Alberto Tena, indaga en las ideas y planteamientos que acompañaron al origen de esta propuesta, hace más de dos siglos
De la mano de los autores Thomas Paine y Thomas Spence, el investigador y activista de la renta básica universal, Alberto Tena, indaga en las ideas y planteamientos que acompañaron al origen de esta propuesta, hace más de dos siglos. La entrevista la realizó Sarah Babiker.
Thomas Paine y Thomas Spence vivieron en el siglo XVIII, y no solo compartieron nombre y época si no también el anhelo de que el nuevo mundo que despuntaba lo hiciera garantizando el acceso de todas las personas a un sustento. En torno a esta idea, escribieron artículos y elaboraron propuestas. Más de dos siglos después, el investigador Alberto Tena, un activista a favor de la renta básica inmerso en los debates sobre su pertinencia y factibilidad, rescata algunos de sus textos en el libro Los orígenes revolucionarios de la renta básica (Postmetrópolis, 2021).
Mediante la genealogía de esta propuesta, el autor consigue reubicar el debate extrayéndolo de la urgencia del presente, y recordando el contexto de transición hacia otro modelo en el que estas primigenias defensas de diversas formas de renta básica fueron publicadas y difundidas.
Que Paine y Spence están en el origen de la idea lleva siendo tiempo consenso académico. Pero en concreto, en el último libro que sacan Van Parijs y Vanderborght del 2017 [Ingreso básico: una propuesta radical para una sociedad libre y una economía sensata], que es ya como el super manual, hablan de la prehistoria y la historia de la renta básica, es ahí cuando cuentan un poco de lo que yo desarrollo en el libro. También en Capital e Ideología Thomas Pikkety cita a Paine, está en muchos lados este autor.
De hecho, muchos de quienes defienden la renta básica piensan que es un idea que surge en los años 80 y a menudo se la acusa incluso de neoliberal, por aparecer (según creen) justo en el momento en el que hay un retroceso en la hegemonía socialdemócrata y el neoliberalismo va ganando terreno. Una idea, dicen los críticos, que además se centra mucho en el individuo y todas estas cosas. Entonces, echar esta mirada atrás y además, en un momento histórico que es cuando el capitalismo está empezando a asentarse como forma dominante de organización social y mezclado con la Revolución Francesa, con la independencia de Estados Unidos, es muy interesante. Implica ver cómo en este contexto de mucho cambio y efervescencia de repente está surgiendo una idea que —vista con los ojos de ahora— es la idea de fondo que hay de las propuestas de renta básica en general, planteada como una especie de defensa de la vida frente a la propiedad, o lo que ahora llamamos capitalismo, que en este momento aún no tenía ese nombre.
A mi lo que me llama y me engancha mucho es que justo ahí, la justificación de la renta básica, en un momento en el que los conceptos de robotización o desempleo no existen, la discusión está totalmente centrada en la idea teísta de que la propiedad de la tierra dios nos la ha dado en herencia a todo el mundo por igual y que, por lo tanto, las propuestas de renta básica o capital básico de Paine es una manera de devolvernos esta herencia de lo común, y la propiedad común de la tierra. Mirar a ese pasado da una perspectiva más comunitaria y menos individualista de la renta.
Paine es un tipo muy interesante, que yo conocí gracias a sin permiso, Daniel Raventós, etc porque a parte de que tiene estas frases colosales que se te quedan como “es justicia y no caridad, es cuestión de derecho”, el tipo vive en primera persona la independencia de Estados Unidos y escribe uno de los textos llamado Sentido Común, que es el mayor best seller de la historia, y se vuelve un personaje muy importante dentro del proceso de independencia. Pero luego se va a Francia y vive también en primera persona la revolución francesa. Lo curioso e interesante es que el texto de Justicia Agraria, que es el más conocido, surge en medio de los debates tan profundos que hay en medio de la revolución francesa sobre qué hacemos con el tema de la propiedad y la redistribución de la riqueza.
Es difícil hacer paralelismos muy claros, pero lo que sí creo que es un paralelismo que se puede hacer, o que es interesante pensarlo de este modo, es que aquel era un momento de transición entre dos mundos: el inicio de la modernidad. Y ahora estamos en transición hacia otra cosa que todavía no está escrito lo que puede ser. Creo que no es casualidad que en este tipo de momentos surjan ideas similares.
