Ofrecemos una selección de preguntas y respuestas de las últimas entrevistas al prelado del Opus Dei, publicadas en varios medios de comunicación
Mons. Fernando Ocáriz habla sobre el próximo centenario, el papel de los laicos en la difusión del Evangelio, las respuestas a críticas y errores o el compromiso del Opus Dei de servir a la Iglesia.
Ofrecemos las preguntas y respuestas organizadas por temas:
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1. CAMINO HACIA EL CENTENARIO DEL OPUS DEI
El Opus Dei se encamina ya hacia el centenario de su fundación, en 2028: ¿qué pasos están previstos y qué se espera de esta larga preparación?
En los años que preceden al centenario, queremos interrogarnos sobre las necesidades y los desafíos de la Iglesia y del mundo. Queremos profundizar en nuestra identidad y estudiar cómo la Obra puede contribuir a la santificación de la vida ordinaria a través de su carisma. En este tiempo, por tanto, miraremos al conjunto (la Iglesia y el mundo) y hacia dentro (la Obra), con la esperanza de que nuestras miradas converjan en un momento de gracia. (Entrevista con Avvenire, 30-VI-2024)
¿Cómo prepara el Opus Dei la proximidad del centenario de su nacimiento?
El beato Álvaro del Portillo solía rezar esta oración: “Gracias, perdón, ayúdame más”. Me parece una buena inspiración de cara al centenario. Agradecer a Dios los dones recibidos y la vida santa de tantas personas en estos cien años; dolernos por los errores cometidos; y pedirle ayuda para el futuro, pues sin Dios no podemos hacer nada. (Entrevista con El Mercurio de Chile, 28-VII-2024)
¿Luces y sombras, según su parecer, en esos casi cien años de historia?
El Opus Dei ha sido y es un don del Espíritu Santo para la Iglesia, como recuerda el Papa Francisco en Ad charisma tuendum. Veo la Obra como una luz que inspira a muchas personas a tener un encuentro con Jesucristo a través de las tareas comunes de la vida cotidiana: el trabajo, la familia, las relaciones sociales. Diría que estas son las luces principales, cuyo protagonista es Dios que interviene en la historia.
Entre esas luces, querría recordar a tantas personas de la Obra que han pasado por esta tierra tratando de hacer el bien, con sus virtudes y sus defectos. En la actualidad, fallecen anualmente unas mil personas del Opus Dei. En la mayoría de los casos, son gente sencilla, normal, anónima, que ha procurado sembrar paz y alegría a su alrededor, en contextos a veces difíciles.
Otras veces, son personas que han sido públicamente puestas como ejemplo para los fieles, como Guadalupe Ortiz de Landázuri, el primer fiel laico del Opus Dei que ha sido beatificado, profesional de la química que desarrolló un amplio apostolado de amistad en España, en México y en Italia. O, más recientemente, el pediatra guatemalteco Ernesto Cofiño, médico y padre de familia que la Iglesia ha declarado venerable en diciembre de 2023. Entre otras cosas, el Dr. Cofiño se comprometió con los niños desnutridos y las familias pobres de su país, creando numerosos comedores y centros asistenciales y desarrollando una amplia labor de evangelización entre sus familiares, colegas y amigos.
Al mismo tiempo, en la historia del Opus Dei también hay sombras y equivocaciones, porque está formado por seres humanos falibles. Las buenas intenciones no eliminan la posibilidad de error, y eso se debe aceptar con humildad. En particular, duele saber de personas que han estado en contacto con la prelatura y han quedado heridas por alguna falta de caridad o de justicia: situaciones de falta de apoyo emocional, errores en los procesos de incorporación, negligencias en el acompañamiento de personas que dejaron el Opus Dei, etc. Se debe aprender de los errores y seguir mejorando, con la ayuda de Dios. (Entrevista con El 9 Nou, 24-IX-2024)
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¿Qué se mantiene y qué ha cambiado en la Obra durante todo ese tiempo?
En el Opus Dei hay un espíritu de fondo, un mensaje significativo sobre la santidad en medio del mundo, que no ha cambiado: es el núcleo inmutable que le da sentido, porque, como sucede en las instituciones, si el Opus Dei existe es precisamente para conservar y difundir en el tiempo un determinado mensaje.
Al mismo tiempo, ya el fundador, san Josemaría, teniendo clara la necesidad de mantener intacto ese espíritu, decía que con el tiempo las formas pueden y deben cambiar. En cien años, la sociedad y la Iglesia han evolucionado mucho, y el Opus Dei también, pues es parte de la Iglesia y de la sociedad. Las transformaciones que han implicado fenómenos como la globalización, la conquista femenina del espacio público, las nuevas dinámicas familiares, etc., encuentran reflejo en el Opus Dei como institución y en la vida real de sus miembros. Saber cambiar ─modelando cualquier cambio desde lo esencial─ es un requisito para poder seguir siendo fieles a una misión.
Por diferentes motivos, han cambiado en estos años el marco jurídico, algunos modos apostólicos y muchas otras cosas quizá poco visibles pero que tienen importancia: por ejemplo, se ha insistido en la separación neta entre gobierno y dirección espiritual, se han adoptado medidas para garantizar mejor y reforzar la plena libertad y voluntariedad en los procesos de incorporación, se han puesto al día modos prácticos en que se manifiesta la exigencia de vivir la virtud de la pobreza en medio del mundo, etc. (Entrevista con El 9 Nou, 24-IX-2024)
El Papa Francisco llamó a reforzar el carisma esencial del Opus Dei. ¿Cómo caracterizaría, en pocas palabras, ese carisma?
