ZENIT.org (Entrevista de Carmen Elena Villa)
Ante la ola de noticias que siguen presentando los medios de comunicación sobre los casos de pedofilia por parte de algunos sacerdotes católicos, la antropóloga Marta Brancatisano considera que lo más importante es pensar en las raíces del problema, en el dolor de las víctimas y en las posibles soluciones.
Marta Brancatisano participó en el congrerso Church and communications. Identiti and dialogue. (Iglesia y comunicaciones. Identidad y diálogo), que finaliza hoy en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz en Roma.
Durante su intervención denominada Abusi sui minori: ripensare il futuro, una proposta antropológica, (Abusos a menores, repensar el futuro, una propuesta antropológica) denunció que en Italia existen unas 15 redes de pedofilia. Por ello indicó que en este tiempo es necesario dirigir la atención sobre la sexualidad con una comprensión antropológica, según explica en esta entrevista a ZENIT.
Brancatisano se graduó con honores de derecho en la Universidad La Sapienza de Roma en 1968. Está casada y madre de siete hijos. Se ha dedicado a la pedagogía y al apoyo de la mujer en el ámbito profesional y familiar. Ha escrito varios libros sobre el tema.
Usted en su conferencia se refirió al tema de los escándalos de pedofilia como una situación horrible que nunca hubiéramos querido escuchar, sin embargo dice que de todo esto puede salir un resultado positivo. ¿Cuál podría ser?
Si, hay algo positivo en esta tragedia que ha golpeado a la Iglesia. Porque ha puesto en evidencia violentamente que el problema existe. Que el problema es global. Hay dos objetivos en estos hechos de escándalo y de comunicación: ¿queremos salvar la credibilidad de la Iglesia católica o queremos salvar a los niños? Personalmente no los veo como objetivos que se oponen. Pero mientras que el primer objetivo es muy parcial, el segundo, y lo digo con mucha fuerza, no puede ser parcial. Debe ser el objetivo de todo el mundo, de todas las instituciones, de todos los Estados.
¿Cuáles cree que son las raíces del problema de la pedofilia?
Creo que a nivel de mal individual, de debilidad y de perversión, la pedofilia siempre ha existido y no me refiero a la experiencia cultural del mundo griego sino un comportamiento que se puede rastrear a lo largo de la historia de la humanidad. Esa es la diferencia con el hoy: que una vez fue comportamiento comúnmente visto como destructivo mientras que hoy hay presiones culturales para que pueda ser considerado como expresión libre del ser y esto hace parte la pedofilia es el último eslabón de una concepción de la sexualidad como expresión, y no como modo para entrar en relación con el otro, que caracteriza nuestra cultura.
Usted también presentó en su conferencia otras hechos en los que la cultura de muerte golpea fuertemente a los niños.
Es aterrador. Tenemos niños soldados, una realidad bien conocida y casi oficial. Tenemos niños que son asesinados para ser usados como donadores de órganos. Niños que son ensamblados poniendo características estructurales desde el punto de vista biológico: semen del hombre, útero, para mujeres que se ilusionan de vivir la maternidad de manera consumista. Creo que nada puede ser peor en el mundo y que una última llamada a la cual vale la pena responder todos, más allá de cualquier particularidad religiosa e ideológica.
Cosas que definitivamente destruyen el futuro de los niños
Como madre de familia puedo decir que si una familia con padres sanos provoca sufrimientos a los niños, imagínese qué puede pasar con esta violación. El ser humano está hecho de lo mismo: cuerpo, alma, psique, sentimiento, instinto, pero en medio de todo esto está la libertad, por eso no somos predeterminables. En este sentido pienso que la llamada de Benedicto XVI para entrar dentro de sí y para pedir perdón, para orar, es verdaderamente una estructura importante de la solución de este problema.
En un escándalo mediático como este, ¿cómo encaminar la atención no hacia el escándalo en sí sino hacia el bienestar de los niños?
¡Es mi propuesta! La comunicación es siempre comunicación emotiva. El escándalo, lo horrible que esto tiene provoca una emoción de miedo. La invitación es a todos, también a los medios. Debemos provocar una emoción de esperanza, si queremos respetar las víctimas. No sólo castigando a los culpables sino dándole una esperanza de que lo que han sufrido no sucederá más porque racionalmente se han aplicado las soluciones. El resto me parece que es sólo un darle vueltas estériles a las emociones.Comunicar la identidad cristiana en la sociedad postmoderna, una conferencia de la teóloga laica alemana Jutta Burggraf
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