Tras el rezo del Ángelus, vuelve a asomarse a la ventana del hospital
CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 6 marzo 2005 (ZENIT.org).- Juan Pablo II volvió a aparecer este domingo tras la ventana del Policlínico Gemelli, con el rostro sonriente, y ofreció su sufrimiento a Dios por la humanidad en un mensaje leído por uno de sus colaboradores.
Tras la oración mariana del Ángelus, el Santo Padre se asomó sentado en su sillón para realizar con mucho más vigor que el domingo pasado el gesto de la bendición en repetidas ocasiones ante los centenares de peregrinos que se habían reunido en las afueras del hospital.
Poco antes, el arzobispo argentino Leonardo Sandri, sustituto de la Secretaría de Estado, desde el atrio de la Plaza de San Pedro, leyó el breve mensaje que el Papa había escrito para esta ocasión, dirigió la plegaria, e impartió, en nombre del obispo de Roma, la bendición apostólica.
En esos momentos, como se pudo ver por las imágenes transmitidas por el Centro Televisivo Vaticano, el pontífice seguía el Ángelus desde el pasillo de la puerta de su habitación, acompañado por el cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado, y por los médicos que le atienden.
Los peregrinos reunidos en el Vaticano pudieron seguir esas imágenes gracias a dos grandes pantallas. Cuando terminó la oración, las cortinas de la ventana del décimo piso del Gemelli se abrieron y tras los cristales apareció con rostro sereno.
«Viva el Papa», gritaron los presentes con entusiasmo al constatar que la convalecencia del Papa está avanzando satisfactoriamente. Muchos de ellos, en particular algunos polacos, lloraban de la emoción.
En las palabras que leyó monseñor Sandri, el Papa explicó que desde el hospital, junto a los fieles de todo el mundo, sigue «ofreciendo a Dios el sufrimiento por el bien de la humanidad y por nuestra purificación».
Renovó su «gratitud por tantos signos de afecto» que ha recibido en los últimos, días, en particular de «cardenales, obispos, sacerdotes y grupos de fieles, embajadores y delegaciones ecuménicas que han venido en estos días al Policlínico Gemelli».
«Deseo manifestar un especial reconocimiento por la cercanía de los creyentes de otras religiones, en particular de judíos y musulmanes --añadió--. Algunos de ellos han querido venir a rezar aquí, al hospital. Para mí es un signo reconfortante, por el que doy gracias a Dios».
Por último, el sucesor del apóstol Pedro hizo una referencia al pasaje evangélico propuesto por la liturgia de ese domingo en el que Cristo, al curar al ciego de nacimiento, se presenta como «la luz del mundo».
«Él vino para abrir los ojos del hombre a la luz de la fe. Sí, la fe es luz que guía en el camino de la vida, es llama que reconforta en los momentos difíciles», decía el Papa en el texto leído por monseñor Sandri.
«Cuando nace un niño se dice que "ha sido dado a luz" --subrayó--. Para los creyentes, nacidos en la vida sobrenatural con el Bautismo, la Cuaresma es un momento favorable para «ser dados a luz», es decir, para renacer en el Espíritu, renovando la gracia y el compromiso bautismales».
Ha sido el tercer Ángelus en un mes que el Papa sigue desde el hospital. Tras la hospitalización de los diez primeros días de febrero, el pontífice volvió a ser ingresado para ser sometido el 24 de febrero a una traqueotomía a causa de problemas de insuficiencia respiratoria.
Desde ese momento, los comunicados publicados por la Santa Sede sobre su salud han registrado consecutivamente su recuperación. Este lunes, Joaquín Navarro-Valls, portavoz vaticano, debería publicar un nuevo boletín.
Por el momento, fuentes del Vaticano no han dicho cuántos días podría permanecer todavía en el Gemelli. «Sólo lo pueden decir los médicos», dijo el cardenal Joseph Ratzinger en una entrevista transmitida este domingo por el canal público de la televisión italiana «RAI 1».
El prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que el martes pasado habló con el Papa en alemán e italiano, cree que el Papa no piensa presentar su renuncia al gobierno pastoral pues «realiza su misión de Papa también con el sufrimiento».
«Él habla con este sufrimiento. Y con esta tribulación nos hace comprender que incluso el sufrimiento es un valor positivo», concluyó.
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