La Eucaristía, alimento para vivir en un mundo de indiferencia religiosa, constata
BARI, domingo, 29 mayo 2005 (ZENIT.org).- Benedicto XVI realizó este domingo el primer viaje a Italia de su pontificado a la ciudad de Bari para recordar a la Iglesia que la Eucaristía es el único antídoto para afrontar el desafío del consumismo desenfrenado.
Unas doscientas mil personas participaron en la celebración eucarística que el Papa presidió en la explanada de Marisabella, al clausurar ...
La Eucaristía, alimento para vivir en un mundo de indiferencia religiosa, constata
BARI, domingo, 29 mayo 2005 (ZENIT.org).- Benedicto XVI realizó este domingo el primer viaje a Italia de su pontificado a la ciudad de Bari para recordar a la Iglesia que la Eucaristía es el único antídoto para afrontar el desafío del consumismo desenfrenado.
Unas doscientas mil personas participaron en la celebración eucarística que el Papa presidió en la explanada de Marisabella, al clausurar el XXIV Congreso Eucarístico Nacional italiano, según confirmaron fuentes eclesiales de la organización.
«Desde un punto de vista espiritual, el mundo en el que nos encontramos, caracterizado con frecuencia por el consumismo desenfrenado, por la indiferencia religiosa, por el secularismo cerrado a la trascendencia, puede parecer un desierto tan duro» como el que atravesó el pueblo de Israel, aseguró el Papa.
Pero, a los cristianos, Dios les ofrece para atravesar el desierto el nuevo maná, la Eucaristía, añadió en una homilía, en la que fue interrumpido en catorce ocasiones por el aplauso de los fieles.
«Tenemos necesidad de este Pan para afrontar los esfuerzos y cansancios del viaje --reconoció el Papa--. El domingo, día del Señor, es la ocasión propicia para sacar fuerza de Él, que es el Señor de la vida».
«El precepto festivo no es por tanto --aseguró-- un simple deber impuesto desde el exterior. Participar en la celebración dominical y alimentarse del Pan eucarístico es una necesidad para el cristiano, quien de este modo puede encontrar la energía necesaria para el camino que hay que recorrer».
Este camino, aclaró, es el de la ley de Dios, que «va hacia la dirección inscrita en la esencia misma del hombre. Seguirlo significa para el hombre realizarse a sí mismo, perderlo es perderse a sí mismo».
Gracias a la Eucaristía, indicó, «el Señor no nos deja solos en este camino. Él está con nosotros; es más, desea compartir nuestro destino hasta ensimismarse con nosotros».
La homilía del Papa concluyó con una propuesta muy concreta: «tenemos que redescubrir la alegría del domingo cristiano».
La oración conclusiva del obispo de Roma fue: «que los cristianos de hoy vuelvan a encontrar la conciencia de la decisiva importancia de la celebración dominical y que sepamos sacar de la participación en la Eucaristía el empuje necesario para un nuevo compromiso en el anuncio al mundo de Cristo "nuestra paz"».
«¡Be-ne-dic-to!», gritaron en italiano en varias ocasiones los jóvenes presentes en la explanada. Decenas de miles de chicos y chicas habían dormido la noche en ese mismo lugar, con sus sacos de dormir, después de haber participar en la noche del sábado en una vigilia organizada por el Servicio de la Pastoral Juvenil de la Conferencia Episcopal Italiana.
El breve viaje del Papa a Bari, poco más de media jornada, ha demostrado que Benedicto XVI continúa con la herencia recibida de Juan Pablo II de reunir a muchedumbres. Al pasar entre la gente en papamóvil, suscitó el entusiasmo que suscitaba su predecesor.
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