En pocas palabras, lo describiría como la búsqueda de Dios, el encuentro con Dios los brazos abiertos a todos ─y en ayudar a muchas otras personas a ese mismo encuentro─ en la vida ordinaria, en el trabajo, en la familia, en la calle. Con palabras del Papa Francisco, se trata de “difundir la llamada a la santidad en el mundo, a través de la santificación del trabajo y de las ocupaciones familiares y sociales”. (Entrevista con El Mercurio de Chile, 28-VII-2024)
Se trata, además, de un carisma que se configuró hace casi cien años, en un mundo muy distinto. ¿Debe experimentar revisiones y cambios, de acuerdo al paso del tiempo?
En cien años, la sociedad y la Iglesia han evolucionado mucho, y el Opus Dei también, pues es parte de ellas. No somos indiferentes a fenómenos como la globalización, la conquista femenina del espacio público, las nuevas dinámicas profesionales y familiares, etc. Como afirmaba san Josemaría, cambian los modos de hacer y de decir, pero permanece la esencia, el espíritu. Saber cambiar, en ese sentido, es necesario para ser fieles a una misión. La clave es modelar cualquier cambio desde lo esencial, desde ese núcleo o carismaque no podemos modificar porque, como todo carisma, es un regalo de Dios. (Entrevista con El Mercurio de Chile, 28-07-2024)
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¿Qué espera usted del Opus Dei para los siguientes 50 años?
Proyectado en el tiempo, me gustaría que el Opus Dei fuera propagador de amistad, de fe manifestada en obras, de libertad de espíritu y creatividad para llevar a cabo la misión evangelizadora de la Iglesia y colaborar en la construcción de una sociedad justa. (Entrevista con Semana, 17-VIII-2024)
¿Cuáles han sido los hitos más importantes del desarrollo institucional del Opus Dei y adónde se encamina en el siglo XXI?
Diría que los hitos más importantes son los menos visibles: la gracia de Dios que actúa en millares de personas, que responden afirmativamente al seguimiento de Jesucristo en medio del mundo. O tantas historias de arrepentimiento, de conversión, que se producen en personas de la Obra y en otras que frecuentan sus apostolados.
En el plano institucional, recordaría la canonización del fundador, el 6 de octubre de 2002. Ante la multitud reunida en Roma, san Juan Pablo II se refirió a Josemaría Escrivá como “el santo de la vida ordinaria”. Esta expresión es también una guía para el Opus Dei del futuro, sobre el que usted pregunta: lo fundamental no son las actividades, las estructuras o los números, sino ayudar a muchísimas personas ─con la gracia de Dios─ a encontrar a Dios en la calle, en la fábrica, en el hospital, etc. o, con palabras de nuestro fundador, a “transformar la prosa diaria en endecasílabo, en verso heroico”. (Entrevista con El 9 Nou, 24-IX-2024)
¿Cuál es la situación actual del desarrollo del Opus Dei en el mundo? ¿Hay planes específicos de expansión de cara al centenario? ¿En qué países hallan más dificultades?
[...] Los obstáculos externos provienen a veces de la secularización ambiental, de ciertos estilos de vida que dificultan formar familias duraderas o comprender el celibato o las vocaciones dedicadas al servicio y al cuidado, etc. También hay obstáculos a los que todo cristiano en medio del mundo debe hacer frente, como el peligro de la mundanización. En este sentido, como no existe un contexto de fe compartido, se requiere una especial finura de corazón para ser coherente con los propios compromisos familiares o vocacionales.
Desde el punto de vista geográfico, la diversidad cultural y religiosa es muy amplia. No es lo mismo encarnar una vocación cristiana en ciudades de mayoría musulmana como Mombasa (Kenia) o Surabaya (Indonesia), que en Lisboa o Varsovia. Como saben bien las personas de la Obra que viven en estos lugares, la siembra evangelizadora mira a un horizonte de decenios, como en China o Corea del Sur. En estos países, junto a las dificultades, se advierte también un fuerte dinamismo eclesial traducido en conversiones, bautizos de jóvenes y adultos, etc.
Por otra parte, la Obra se encuentra desde hace unos años en un momento de reestructuración de circunscripciones con el fin de mejorar el gobierno y la acción apostólica [...] (Entrevista con El Debate, 22-VI-2024)
En el Opus Dei hay gente de todas las edades ¿Qué puede hacer usted, como padre y prelado, para animar una cooperación intergeneracional dentro de la Obra?
En mi casa, en Roma, convivimos desde una persona de 102 años hasta otra que aún está en sus 30. Entre otras muchas cosas, los mayores aportan su experiencia, los jóvenes su ilusión y su vitalidad. Si los jóvenes miran con cariño y comprensión a los abuelos (o en general a los mayores) y los mayores a los jóvenes, las familias y los distintos ambientes de la sociedad se llenan de esperanza. Actualmente, por ejemplo, las exigencias laborales de las familias necesitan de manera especial la ayuda de los abuelos y abuelas para la educación de los hijos. Y los límites físicos de los mayores necesitan del apoyo de los jóvenes. Deberíamos afrontar la vivencia intergeneracional con cariño, sabiendo que a veces implica sacrificios por ambas partes. (Entrevista con Semana, 17-VIII-2024)
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4. LOS LAICOS EN LA IGLESIA Y LA SOCIEDAD
¿En qué consiste el servicio que un miembro del Opus Dei puede prestar a la Iglesia?
