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«Engañarse respecto al amor es la pérdida más espantosa, es una pérdida eterna, para la que no existe compensación ni en esta vida, ni en la otra: ni en el tiempo ni en la eternidad» (Kierkeggard)
Conocí a Susana Moreu en Internet por casualidad. Aunque me gusta pensar que «nada sucede por casualidad, en el fondo las cosas tienen su plan secreto, aunque nosotros no lo entendamos», como Carlos Ruíz Zafón.
Por aquel entonces yo era responsable de leer, valorar, y editar las cartas al director que llegaban a la redacción de un diario digital.
Su carta, una reflexión valiente y políticamente incorrecta sobre el matrimonio, la familia y el papel de la mujer en la sociedad, me gustó. Es más, lo que decía y cómo lo decía se ganó mi admiración y no dudé en proponerle una entrevista, a la que amablemente accedió.
En ella, dimos un repaso a qué es la Orientación Familiar, a la comunicación en el matrimonio como pilar de la familia, a las políticas familiares, al papel de la mujer en la sociedad y sus problemas para conciliar familia y trabajo,... En definitiva, a humanizar la sociedad a través de la familia.
Por eso, cuando me sugirieron que prestara mi casa para que Susana Moreu, directora de Comunicación del Instituto de Estudios de la Familia (INEFA), presentara su libro “...Y fueron felices”, no lo dude un momento.
Ella sabe muy bien de qué habla. A pesar de que «no son pocos los que piensan en nuestros días que el amor, enamorarse, es una ilusión trasnochada, patrimonio de mentes infantiles o poco realistas (...) No nos engañemos. Enamorarse y ser amado es uno de los bienes más preciados y queridos por la mayor parte de los habitantes de este planeta. Si tanto lo deseamos ¿por qué es tan difícil mantenerlo? Y si se pierde ¿por qué no nos resistimos a probar suerte otra vez?».
Por esta razón “...Y fueron felices” nos invita a descubrir la belleza del amor, puesto que «algo que en un principio puede parecer tan etéreo, intangible, “inmedible” como el AMOR, es a la vez principal e imprescindible ingrediente para ser feliz.
Si queremos gozar de una buena salud afectiva, no podemos adentrarnos en el trepidante mundo del AMOR sin una mínima culturilla sentimental. Conocernos a nosotros mismos, como seres únicos e irrepetibles, para luego conocer al otro. Saber que hombres y mujeres somos, pensamos, sentimos, priorizamos y amamos de forma distinta, somos iguales en dignidad y distintos en todo lo demás. El conocernos nos ayudará a amarnos mejor. No podemos amar lo que no conocemos».
Eso sí, yo me quedo con dos reflexiones que me parecen esenciales:
La primera es reciente. Según afirmó en una entrevista la autora de este libro, es que «el 50% del éxito en el matrimonio es elegir bien y el otro 50% es sentido del humor, vale la pena que al llegar a casa seamos divertidos y exprimamos los momentos azules, es decir, los momentos que hay que buscar para estar a solas con tu pareja».
Y la segunda, me la guardé como oro en paño después de nuestra añeja entrevista: «Según sea yo, será mi matrimonio, según seamos nosotros dos será nuestra familia, según la categoría de familias que estemos forjando será nuestra sociedad.
Un hogar feliz, donde se respira armonía y sosiego, fruto del cariño de sus miembros fortalecido por un amor que comprende y mejora, es un imán para todo el que lo rodea. Empezando por los propios miembros que desearán estar en casa, como si de un “oasis particular” se tratase y siguiendo por los amigos de mayores y pequeños. El construir una FAMILIA con mayúsculas es un bien personal que repercute de forma directísima a la sociedad».
En fin, aunque parezca un título de cuento, les aseguro que la lectura de “...Y fueron felices” vale la pena.
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