almudi.org El Papa bendice a una ex prostituta que dirige casas de ayuda para meretrices
Linda Watson mantuvo hace
unos días una audiencia con Juan Pablo II para presentarle sus proyectos
En 2003 fue elegida en
Australia «La mujer más inspiradora del año». Linda Watson, tras veinte años en
el comercio sexual, ayuda hoy a prostitutas que quieren cambiar y reconstruir su
vida: «Están tan destruidas que parecen muertos vivientes», explica. Ha creado
l...
almudi.org El Papa bendice a una ex prostituta que dirige casas de ayuda para meretrices
Linda Watson mantuvo hace
unos días una audiencia con Juan Pablo II para presentarle sus proyectos
En 2003 fue elegida en
Australia «La mujer más inspiradora del año». Linda Watson, tras veinte años en
el comercio sexual, ayuda hoy a prostitutas que quieren cambiar y reconstruir su
vida: «Están tan destruidas que parecen muertos vivientes», explica. Ha creado
las «Casas de la esperanza de Linda» («Linda’s Houses of Hope»), donde las
prostituas reciben protección, refugio y atención. Watson se indigna cuando se
presentan proyectos para legalizar la prostitución: contesta que le gustaría
preguntarle a los políticos si admitirían que sus hijas o sus hermanas fueran
prostitutas.
Antonio Gaspari (29/09/04)
.-
Roma- Ha sido, sin duda, uno de los encuentros más inesperados para todos y más
emotivos para Juan Pablo II. Linda Watson ha sido la primera ex prostituta que
se ha entrevistado con el Santo Padre: «No podía creer que estuviera frente a
él. La experiencia ha sido fantástica», reconoce. Linda Watson era una joven
madre con tres hijos que no tenían para dormir más que el suelo. «Así que cuando
me ofrecieron ganar dos mil dólares por semana a cambio de dar masajes, me vi
muy tentada». Sólo tenía que probar dos meses. Si no le gustaba, podía irse sin
que nadie lo supiera. Pero cuando se dió cuenta de la verdad, ya era demasiado
tarde: «Tan pronto como empecé, perdí mi dignidad». Linda recuerda que su primer
cliente fue un alto directivo de los medios: «Inmediatamente me sentí como si
hubiera sido vendida igual que un trozo de carne». En ese momento, la situación
comenzó a estar «fuera de control». El dinero y la manipulación se convirtieron
para Linda en «una red de seguridad» para protegerse. Si intentaba dejarlo, no
sabía dónde ir para «recuperar el respeto» y poder reconstruir de nuevo su vida.
Por eso no se decidía a dejarlo. . El comercio con el cuerpo no es fácil de
abandonar, pero tampoco es imposible: «Todo sucedió el día en que murió Diana de
Gales», recuerda Linda Watson. «Fue ese día cuando me di cuenta, por primera
vez, de que la riqueza y el poder no eran la respuesta. A la princesa de Gales,
al menos, no le habían salvado la vida». Cuando Linda comenzó a buscar trabajo,
nadie quería contratarla. «En ese momento comprendí que Dios me estaba dando la
misión de salvar a otras mujeres de las redes en las que yo había caído». Pero
tampoco fue fácil entonces: «No sé en cuántas Iglesias me rechazaron, hasta que
conocí al arzobispo de Perth (Australia). Él fue el único que comprendió mi
visión de futuro y mis proyectos». Monseñor Barry Hickey, por su parte, encontró
en Linda la respuesta a sus oraciones: «Antes de conocerla no lograba encontrar
un modo de acabar con la industria sexual». El prelado explica que un asistente
social no ayuda, lo que se necesita es alguien que conozca la actividad desde
dentro: «Y ella fue un ángel de esperanza». Y así comenzó lo que hoy se llaman «Linda’s
Houses of Hope» («Las casas de la esperanza de Linda»). Proporcionan ayuda,
refugio, protección y asesoramiento a las prostitutas que desean recuperarse y
dejar la prostitución. «Algunas jóvenes vienen hasta aquí, después de atender
entre ocho y quince clientes al día, sin ropa, o incluso sin dientes a causa de
los malos tratos que reciben de sus clientes», subraya Linda. Watson se indigna
cuando oye que los políticos tratan de sacar adelante proyectos de ley para
legalizar la prostitución: «La prostitución destruye. No te quieres y además
crees que nadie lo hará nunca». Por eso, le gustaría preguntarle a los políticos
si admitirían que sus hijas o sus hermanas fueran prostitutas. «Si la gente
viera que las prostitutas viven como muertas vivientes, nunca apoyarían la
legalización». Hoy, Linda Watson es una activa defensora de los derechos de las
mujeres. El éxito que ha obtenido para que las propuestas de legalización de la
prostitución no sigan adelante, o por exponer los abusos contra las mujeres en
este mundo, contrasta con los ataques y las amenazas que ha recibido: «Yo camino
con Dios e intento “esquivar las balas”», confiesa. Todo esto es lo que Linda
Watson, hace dos semanas, expuso ante su Santidad Juan Pablo II para pedirle que
rece por ella y por su trabajo a favor de las mujeres que quieren abandonar el
comercio sexual. Mientras recuerda el Evangelio de la mujer de mala reputación
perdonada por Jesucristo, Linda asegura emocionada que «no podía creer que
estuviera junto al Santo Padre. Ha sido verdaderamente extraordinario». Zenit