La vocación específica de los miembros del Opus Dei ─que en su inmensa mayoría son laicos, sólo un 2% son sacerdotes─ llama a un encuentro personal con Cristo en la familia, en el trabajo, en las relaciones sociales… sabiendo que la búsqueda de la santidad no es algo para supermujeres ni superhombres, sino para gente de carne y hueso, con aciertos y errores. Especialmente hoy, subrayaría que algunas manifestaciones de ese servicio que un miembro de la Obra puede realizar dentro de la Iglesia es el cuidado de las personas ─en la familia, en el trabajo, etc.─, la siembra de comunión y fraternidad en la Iglesia y en los ámbitos de la sociedad en los que se mueva. La “santidad en medio de la calle” que predicaba san Josemaría impulsa a buscar soluciones dignas a los problemas de cada contexto y de cada tiempo. (Entrevista con Semana, 17-VIII-2024)
Cuál diría usted que es el principal aporte de la institución que encabeza a la vida de la Iglesia?
La principal aportación del Opus Dei es acompañar a los laicos (98% de sus miembros) para que sean protagonistas de la misión evangelizadora de la Iglesia en medio del mundo, uno a uno. Los laicos no son meros receptores o actores secundarios, sino protagonistas de la evangelización, que pueden llevar el calor y la amistad de Cristo allí donde hace más falta: a las aulas, a las barriadas, a los campos de fútbol, a los hospitales, a las oficinas, a las familias, a los pobres y a los ricos… a todos. Los laicos son la inmensa mayoría de la Iglesia, y a ellos se dirige más específicamente la labor de evangelización del Opus Dei.
Se trata de una labor de acompañamiento espiritual, de vivificación cristiana, que evita interferir en sus legítimas opciones terrenas: sus acciones en la sociedad ─sus aciertos y sus errores─ serán responsabilidad suya, no de la Iglesia ni del Opus Dei. Atribuir al Opus Dei las iniciativas políticas, empresariales o sociales de sus fieles sería clericalismo. (Entrevista con El Mercurio de Chile, 28-VII-2024)
En una reciente entrevista en el periódico italiano “Avvenire”, usted afirmó que “Queda mucho por hacer para redescubrir el papel de los laicos”. ¿Qué es eso que falta? Pero, primero, ¿cuál es o debe ser el papel de los laicos en la Iglesia?
Como ha subrayado el Concilio Vaticano II, a los laicos pertenece por propia vocación la tarea de vivificar cristianamente los asuntos temporales: es decir, el trabajo, la familia, el comercio, la cultura, etc. Viven en el mundo, en todas y cada una de las actividades y profesiones, desde una cancha deportiva hasta un laboratorio científico; desde el mundo del cine o los espectáculos hasta el de la política, la agricultura, la educación, la economía… Su papel es contribuir a la santificación del mundo reflejando un poco del amor de Cristo en cada lugar y circunstancia; y aquí es donde queda mucho camino por recorrer. Pienso, por ejemplo, en la formación de los laicos en bioética o justicia social, en su conciencia de ser protagonistas en la evangelización, en su responsabilidad ética en el trabajo, en la búsqueda de la paz, en la educación y en las finanzas... Son los hombres y mujeres bautizados los que están ahí y deben hacer presente la santidad de Dios, que lleva precisamente a humanizar el mundo. La misión del laico no se agota en la “ocupación de puestos” en estructuras eclesiales. (Entrevista con Semana, 17-VIII-2024)
El Opus Dei lo constituyen mayoritariamente mujeres, que en su mayoría están casadas, ¿Cómo se le puede dar más brillo a esas personas que deciden entregar su vida a Dios desde el matrimonio? ¿Qué riqueza le aporta la mujer al desarrollo del carisma del espíritu del Opus Dei?
El matrimonio es un camino de santidad: en el Opus Dei todos los miembros ─casados, solteros o célibes─ compartimos una misma vocación, misión y responsabilidad. Los casados viven con la conciencia de que su amor a Dios pasa a través de su familia, sus amistades y la labor que desempeñan en el mundo. Esto tiene un enorme potencial transformador de servicio. En cuanto a las mujeres (que como usted señala son mayoría), san Josemaría entendió que sin ellas la Obra estaba incompleta. Y es lógico porque no se entendería el Opus Dei sin su aportación insustituible, igual que no se entiende la familia, el mundo del trabajo o la vida social sin ellas. (Entrevista con Semana, 17-VIII-2024)
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La Iglesia Católica vive hoy una grave disminución de las vocaciones al sacerdocio, a la vida religiosa y a los diversos movimientos. ¿Ese fenómeno alcanza también al Opus Dei?
En los países más secularizados, compartimos las mismas dificultades que el resto de la Iglesia. En los lugares donde ésta crece (pienso en Nigeria, Brasil, Estados Unidos…), el Opus Dei también crece. En concreto, aumenta el número de laicos y laicas que, inspirados por san Josemaría, desean buscar la santidad y están abiertos a formar una familia. Disminuyen, en cambio, las personas que acogen el celibato, un don de Dios que quizá hoy se entiende menos, aunque sea tan enriquecedor para la Iglesia. Desde hace algún tiempo, fallecen más de 1.000 miembros del Opus Dei al año; aún así, gracias a Dios, hay un pequeño crecimiento en números totales, aunque en una realidad eclesial lo que importa es la unión con Dios y no las cifras o las estructuras. (Entrevista con El Mercurio de Chile, 28-VII-2024)
El Papa Francisco ha señalado la crisis o disminución de vocaciones como una “hemorragia para la Iglesia”. Usted le entregó su vida a Dios desde su juventud y, tiempo después, decidió ordenarse sacerdote, los cuales tan solo son el 2% del Opus Dei. ¿Por qué en la actualidad se ha vuelto más difícil que las personas consideren la vocación al celibato apostólico?
