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Lleva unos 25.000 ejemplares vendidos, dentro y fuera de España, ha sido traducida al inglés y al croata, y está en trámites para ser el guión de una película. Se trata de la saga Iván de Aldénuri, compuesta por tres volúmenes: El bosque de los Thaurroks, La herencia de Bérehor y El asedio de Muihl-Athern (ed. LibrosLibres).
Con un indiscutible sabor tolkieniano, sin embargo la saga tiene particularidades que la hacen muy apropiada para el público juvenil, y un interesante trasfondo de valores cristianos.
Su autor, Juan Antonio Pérez-Foncea, es invitado cada poco por colegios e institutos de toda España para hablar de su personaje. Actualmente prepara una segunda saga, del estilo de la anterior, "Thúval de Invérnnia, cuyo primer volumen se publicará este mismo año.
¿Cómo surgió la historia de Iván de Aldénuri? ¿Fue una inspiración?
Yo digo siempre que fue una especie de milagro. Yo soy abogado, nunca se me había ocurrido escribir nada. Ocurrió el 3 de abril de 2002 a las cuatro de la tarde, un día que estaba especialmente cansado por un tema del despacho, que estaba llevando ya varias semanas y que era muy complicado. Me puse a escribir durante veinte minutos o media hora, y luego seguí con el tema que me preocupaba.
Después de unos quince días, sin acordarme de aquello, en la pantalla de mi ordenador había un archivo que ponía historia. Como los abogados somos gente seria y no escribimos historias en el despacho, me dispuse a borrarlo, y conforme lo llevaba con el cursor a la papelera, algo dentro de mí dijo: ¿no vas a leerlo antes de tirarlo?.
Así que lo abrí, lo leí y me gustó bastante. Me recordaba a Tolkien y El Señor de los Anillos, por lo que seguí escribiendo como hobby. Lo terminé en nueve meses y lo mandé a la editorial LibrosLibres, que en seguida me contestó.
Se trata de una historia épica, y en ella se reflejan mis tres pasiones, que son la naturaleza, los pueblos europeos primitivos y el gusto por las etimologías, por el lenguaje. Creo que las palabras tienen connotaciones que van más allá de sus propios significados. Me gusta jugar con la eufonía de las palabras, inventar términos que tienen que ver con lugares en los que he vivido, idealizados.
Ahora mismo ¿en qué proyectos está trabajando?
Ahora mismo estoy trabajando en una segunda saga, sin conexión con la anterior, Thúval de Invérnnia. El primer libro está ya en fase de corrección y publicación.
Para quien no lo sepa, ese nombre corresponde a uno de los nietos de Noé, que según una leyenda, recogida en las Crónicas de Alfonso X el Sabio, fue el primer hombre que habitó en España después del Diluvio. Por supuesto, mi libro no es novela histórica, pero me parece interesante explicar el origen de este nombre.
Thúval, el personaje, tiene dos detalles, que me parecieron importantes: uno, es cojo, y otro, su estrecha relación con los animales.
Este segundo detalle se me ocurrió tras conocer la historia de una mujer judía alemana, que cuenta que cuando tenía siete años se perdió en un bosque, huyendo de los nazis. La encontraron unos lobos, y una loba, por instinto maternal, la cuidó durante todo el invierno, dándole de comer y protegiéndola. Esta historia la he asumido también para Thúval.
Respecto a la cojera, es significativo, como defecto que el personaje tiene que superar.
Sus jóvenes lectores ¿qué es lo que más aprecian de la saga?
Pues la verdad es que recibo muchas cartas, e-mails, y hay preferencias para todos los gustos. Recuerdo que el otro día en México, en la Feria del Libro de Guadalajara, vino un chico de unos 25 años que me dijo: lo que más me gusta es lo que dice de la esperanza.
En general, los lectores de más edad se fijan en los valores reflejados por el libro, mientras que los más jóvenes prefieren la acción y la aventura.
Iván de Aldénuri, y muchas otras obras, se inspiran en Tolkien. ¿Qué ha aportado El Señor de los Anillos a la literatura fantástica actual?
