y varones cabales, de carne y hueso. La mujer es la madre, o sea: el amor incondicional y que siempre está presente. El varón es el padre, o sea: la autoridad, el amor que pone límites y condiciones, para sacar lo mejor de sí a cada quien. Ambos amores son necesarios para llegar a la madurez humana. Conocer un varón y una mujer así, es la mejor “vacuna” contra la ideología de género.
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