El mundo actual enfrenta el desafío de volver a creer en el compromiso; en un amor para toda la vida que llena de alegría y libertad. Para muchos, el compromiso aparece como un límite, cuando en realidad Dios siempre abre horizontes luminosos. Es una crisis antropológica y cultural, que afecta sobre todo al mundo occidental; en otros lugares de América, África y Asia hay un florecimiento de vocaciones al sacerdocio o a otras que implican el celibato. Diría que es fundamental recuperar la virtud de la esperanza. (Entrevista con Semana, 17-VIII-2024)
A muchas personas les llama la atención la juventud de algunas vocaciones al Opus Dei, incluso antes de los 18 años. ¿Son libres de decidir su vocación y entrar al Opus Dei jóvenes de una edad tan temprana como los 16 años?
La libertad es un requisito imprescindible para cualquier vocación. La incorporación al Opus Dei solamente es posible a los 18 años, con la mayoría de edad. Si alguien piensa que tiene vocación, puede empezar antes un proceso de discernimiento, pero sabiendo que no forma aún parte del Opus Dei y siempre con el permiso expreso de sus padres.
Desde el momento en que alguien pide la admisión en la Obra hasta su incorporación definitiva hay una serie de etapas formativas, que duran al menos 6 ó 7 años. Cada año la persona debe manifestar su deseo de continuar: no es un proceso automático sino que interpela al discernimiento y a la libertad personales de un modo mucho más profundo que la mayoría de decisiones que cualquier persona toma a lo largo de su vida.
La Iglesia reconoce que los jóvenes pueden descubrir su vocación y responder plenamente a esa llamada del amor de Dios. Carlo Acutis será canonizado próximamente y falleció con 15 años; la beata chilena Laura Vicuña, con 13; santo Domingo Savio, con 14; santa Teresita del Niño Jesús decidió ser carmelita en la adolescencia…
Las actividades de formación espiritual que promueve el Opus Dei entre los jóvenes, con implicación de los padres, son una semilla para ayudarles a conocer y testimoniar su fe, a querer a su familia, a servir a los demás, a ser buenos amigos, y a prepararse para ser buenos profesionales y ciudadanos. La mayoría descubre que su vocación está en el matrimonio, otros en el celibato laical; quizás otros optan por el sacerdocio o la vida religiosa… (Entrevista con El Mercurio de Chile, 28-VII-2024)
El próximo año se va a celebrar el Jubileo de los Jóvenes en la ciudad de Roma. ¿Cuál cree usted que es el mayor desafío que enfrentan los jóvenes hoy en día para plantearse una vida cercana a Dios como un ideal atractivo?
Sólo Cristo es la respuesta a todos los interrogantes que los jóvenes guardan hoy en sus corazones y que el amor de Dios Padre, cuando se abren a Él, es capaz de curar las heridas y fragilidades. Quizás somos más bien los adultos quienes tenemos que plantearnos si estamos siendo capaces de comprender a los jóvenes, de acompañarlos de cerca y con cariño y de hacerles el mensaje cristiano comprensible, teniendo en cuenta las circunstancias concretas y la mentalidad de cada uno. Lógicamente, el testimonio de una vida coherente es también esencial para mostrar el atractivo de una vida junto a Cristo. (Entrevista con Semana, 17-VIII-2024)
“En la Iglesia hay espacio para todos, para todos”, afirmó el Papa Francisco en la JMJ de 2023, en Lisboa. ¿Qué significa exactamente esa apertura de la Iglesia y cómo puede el Opus Dei dar a entender ese mensaje?
El propio san Pablo afirma que Dios quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. El mensaje de salvación de la Iglesia es una invitación a todos sin excepción. Y el Papa ha señalado esta universalidad como un eje central de su magisterio. San Josemaría hablaba a sus hijos espirituales de tener los brazos abiertos a todos. En un tiempo de polarización, divisiones y muros, los seguidores de Cristo tenemos marcado un camino muy claro que recorrer. (Entrevista con Semana, 17-VIII-2024)
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A algunas personas del Opus Dei se les reconoce por sus aportes a la sociedad, como colegios, universidades y labores sociales. Sin embargo, también enfrentan narrativas en su contra. ¿Por qué cree que surgen estas narrativas y cómo contrarrestarlas?
A veces pienso que estas narrativas que usted menciona nos ayudan a purificarnos de la tentación de pensar que no necesitamos corregir nada y más aún de sentirnos satisfechos o especiales por algo que pueda ir bien. Como todos, necesitamos reflexionar sobre el bien que queremos hacer y sobre qué realizamos en concreto. Nuestro fundador, de hecho, nos advertía de que la Obra debía vivir “sin gloria humana”.
Por otro lado, es natural que haya visiones diversas porque hay muchos modos de hacer y de entender las cosas, que pueden gustar más o menos. Desde este punto de vista, ante esas narrativas quizá lo importante es destacar que el propósito de las iniciativas de las personas de la Obra es servir a los demás, pues es lo que realmente está de fondo en todos los proyectos que usted menciona. Me gustaría que cualquiera que se acerque a esas actividades pudiera ver que allí se trata de sembrar paz y alegría, cada uno aporta lo propio, procura valorar lo ajeno, y todos luchan juntos para superar tantas injusticias y dolores de la vida.
Pero, insisto, las opiniones contrarias pueden ser una ayuda cuando son sinceras, vengan de entornos que no conocen la Obra, de gente cercana o de quienes por motivos variados han dejado de formar parte de nuestra familia. Nos permiten pedir perdón y corregirnos.
Personalmente, me alegra comprobar que casi cada día del año recibimos alguna petición de admisión en el Opus Dei de personas que anteriormente han formado parte de la Obra y que, por la razón que sea, se desvincularon. Noticias como estas son una caricia del Señor, que en cierto sentido superan ciertas “narrativas” excesivamente dicotómicas. (Entrevista con Semana, 17-VIII-2024)
¿Por qué una parte de la jerarquía eclesiástica ha visto al Opus Dei como una institución rival o paralela cuando los fieles de la Obra lo son también de las diócesis territoriales?