También —esto lo cuento al final del libro en el contexto de Paine y también de Spence en Inglaterra— están las leyes de pobres que con todas las salvedades del mundo son sistemas similares a las rentas mínimas que podemos tener ahora. Los autores las conocen y están en muchas momentos en conflicto con ellas. Paine había sido administrador de estas leyes de pobres: estaban ejerciendo una función dentro de este proceso de transición, de sostenimiento de la gente a las que habían dejado sin tierras para poder producir, tras privatizarlas. De ahí la necesidad de estas leyes que daban sustento a las familias pobres. Viendo los problemas que estaban surgiendo ahí, e incluso los problemas que había en EE UU, llegar a Norteamérica era llegar a un mundo entero abierto a todas las posibilidades, esta idea aparece y parece razonable. Así, creo que existe un paralelismo interesante en cómo es razonable en ese momento y es razonable ahora pensar en que podemos tener una herramienta de seguridad de las características de la renta básica.
Este es uno de los puntos clave por los que me parece útil volver a leer a esta gente. Por ejemplo, el texto de los derechos de los infantes de Spence gira en torno a la misma idea de cómo el derecho a la vida debe y puede ser garantizado en una sociedad. Es un razonamiento teológico el que ellos hacen pero que es de sentido común defender esto. Lo plantean en muchos sentidos como una defensa frente a lo que está apareciendo en estos momentos, a la economía dominante, a mi me parece muy potente.
Me llamó mucho la atención ver que el debate en contra del proceso de cercamiento de tierras de Federici —que lo retoma de Marx— es uno de los inputs principales para empezar a escribir y terminar introduciendo la idea de la necesidad de una renta básica. Spence lo cuenta como un problema local de New Castle, que es una ciudad del norte de Inglaterra, lo presenta como un problema muy acotado pero que con la perspectiva histórica sabemos la importancia que tuvo ese debate para la conformación de lo que llamamos capitalismo. Creo que ese es de los puntos que me ha llevado a pensar que tenía sentido traducir estos textos.
Una de las cosas que ves cuando estudias el texto de Justicia Agraria es que se escribe en un contexto de debate, ya a casi 10 años del inicio de la Revolución Francesa cuando a los jacobinos les han conseguido echar y ha empezado este momento que se llama la revolución termidoriana, cuando se dan una serie de pasos atrás, uno de ellos es el de volver a ligar —en la nueva constitución que quieren realizar los termidorianos— el derecho al voto, los derechos políticos con los derechos de propiedad, que esto es una cosa que lo jacobinos habían quitado.
Cuando Paine está escribiendo Justicia Agraria, entra en este debate diciendo: no, la revolución solo puede seguir siendo la grandiosa revolución en la que yo he participado si sigue manteniendo la idea de que sin derechos materiales, los derechos políticos no son posibles, y por lo tanto la redistribución en forma de capital básico de la propiedad es fundamental para que todo el mundo tenga los mismos derechos políticos. Mezcla las dos cosas de una forma muy intuitiva, de hecho no habla de derechos políticos y derechos económicos porque es una cosa muy posterior. Pero lo explica de esta manera: no podemos desviar una cosa de la otra porque si no los principios de la revolución se van a caer.
Es muy interesante, además, que en los debates sobre la renta que mantienen Paine y Spence, sobre todo el primero, hay una misma estructura: primero una especie de debate ético normativo de lo positiva y filosóficamente justa que es la medida, pero luego el tío se pone a hacer cuentas —igual que han hecho Daniel Raventós, Lluis Torrens y Jordi Arcarons—, se va a ver los presupuestos de Inglaterra, saca el dinero en las proyecciones y te explica cómo se implementa, a partir de parroquias locales, etc, que eran las que sustentaban en ese momento las ayudas de pobres.
El texto en el que Paine habla de esto lo escribe en 1775, más de 20 años antes de Justicia Agraria y antes de la revolución francesa, cuando llevaba poco tiempo en Estados Unidos. El dato de un décimo [que una décima parte de lo heredado pase al común] lo da en el de Justicia Agraria pero en este que firma como Amicus habla como inglés recién llegado a Estados Unidos que dice: aquí estamos haciendo una revolución, vamos a ganar dentro de poco la guerra de independencia, cómo no vamos a tener una propuesta que diga que a todos los jóvenes que empiezan su vida en este nuevo país hay que darles un mínimo básico para que después puedan desarrollarse y hacer su vida con libertad. El artículo es muy bueno porque lo cuenta con total naturalidad, dice: en Inglaterra tenemos una serie de cosas que no están funcionando muy bien. Pero ya que hemos venido aquí y estamos haciendo una cosa nueva, pues vamos a intentar hacer esta propuesta
Lo que estoy estudiando ahora es cómo surgen estos debates en EE UU, una cosa que tampoco solemos recordar es que Martin Luther King y el movimiento por los derechos sociales —una parte del movimiento se llamaba movimiento por el bienestar— tenían proyectos de renta básica o, si se quiere matizar, medidas como rentas garantizadas en sus agendas. Luego estaban también los técnicos o los economistas que estaban elaborando propuestas, pero esta vía se defendía desde la movilización popular. Sobre todo el movimiento afroamericano, aparecen y dicen: nos estáis dejando a un cuarto del país fuera del bienestar.