Se podrían dar muchas respuestas. Yo creo que en la cultura actual, tan materialista, tan artificiosa y con tantos medios técnicos, las jóvenes generaciones tienen nostalgia de mundos más románticos, más sencillos.
Por otro lado, los libros de Tolkien están llenos de valores cristianos, de valores perennes para la humanidad, valores imperecederos que calan en la gente. Aparte, yo creo que es una literatura que ha existido siempre, desde los libros de caballerías. Y que refleja muy bien la lucha entre el bien y el mal que todos llevamos dentro.
¿Podría tener también que ver con un cierto desencanto hacia el progreso, y con la búsqueda de nuevas fuentes de inspiración?
Eso es indudable, como reconocía expresamente el propio Tolkien. Pero hay más, como muestra una célebre conversación entre Tolkien y su amigo C.S. Lewis a propósito de los mitos y la búsqueda de la verdad: las historias fantásticas son verdaderas, en la medida en que despiertan esa chispa que todos llevamos dentro, de necesidad de retorno hacia Dios. Para el autor de El Señor de los Anillos, cuanto más profunda era esa búsqueda del ser del hombre, tanto más adecuadas resultaban estas historias fantásticas, de epopeyas.
La mitología es una búsqueda. ¿Qué cree usted que buscan hoy los jóvenes, cuando acuden a la literatura mitológica?
Eso lo veo yo constantemente en las cartas que recibo. Dice un autor que hoy, un niño que nace en España, lo primero que hace es bostezar. Los jóvenes viven muy alienados, todo se nos presenta como previsto, medido, tasado, y a la vez ayunos de valores. Muchos acuden a este tipo de literatura en búsqueda de valores, de sentido. Y también es literatura de evasión, que ayuda a escapar del aburrimiento del día a día. Por contra, la tentación de caer en lo esotérico es muy habitual en la literatura fantástica.
Un detalle muy poco habitual en los libros mitológicos, y por el que usted apuesta claramente en su obra, es que Iván de Aldénuri ¡tiene familia! Unos padres que le quieren mucho, unos hermanos gemelos, una hermana y una hermanita pequeña, un tío misterioso... ¿Cómo se le ocurrió?
Es verdad, en esta literatura el protagonista suele ser una persona sola, sin padres, sin arraigo, para poder afrontar el destino que le espera. Es un recurso literario muy común. En el caso de Iván de Aldénuri, lo hice de forma inconsciente, sin planificar.
Pero qué duda cabe que la familia es uno de los grandes valores del ser humano, a pesar de los ataques actuales. Conforme pasan los años, uno se da cuenta de cuán importante ha sido en su vida su familia, su infancia, sus hermanos, los libros que ha leído...
Pero en el contexto actual, en que muchos de sus lectores probablemente carecerán de referencias como los hermanos, incluso la estabilidad familiar, ¿no era un poco arriesgado por su parte proponer una familia, lo que hoy dirían muchos, tradicional?
Yo diría que todo lo contrario. La experiencia me demuestra que muchas personas, que por la razón que sea, no ha tenido una experiencia de familia plena, rica, extensa, con lazos fuertes, si llega a conocer algún caso, le sorprende y le fascina. Recuerdo el caso de una chica sueca que tenía un novio argentino, y cuando conoció a la familia de él, su primer comentario, entre lágrimas, fue: yo creía que esto ya no existía. La familia es algo maravilloso.
Por último, ¿no es arriesgado proponer hoy la existencia de una lucha entre el bien y el mal, en una sociedad que la niega?
Tampoco. Hay un dicho antiguo que dice que la verdad sólo tiene un camino. El relativismo de hoy pretende negar una cosa que es evidente, y es la existencia del bien y del mal. Y esa lucha entre uno y otro la tenemos todos, lo queramos reconocer o no. La verdadera batalla épica de la vida no es salir a la calle con una espada a matar orcos, sino que tiene lugar en nuestro interior. Hay personajes de la saga que cambian, a mejor y a peor.
Y eso es algo que siempre atraerá, por la sencilla razón de que es verdad. En una película, todos nos identificamos con el héroe, que se sacrifica a sí mismo para que triunfe el bien. Y eso es lo que un buen libro propone: que disfrutando, intentemos ser mejores.
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