Percibo, en general, aprecio por parte de la jerarquía y las demás instituciones de la Iglesia. Las personas de la Obra somos conscientes de navegar en la misma barca de la Iglesia, en la que conviven espiritualidades y sensibilidades distintas [...] Por otro lado, me vienen a la cabeza bastantes ejemplos de iniciativas del Opus Dei (en Roma y en el mundo) de las que, por gracia de Dios, han surgido vocaciones para tantas instituciones de la Iglesia. Y viceversa: en la actualidad, por ejemplo, la diócesis de Florianópolis (Brasil) ha puesto en marcha el proceso de beatificación de un joven de la Obra, que realizó una amplia labor de evangelización en esa diócesis, y que se acercó a la fe católica gracias a los retiros de otra realidad eclesial, Emaús.
Como usted señala, desde el punto de vista del derecho, los laicos del Opus Dei son fieles de sus diócesis del mismo modo que cualquier otro fiel. Y desde el punto de vista de los hechos, son muchísimos los que colaboran activamente en catequesis o cursos prematrimoniales de sus parroquias, en iniciativas de servicio como Cáritas, en actividades con los jóvenes, etc. De igual modo, me llegan numerosas peticiones de obispos diocesanos, para que tal o cual sacerdote colabore en una parroquia, en un hospital, en un servicio de la diócesis. Siempre que es posible, se colabora con gusto.
Si ha habido recelos con alguna institución de la Iglesia, quizás se deba a las relaciones humanas imperfectas, que deberíamos intentar resolver día a día, con normalidad. A veces, los malentendidos también proceden de la comprensible dificultad histórica de dar espacio a nuevas realidades portadoras de una «novedad» que al principio puede resultar sorprendente. Me gusta pensar que son algo del pasado. (Entrevista con El Debate, 22-VI-2024)
Usted ha pedido públicamente perdón por las “faltas y pecados de miembros del Opus Dei”. ¿Cuáles son esas faltas y pecados?
Las faltas y pecados personales los conoce cada uno. A la vez, no se puede ignorar que hay personas que han pertenecido al Opus Dei o han estado en contacto con la Obra y que se han sentido heridas por modos de hacer o han visto quebrada su confianza en quienes hacían cabeza o en la institución.
Teniendo en cuenta que lo que se pretende en la Obra es recorrer un camino de santidad y encuentro con Cristo, pensar que hay personas que en este camino no han encontrado la felicidad, me causa personalmente dolor y es invitación a una sana labor de examen para detectar las causas, para ver cómo reparar según cada situación, estudiar qué se puede mejorar, etc.
Los motivos de estas heridas pueden ser muy variados. Lo que me causa más dolor es que no siempre hayamos sabido acompañar bien a las personas en el discernimiento de su vocación, en el acompañamiento espiritual, o ante una difícil situación familiar o personal. (Entrevista con El Mercurio de Chile, 28-VII-2024)
Al Opus Dei se le suele caracterizar con tres adjetivos: conservador, poderoso y hermético. ¿Por qué ocurre eso? ¿Qué adjetivos le gustaría que se usaran para caracterizar al Opus Dei y su labor?
Cada cual puede tener sus opiniones y sus motivos para valorar la realidad. Si algunas personas lo perciben así, será porque hay algo objetivo y/o subjetivo que pueda causar esa impresión. Dar a conocer mejor lo que es la Obra, en parte, es tarea de cada miembro: vivir de modo auténtico la propia vocación. Es algo grande y maravilloso, aunque entiendo que se requiere una perspectiva de fe para comprenderlo con profundidad. De todos modos, pienso que, humanamente, quien conoce de cerca el Opus Dei podrá percibir a personas normales, con virtudes y defectos. Me gustaría que se nos conociera como gente alegre, sencilla y serena, pacífica, con la que es fácil trabar amistad, personas de mentalidad abierta y comprensiva. También que se reconociese la variedad de los fieles del Opus Dei, y no solo a los pocos que adquieren una cierta relevancia pública. Se vería así que cada uno y cada una lucha por vivir a fondo la fe, conviviendo con sus propios defectos e intentando poner sus talentos al servicio de su familia, sus amigos y de la sociedad. (Entrevista con El Mercurio de Chile, 28-VII-2024)
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El Opus Dei está en un auténtico «viaje» para redescubrir la frescura y la fuerza de su carisma. En este viaje, ¿qué está descubriendo?
En todas las naciones donde el Opus Dei está presente, tienen lugar las llamadas "asambleas regionales", que se celebran cada 10 años. Son momentos preciosos de diálogo y reflexión. Se descubre el deseo de ir a lo esencial, al carisma, encontrando el modo de vivirlo y comunicarlo mejor en las circunstancias actuales. Por ejemplo, una cuestión que emerge de estas asambleas es el deseo de fundamentar cada vez más el trabajo apostólico de la Obra en la amistad sincera y en la transformación del corazón, antes que en estructuras, obras o actividades. (Entrevista con Avvenire, 30-VI-2024)
El método que ha indicado para esta «cantera» es una amplia consulta en la que participan todos los miembros del Opus Dei y también otros que no forman parte de la Prelatura. ¿Puede explicar esta elección, en estilo sinodal?