También dentro del feminismo ves que hay una historia de debates sobre este tema. A principios del siglo xx, también en Inglaterra, con los salarios de ama de casa y todos esas discusiones, aparecen propuestas de renta básica. De hecho yo creo que el sujeto de movilización son los movimientos más fuertes ahora: el feminismo y el ecologismo, creo que son dos grandes movimientos que podrían incorporar en sus propuestas formas de renta básica. Pero hay tensiones en la izquierda con apoyar o no la renta básica, en el feminismo también hay controversia, mientras en el ecologismo creo que está empezando a surgir ahora el debate sobre cuál podría ser la función de una renta básica. En mi opinión, por ahí tienen que ir los tiros.
Creo que las dos cosas. A nivel de no verlo como algo deseable, creo que la épica del trabajo es clave: ahí hay una pelea de la renta básica que es cultural, y es muy fuerte. Por ejemplo, con las ayudas universales por hijo o las pensiones universales la gente sí que acepta que si tu eres mayor, de una cierta edad, hayas cotizado mucho o poco tú tengas derecho a una pensión. Y tenemos las pensiones no contributivas que cubren ese espacio aunque sean muy bajas. Habría un cierto sentido común para aceptar que si tú eres menor de edad también deberías tener la existencia garantizada. La traducción de los derechos de los infantes es súper interesante en este debate: Spence es el que escribe, pero lo hace como si fuese una mujer discutiendo con un aristócrata, y precisamente apunta al derecho a la existencia de los infantes, como una pelea básica que tienen que dar las mujeres contra los terratenientes en ese momento. Lo más difícil es defender esta idea con quienes están en edad de trabajar porque aquí sí que esa épica del trabajo opera de forma muy fuerte, el tema de las paguitas y demás.
Por eso son súper potentes para mí los debates sobre la renta básica, porque van a tocar puntos clave de la ideología dominante. Y sobre la financiación yo creo que el mayor éxito de las propuestas que han hecho Raventós, Torrens y Arcarons es que han demostrado que matemáticamente se puede, han ayudado a romper un poco esta idea de la imposibilidad, además haciendo unos casos muy específicos, poner cifras aproximadas para hacernos una idea: obviamente es una medida cara y compleja de hacer, pero creo que se ha dado mucha pelea para combatir esa idea de que no es financiable.
Volviendo a los cercamientos, algo que hacen los historiadores marxistas ingleses —el grupo integrado por gente como Eric Hobsbawm, E.P. Thompon o Christopher Hill— en los años 60 es empezar a reconstruir e investigar todos estos movimientos populares de Inglaterra, que son super visibles a finales del siglo XVII, la Commonwealth of England, Cromwell y demás. Rescatan estas tradiciones que son muy conocidas como los Levellers, o los True Levellers que vienen de una serie de sectas protestantes que se oponían a la iglesia oficial de ese momento a partir de nociones comunitaristas de la tierra. El libro lo termino con una cita de uno de estos tíos del siglo XVII que básicamente vienen a promulgar ya la idea de los derechos humanos a la propiedad común de la tierra, y que de ahí surja también la idea de la renta básica me parece una idea importante, de la que no se habla.
Frente a la acusación que se hace a esta herramienta de querer disolver lo comunitario, la intención que yo tenía al rescatar estos textos es romper esa idea. Como Milton Friedman hizo su propuesta del impuesto negativo que es una idea similar a la renta básica en muchos sentidos, pues hay mucha gente que acusa a la renta básica de ser una propuesta neoliberal porque surge en los 80, pero no, hay ideas de fondo que están en la base de la renta básica que vienen de un mundo que lo que está haciendo es resistir a la llegada del capitalismo y encontrar formas alternativas de vida y de existencia que no sean solo trabajar para otra persona, para el propietario.
Sarah Babiker, en elsaltodiario.com/
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