almudi.org CLONACIoN TERAPeUTICA
ABC, 14-VIII-04
LA llamada «clonación terapéutica» se presenta como un
avance científico al servicio de la Humanidad (las mayúsculas que no falten);
para que la patraña resulte más convincente y vencer las reticencias de quienes
aún se atreven a oponer ciertos reparos éticos a la destrucción masiva de
embriones, se utiliza el dolor de los enfermos, prometiéndoseles que la
clonación será la purga de Benito. El...
almudi.org CLONACIoN TERAPeUTICA
ABC, 14-VIII-04
LA llamada «clonación terapéutica» se presenta como un
avance científico al servicio de la Humanidad (las mayúsculas que no falten);
para que la patraña resulte más convincente y vencer las reticencias de quienes
aún se atreven a oponer ciertos reparos éticos a la destrucción masiva de
embriones, se utiliza el dolor de los enfermos, prometiéndoseles que la
clonación será la purga de Benito. El parkinson, la diabetes, la leucemia, la
esclerosis múltiple, el alzheimer -se afirma sin empacho- serán aniquilados como
por arte de ensalmo, una vez que las autoridades gubernativas autoricen la
experimentación con embriones. Y, naturalmente, los enfermos que padecen estas
afecciones pican el anzuelo: se les ofrece una tabla de salvación; y, como
náufragos que están a punto de claudicar, se aferran obstinadamente a ella.
Quienes les han tendido dicha tabla saben que les están vendiendo humo; pero se
aprovechan de su ignorancia y, lo que aún resulta más sórdido, de su
sufrimiento. Y es que detrás del engañabobos de la llamada «clonación
terapéutica» hay dinero, mucho dinero, infinitamente más del que podamos
imaginar.
La sarta de patrañas se inicia con la retahíla de
enfermedades que, según los apóstoles de la llamada «clonación terapéutica», se
remediarán de la noche a la mañana. Muchas de ellas son de etiología desconocida
o apenas dilucidada; otras muchas carecen de tratamiento satisfactorio.
Simplemente, la ciencia aún no ha establecido sus causas ni su diagnóstico.
¿Cómo es posible prometer un remedio para enfermedades casi ignotas?
Aprovechándose de la credulidad de la pobre gente, mercadeando con sus
aflicciones y padecimientos. Del mismo modo que antaño los charlatanes de feria
prometían a su clientela la curación de sus achaques si compraban tal o cual
elixir o bebedizo, hoy las multinacionales de la genética presentan la llamada
«clonación terapéutica» como la panacea que salvará a millones de enfermos
desahuciados. La segunda patraña actúa como corolario de la primera y es, a la
vez, más rocambolesca y abyecta. Una vez que se ha convencido a la pobre gente
de que la llamada «clonación terapéutica» remediará todos los males habidos y
por haber, se presenta dicho espejismo como una solución al acceso de cualquier
bolsillo. Pero la realidad es muy otra. ¿Quiénes serían los beneficiarios de la
llamada «clonación terapéutica»? No, desde luego, los enfermos de escasos
recursos que aguardan el resultado de estas experimentaciones como un maná
llovido del cielo, sino una clientela muy adinerada, capaz de afrontar ingentes
gastos. ¿O es que esos enfermos desahuciados piensan que la Seguridad Social
financiará la compra de oocitos, el cultivo de embriones, la obtención de
células madre, el personal cualificado para su manipulación, las pólizas de
seguro derivadas de los riesgos que se asumen en una técnica tan costosa y
arriesgada? ¿A tales extremos utópicos alcanza la credulidad? La llamada
«clonación terapéutica», si finalmente demostrara sus efectos curativos, sólo
beneficiará a unos pocos millonarios. ¿Por qué los gobiernos que se apresuran a
permitir la experimentación con embriones no empiezan por aclarar que la sanidad
pública jamás podrá asumir los costes de esta nueva modalidad de
medicina-ficción?
Comprobará el lector que ni siquiera he entrado a discutir
aquí el estatuto del embrión, a quien asiste la dignidad inherente a toda vida
en ciernes. Considero superfluo oponer argumentos jurídicos o morales a una
engañifa tan gruesa. La llamada «clonación terapéutica», presentada aviesamente
como una panacea científica, es tan sólo un negocio pingüe ideado por quienes
hacen del sufrimiento ajeno un medio de lucro. ¿Por qué lo llaman Progreso
cuando quieren decir Dinero?
Juan Manuel DE PRADA
http://www.abc.es/abc/pg040814/prensa/noticias/Opinion/Colaboraciones/200408/14/NAC-OPI-005.asp