almudi.org El Prelado del Opus Dei confía a las familias la evangelización de la
sociedad bajo la protección de la Virgen
Monseñor Javier Echeverría presidió la
concelebración eucarística de la Jornada Mariana de la familia desde el altar
exterior situado en la explanada del Santuario de Torreciudad. Recogemos algunos
fragmentos de la homilía.
04 de septiembre de 2004
Queridísimas familias:
Un año más he de agradecer al Señor el regalo de poder ce...
almudi.org El Prelado del Opus Dei confía a las familias la evangelización de la
sociedad bajo la protección de la Virgen
Monseñor Javier Echeverría presidió la
concelebración eucarística de la Jornada Mariana de la familia desde el altar
exterior situado en la explanada del Santuario de Torreciudad. Recogemos algunos
fragmentos de la homilía.
04 de septiembre de 2004
Queridísimas familias:
Un año más he de agradecer al Señor el regalo de poder celebrar esta XV Jornada
Mariana de la Familia, con todos vosotros, venidos a este Santuario de Nuestra
Señora de Torreciudad desde tantos puntos de España y desde algunos países
vecinos.
Estamos aquí –en “la casa de la Virgen” y envueltos en el entrañable recuerdo de
san Josemaría Escrivá de Balaguer– como testigos de la familia y de la
vida.(...)
Hoy nos encontramos en Torreciudad para avivar en nosotros estas certezas de fe
y para proclamar que el matrimonio es también “sacramentum magnum” : signo
eficaz de la presencia del Señor en el mundo y manifestación del amor
indefectible con que Cristo ama a su Iglesia y la hace fecunda. Hemos venido a
reafirmar, con el Papa Juan Pablo II, que “en la visión cristiana del
matrimonio, la relación entre un hombre y una mujer –relación recíproca y total,
única e indivisible– responde al proyecto primitivo de Dios”.(...)
Sí, hermanas y hermanos, hijas e hijos míos: celebramos esta XV Jornada Mariana
de la Familia como expresión inequívoca de nuestro compromiso de “proponer con
fidelidad la verdad sobre el matrimonio y la familia” , tal como la hemos
recibido de Dios. A través de su Vicario en la tierra, el Señor nos convoca para
vivificar la sociedad con las enseñanzas perennes de la Iglesia, pues “son
muchos los factores culturales, sociales y políticos que contribuyen a provocar
una crisis cada vez más evidente de la familia”, y que a veces llegan a
desvirtuar “la idea misma de la familia” . (...)
Ante una situación semejante, que puede afectar a millones de personas de España
y del mundo, el lema escogido para la Jornada de este año es especialmente
significativo: “la familia cristiana, esperanza del mundo”.
Queridas familias, tened la gozosa certeza de que esto es así: sois la esperanza
de la Iglesia y del mundo. El Señor espera a nuestra fidelidad –unida a la de
tantos otros– para iluminar este mundo, el Señor cuenta con vosotros –en
palabras de san Josemaría– “para ahogar el mal en abundancia de bien” y para
llevar de nuevo al mundo el mensaje salvador de su Evangelio. (...)
Por eso os invito, con Juan Pablo II, a no cerrar a Cristo las puertas de
vuestra vida y de vuestro hogar. ¡Abridlas de par en par! Dejad que entre en
vuestras almas y en vuestras casas la Luz que disipa todas las tinieblas .
Secundad la “luminaria de la fe y del Amor” , que nos habilita para dar
testimonio cabal de la verdad sobre el matrimonio y la familia: sobre su unidad
e indisolubilidad; sobre el auténtico amor de los esposos, abierto siempre a la
vida –no tengáis miedo a la llegada de otros hijos-; sobre la mutua fidelidad en
las tristezas y alegrías; sobre la generosidad y la delicadeza en el trato;
sobre el olvido de sí, sobre la dedicación a los hijos y al servicio a la
sociedad... Acoged en vosotros la Luz divina, para que ese cúmulo de realidades
–casi siempre ordinarias y aparentemente sin esplendor– que configuran la vida
matrimonial y familiar, brillen en vuestro hogar con todo su relieve humano y
sobrenatural y lo conviertan en una verdadera “iglesia doméstica”: en cauce de
santidad y apostolado.
San Josemaría os ayudará a profundizar y hacer vida estas enseñanzas perennes
sobre la familia. Su predicación está llena de ejemplos que rezuman sentido
cristiano y sentido común, válidos para todas las épocas. No me resisto a
transcribiros alguna de sus espontáneas consideraciones:“A los que estéis
casados os felicito; pero os digo que no agostéis el amor, que procuréis ser
siempre jóvenes, que os guardéis enteramente el uno para el otro, que lleguéis a
quereros tanto que améis los defectos del consorte, siempre que no sean una
ofensa a Dios”. (...)
Permaneciendo siempre cerca del Señor, Él os concederá una “descarada carga
apostólica”, repleta de comprensión y eficacia, para acometer la inmensa tarea
de la nueva evangelización de las familias que la Iglesia debe llevar a cabo.
Uno a uno, familia a familia, llegaréis a miles de personas y hogares y les
mostraréis la grandeza humana y sobrenatural de la vocación matrimonial.(...)
Del deseo de defender el matrimonio y la familia nace también el amor al propio
país, al que amamos como buenos ciudadanos. Este derecho y deber no se limita al
ámbito estrictamente religioso o espiritual, porque como conocéis, la familia,
“comunidad de vida y de amor” , es la célula básica y esencial de la sociedad;
y, protegiéndola, hacéis un gran bien a vuestro pueblo y ayudáis a que los
gobernantes y los dirigentes sociales tengan en cuenta –no deben ignorarlos– los
deseos legítimos de sus ciudadanos, a los que han servir honestamente, en la
búsqueda sincera del bien común que legitima la autoridad.(...)
Tennos de tu mano, Virgen bendita; intercede ante Dios por nuestras familias y
por todas las familias de la tierra. Haznos fieles apóstoles de tu Hijo para
desarrollar –muy unidos al Papa y todos los Pastores de la Iglesia– la
evangelización de la sociedad. Y muéstranos, finalmente, a Jesús, fruto bendito
de tu vientre.
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Oficina de información
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