Como la Iglesia en su conjunto, el Opus Dei es familia, y cuando una familia tiene que tomar una decisión importante (retos o prioridades) se escucha a todos. Nos pusimos en contacto con la Secretaría del Sínodo, que nos animó a vivir las asambleas regionales de la prelatura como un momento especial de escucha. Cada asamblea tuvo momentos de encuentro a nivel local, con grupos de discusión, cuestionarios, intercambios intergeneracionales. Este proceso fue simultáneo a la participación de muchos miembros del Opus Dei en las fases diocesanas del Sínodo sobre la sinodalidad en sus respectivas diócesis. (Entrevista con Avvenire, 30-VI-2024)
La medida del Papa [el motu proprio “Ad charisma tuendum”] ¿no disuelve la especificidad de la Obra dentro de la Iglesia católica?
Permítame que disienta amablemente. La especificidad del Opus Dei descansa en el carisma o espíritu, más que en su “ropaje jurídico”. En su núcleo se encuentra la llamada universal a la santidad a través del trabajo y las realidades ordinarias de la vida. El Papa, en Ad charisma tuendum, se refiere a este mensaje como un “don del Espíritu recibido por san Josemaría”, es decir como un carisma. Repito: esta es la especificidad realmente relevante. De hecho, con este motu proprio el Papa Francisco confirma la bula Ut sit, con la que Juan Pablo II erigió el Opus Dei en prelatura: modifica dos aspectos accidentales y confirma el carisma esencial.
Característico del Opus Dei es un rasgo tan ordinario como el trabajo: la relevancia del trabajo como lugar de encuentro con Dios, ya sea en Silicon Valley o en los suburbios de Kinshasa, ya sea haciendo de maquinista en el metro de Madrid o de maestro o maestra en una escuela en la periferia de cualquier metrópoli.
Por lo demás, el Opus Dei no desea ser una excepción dentro de la Iglesia. Sus propuestas jurídicas han buscado la fórmula que más se ajustara a la realidad de unos laicos que, por una llamada vocacional y con la atención pastoral de los sacerdotes, quieren seguir a Cristo en el ámbito de las realidades familiares, laborales, sociales, etc., en el marco de sus respectivas iglesias particulares. El hecho de que hasta ahora haya sido la única prelatura personal ha podido percibirse como algo "excepcional", pero desde luego no es eso: al contrario, pienso que sería muy bueno que hubiera otras prelaturas personales que contribuyeran a la evangelización de numerosos ámbitos especialmente necesitados de inspiración cristiana. (Entrevista con El País, 26-VI-2023)
¿Cómo avanza la revisión de los Estatutos?
Como decía el Papa, se trata de que los ajustes preserven el carisma y la naturaleza del Opus Dei, sin encorsetarlo ni ahogarlo: por ejemplo, subrayando su carácter secular, y el hecho de que más del 98% de los miembros son laicos, hombres y mujeres que viven su vocación en la calle, en la familia, en el trabajo. Para ello, se están manteniendo una serie de reuniones entre representantes del Dicasterio del Clero y cuatro canonistas del Opus Dei, tres profesores y una profesora. Como estamos todavía en medio de este proceso, no puedo dar más detalles. Pero puedo asegurarle que los trabajos se están desarrollando en un clima de diálogo y confianza. (Entrevista con Avvenire, 30-VI-2024)
¿Fue una sorpresa para usted la decisión del Papa Francisco de modificar algunos cambios en la estructura del Opus Dei? ¿Esas medidas cambian la posición del Opus Dei dentro de la Iglesia? ¿Y es por estas razones que el Opus Dei está modificando sus estatutos actualmente?
El Santo Padre nos advirtió con una cierta antelación del motu proprio Ad charisma tuendum. Los cambios principales de ese documento afectan a aspectos estructurales y organizativos (que el prelado no sea obispo, entre otras cosas), pero no tocan la misión o la sustancia del Opus Dei. La modificación de los estatutos es una respuesta a esa petición del Papa, y ahora mismo se trabaja sobre esto con el Dicasterio del Clero en un clima de diálogo y de confianza. (Entrevista con El Mercurio de Chile, 28-VII-2024)
¿Cómo afectan al Opus Dei las nuevas disposiciones papales? ¿Inciden en el día a día de la institución?
Lo jurídico y lo vital son ámbitos que van unidos y que, al mismo tiempo, tienen sus distinciones. En el día a día de los laicos, que están inmersos en los asuntos de este mundo, las nuevas disposiciones no modifican el modo de vivir su vocación a la Obra. Por lo que se refiere al Opus Dei en cuanto institución, estamos trabajando con el Dicasterio del Clero para realizar las adecuaciones a los estatutos, tal como lo ha pedido el Santo Padre en el Motu proprio Ad charisma tuendum. Como estamos todavía en el proceso de estudio de dichas adecuaciones, no le puedo adelantar el resultado. Sí le puedo asegurar que, en el desarrollo de estos trabajos, se ha establecido un clima de diálogo y de confianza, propio de la Iglesia en cuanto familia de Dios. (Entrevista con El Debate, 22-VI-2024)
¿Cómo interpretaron el cambio de vínculo con la Santa Sede que el Papa a través del motu proprio Ad charisma tuendum? El Papa asegura que busca que la autoridad de la organización esté más “basada más en el carisma que en la autoridad jerárquica”.
Carisma y jerarquía se complementan en la Iglesia, no son dos términos alternativos sino complementarios. Los carismas tienen su razón de ser en el servicio que prestan al conjunto de la Iglesia. De ahí que, para difundirlos en la Iglesia y en el mundo, se suelan traducir en realidades institucionales.
