Ante la falta de información oficial, los «vaticanistas» italianos marcan la pauta
CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 15 abril 2005 (ZENIT.org).- Los seis mil periodistas, fotógrafos y operadores televisivos, que han llegado a Roma para seguir los funerales de Juan Pablo II y el inicio del cónclave, buscan lo mismo: noticias.
Al interés enorme que el mundo tiene por saber cómo se están preparando los cardenales para la elección del nuevo Papa se le contrapone la falta de fuentes autorizadas para informar sobre lo que está sucediendo.
«El interés es enorme en Japón», constata por ejemplo Hiroshi Miyahira, corresponsal de «The Kosei Shimbun».
Y sin embargo, en estos dos últimos días, muchos de los corresponsales y enviados especiales daban vueltas por las dos Salas de Prensa del Vaticano o por la Plaza de San Pedro buscando inspiración.
Desde que el sábado pasado los cardenales acordaron dejar de dar entrevistas para prepararse al cónclave con un mayor espíritu de recogimiento y oración, el trabajo informativo se ha hecho mucho más difícil.
Además, según han llegado a Roma para participar en las congregaciones generales, los cardenales ya han jurado «mantener escrupulosamente el secreto sobre cualquier cosa quede algún modo tenga que ver con la elección del Romano Pontífice, o que por su naturaleza, durante la vacante de la Sede Apostólica, requiera el mismo secreto» («Universi Dominici Gregis», n. 12).
Las únicas fuentes oficiales son los comunicados que publica Joaquín Navarro-Valls, portavoz vaticano, al final de la mañana, en los que se explica la agenda seguida por la congregación general de los cardenales, sin entrar en detalles.
Este viernes, por ejemplo, se limitaba a decir que en la congregación participaron 138 cardenales y que «después de la oración al Espíritu Santo», «han dedicado toda la mañana al intercambio de ideas sobre los problemas de la Iglesia y del mundo».
«También hoy, algunos cardenales de las congregaciones y pontificios consejos de la Curia Romana han expuesto los problemas más importantes afrontados por su dicasterio», añadía.
«La reunión ha terminado con el rezo del Regina Coeli», concluía.
A la salida de la congregación general, en la puerta del estacionamiento de coches junto a la Sala Pablo VI del Vaticano, decenas de periodistas con sus objetivos esperaban a los cardenales, a pesar de que sabían que éstos no podrán ofrecer ninguna declaración.
Algunos, de todos modos, tendían la «trampa», acercándose para preguntarles qué tal van las reuniones, aunque no parecía haber ningún purpurado que cayera.
Los corresponsales con mayor experiencia, los «vaticanistas» de los periódicos italianos, se han convertido en quienes han marcado la línea informativa de las agencias y periódicos en estos últimos tres días.
Dos periódicos italianos publicaron los nombres de dos cardenales como primeros candidatos a la sucesión y, en el caso de uno de los purpurados, llegaban a afirmar que éste contaba con cuarenta o cincuenta votos.
Ninguno de los dos citaba fuentes ni explicaba cómo habían logrado pedir el parecer de estos cuarenta o cincuenta cardenales a pesar del juramento que han pronunciado. La información, sin embargo, ha corrido por todas las redacciones como la única verdadera.
El criterio aducido para la conformación de estos dos (o de otros posibles candidatos), según estas fuentes, es la supuesta «confrontación» entre «conservadores» y «liberales», palabras que tanto en el mundo, como especialmente en la Iglesia, se han convertido en sumamente ambiguas y transversales.
Ante la falta de noticias, los periodistas siguen publicando perfiles de cardenales como posibles papas. En los dos últimos días, se han publicado varios artículos sobre el dossier clínico de algunos de ellos, presentándolos como uno de los pocos criterios claros para la elección.
Ante la falta de noticias, la gran novedad de este viernes ha sido la instalación y primeras pruebas, a las 12,30 horas, de la chimenea desde la que saldrá la «fumata» que anunciará el resultado de las votaciones durante el cónclave. Seis mil profesionales estuvieron pendientes de si los tres obreros lograrían conseguir que saliera humo.
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