El discernimiento de los carismas corresponde a la autoridad de la Iglesia, y de la autoridad de la Iglesia ha dependido el Opus Dei en cada uno de sus pasos institucionales. Con la reforma de la curia, el Papa Francisco ha promovido cambios en numerosas instituciones y organismos para favorecer una evangelización más dinámica. Esa es la finalidad del motu proprio que usted menciona. Por eso, estamos trabajando para responder fielmente a esta petición del Papa, sabiendo, por poner un ejemplo, que lo esencial no es que el prelado lleve o no cruz pectoral, sino que los fieles del Opus Dei y otras personas puedan vivir plenamente este carisma dentro de la Iglesia. (Entrevista con El País, 26-VI-2023)
¿No se clericaliza una institución de la Iglesia cuya razón de ser son los laicos? ¿Hasta qué punto esas medidas pueden afectar al objetivo de los laicos de ser santos en medio del mundo?
El mensaje del Opus Dei se dirige principalmente a los laicos y laicas, hombres y mujeres en medio del mundo, que son desde el principio la inmensa mayoría dentro de la Obra, y su razón de ser. Del mismo modo que no se deberían absolutizar los carismas, tampoco hay que hacerlo con el derecho. Por eso el Opus Dei ha pasado por diversas soluciones institucionales para encontrar la fórmula más adecuada, en la que se integre, por un lado, la custodia del carisma y, por otro, una figura jurídica que le dé un lugar en la Iglesia y refleje su naturaleza sin encorsetarla ni ahogarla. (Entrevista con El Debate, 22-VI-2024)
El Opus Dei cuenta con obispos y arzobispos en todo el mundo, ¿No sería adecuado que el prelado sea también obispo?
Si me permite la aclaración, hay que tener en cuenta que los pocos obispos y arzobispos que proceden del Opus Dei en el mundo, lo son de las propias Iglesias particulares y, por tanto, responden solo al Papa, no tienen ningún otro superior. Pienso que el hecho de que el beato Álvaro y Mons. Javier Echevarría recibieran la consagración episcopal fue muy bueno para reforzar la comunión eclesial durante esos años, de 1991 a 2016. Actualmente, la cuestión estriba en seguir fielmente las disposiciones del Santo Padre, más que en detenerse en que sea más o menos adecuado. (Entrevista con El Debate, 22-VI-2024)
Muchos ven en la decisión del Vaticano la eliminación de un privilegio, una cierta degradación y un gesto de una iglesia más progresista hacia un mundo más conservador. De un viejo conflicto entre jesuitas y Opus Dei.
Al Papa Francisco le hicieron una pregunta similar, y señaló que era una interpretación mundana, ajena a la dimensión religiosa. Pienso que demasiadas veces se tiende a una lectura de la realidad en clave de poder y polarización, con grupos que se oponen y no se entienden. Sin embargo, en la Iglesia la lógica que debe imperar es la del servicio y la colaboración. Todos remamos en la misma barca, abiertos a ser ayudados para mejorar. Sobre el viejo conflicto que menciona, personalmente le puedo decir que soy antiguo alumno del colegio de la Compañía de Jesús en Madrid, y estoy muy agradecido por la formación y el ejemplo que recibí de los jesuitas. (Entrevista con El País, 26-VI-2023)
La respuesta que le dieron a san Josemaría cuando pidió la aprobación jurídica del Opus Dei en 1946 fue que la Obra había llegado con un siglo de anticipación. Teniendo en cuenta que el Opus Dei está próximo a cumplir un centenario desde su fundación, ¿cree que la reforma a sus Estatutos pedida por la Santa Sede se relaciona con aquella respuesta dada al fundador?
En 1946 el Opus Dei estaba establecido en 4 países y hoy en 70. En ese momento resultaba sorprendente un mensaje dirigido especialmente a los laicos sobre la búsqueda de la santidad en medio del mundo y se veía anticipatorio, a pesar de su enraizamiento en el Evangelio. El tiempo y la universalización han facilitado que este carisma se conozca más y mejor. Como he dicho antes, el Concilio Vaticano II abrió la puerta a esta comprensión más profunda. Puedo asegurarle que la actual modificación de los estatutos solicitada por el Santo Padre se está realizando, precisamente, con este criterio fundamental de ajustarse al carisma, que hoy es más comprendido y compartido. El derecho, tan necesario, sigue a la vida, al mensaje encarnado, para dar apoyo y continuidad a la vida. (Entrevista con Semana, 17-VIII-2024)
El hecho de que el Papa pida un informe anual sobre la situación del Opus Dei (y no cada cinco años) ¿puede tener que ver con la necesidad de mayor transparencia y de mantener un control más cercano, tras los casos de abusos en distintos ámbitos de la Iglesia? ¿Fueron insuficientes los controles que había?
El cambio de periodicidad es consecuencia del cambio de Dicasterio. Ahora el interlocutor inmediato del Opus Dei es el Dicasterio para el Clero y en ese dicasterio los informes se entregan cada año, no cada cinco, como ocurría en el Dicasterio de los Obispos. Independientemente de esto, qué duda cabe de que la Iglesia, y la Obra como parte de ella, está mejorando en el modo de dar a conocer de forma clara y comprensible los datos más relevantes de su actividad, así como sus motivaciones. La transparencia, bien entendida y bien aplicada, favorece la confianza que, como usted señala, ha quedado muy cuestionada por los casos de abusos. En este sentido, desde 2013 existe en el Opus Dei un protocolo para la protección de menores y personas vulnerables que formaliza unas medidas de prudencia que se vivían en la Obra desde hacía décadas. El contenido de este protocolo es similar al de tantas otras instituciones e incorpora la normativa más reciente de la Iglesia en esta materia. Por otro lado, en el presente se está trabajando en la creación de canales especiales de sanación y resolución para acoger a las personas que quieran ser escuchadas. (Entrevista con El Mercurio de Chile, 28-VII-2024)
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El fundador san Josemaría recordaba a menudo la necesidad de «servir a la Iglesia como la Iglesia quiere ser servida»: ¿Cómo podemos leer hoy esta célebre afirmación?
Diría que el significado de esa frase no ha cambiado desde el día en que fue pronunciada: el amor a la Iglesia y al Papa está en el ADN del mensaje de san Josemaría. Desde un punto de vista práctico, esto se traduce en ayudar lo más eficazmente posible en las diócesis donde viven y a las que pertenecen los miembros del Opus Dei [...]. (Entrevista con Avvenire, 30-VI-2024)
En los últimos tiempos ha cambiado la percepción en la sociedad de los abusos cometidos en el seno de la Iglesia. ¿Cómo se ve este asunto trascendental desde la prelatura del Opus Dei?
Es algo muy triste. Además de subrayar lo lamentable que son estos abusos y delitos (¡uno solo ya causa mucho dolor!) desearía también poner en evidencia la labor realizada en los últimos años por el Papa y la Santa Sede a través de disposiciones netas y claras: hoy, gracias a Dios, la Iglesia universal y la mayoría de instituciones de la Iglesia cuentan con protocolos y directrices para erradicar y combatir eficazmente estos abusos, que dejan heridas profundas y a veces insalvables.
Los protocolos de la prelatura, por ejemplo, son de 2013 y yo mismo los actualicé en 2020. Son un instrumento para generar conciencia de los derechos y necesidades de los menores y de las personas vulnerables, y evitar así cualquier riesgo de explotación, abuso sexual o maltrato en todas las actividades que se llevan a cabo en los centros de la Prelatura, y que deseamos que inspiren también a todas las actividades que se desarrollan en instituciones que reciben algún tipo de apoyo pastoral por parte del Opus Dei.
Por los misterios de la naturaleza humana, este tipo de instrumentos (en la Iglesia y en la sociedad) no son un seguro de que nunca vaya a pasar nada malo, pero desde luego contribuyen a crear una nueva cultura y una referencia clara: quien comete un crimen de este tipo, ahora sabe a qué atenerse.
También por motivos comprensibles se han puesto en la opinión pública muy de relieve esos abusos en la Iglesia, cuando es algo mucho más generalizado en la sociedad. Hay ámbitos sociales en los que esta realidad triste y lamentable está más difundida. Casos concretos en sacerdote son muchos, pero comparados con los miles y miles y centenares de miles de sacerdotes que han dado su vida trabajando son proporcionalmente pocos. Pero sí, hay que combatirlo con los medios que sea posible. (Entrevista con El País, 26-VI-2023)
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Con motivo del 50 aniversario de la catequesis de San Josemaría por Latinoamérica, usted vuelve a visitar esta región. ¿Cree que la realidad del Opus Dei en Latinoamérica se acerca a lo que soñaba Escrivá en esa época?
Cuando san Josemaría estuvo en América, animó a soñar grandes aventuras de servicio cristiano. Sin obviar las dificultades y errores humanos, doy gracias a Dios por el desarrollo del Opus Dei en Colombia y en el resto del continente. Al mismo tiempo, la lógica de Dios permite mirar con más perspectiva los resultados humanos, los números y los éxitos o fracasos externos, pues lo esencial es facilitar que se produzca un encuentro con Jesucristo en el corazón de muchas personas, y eso sólo Dios lo puede ver. (Entrevista con Semana, 17-VIII-2024)
Usted ha venido a Colombia en diferentes circunstancias: como profesor invitado, como acompañante del Prelado y ahora como Prelado. ¿Qué cambios ve en la realidad colombiana y qué aspectos de la sociedad exigen una mejora?
Sin entrar en detalles ni propuestas concretas, pues no conozco con suficiente detalle la situación del país, veo en América del Sur una región llena de contrastes y grandes desafíos. La Iglesia y el Papa impulsan a superar las divisiones, priorizar a los más necesitados y acompañar la vida de fe de las familias con esperanza renovada. Pienso que son tres aspectos en que todos los católicos podemos aportar mucho. Animaría por tanto a los laicos a la participación en los espacios públicos para impulsar esos tres ámbitos, buscando el bien común con otras personas que quizás no tengan fe pero que comparten el compromiso con la dignidad humana. (Entrevista con Semana, 17-VIII-2024)
En 2015 fue la última visita del Prelado del Opus Dei a Colombia, la de su predecesor Javier Echevarría. El viaje estuvo marcado por un contexto nacional en el que estábamos ad-portas de firmar un Acuerdo de Paz. Hoy en día, en medio de un panorama turbulento, seguimos buscando la terminación de la guerra. ¿Cuál es la razón por la cual la paz es tan difícil de alcanzar en las sociedades?
La paz requiere un esfuerzo humano, pero sobre todo es un don de Dios, mientras que la violencia destruye ese don e impide caminar juntos hacia el futuro, hacia el bien común. Sin paz se hace difícil el desarrollo integral de las personas y las sociedades permanecen estancadas, sobre todo en los sectores más vulnerables. La gran trampa de la paz es la violencia, que siempre antepone el fin personal al bien común. La paz es un don de Dios que hemos de pedir unidos. Todos podemos contribuir a edificar la paz en los corazones y en las relaciones, normalmente con pequeños aportes de pacificación en la propia casa, en el barrio, en el lugar de trabajo. (Entrevista con Semana, 17-VIII-2024)
Nuestro país [Chile] experimenta cambios en materia religiosa. La encuesta Bicentenario de la UC muestra una significativa baja en la adhesión de los jóvenes a la religión católica. ¿Hay que asumir que los católicos caminan a ser un grupo minoritario?
No vivo en Chile, y por tanto, no conozco en profundidad la situación, pero me atrevería a decir que sería un error atrincherarse, una reacción natural cuando uno se encuentra en minoría. Al contrario, como discípulos de Jesucristo, deberíamos sentir como propias las aspiraciones, las necesidades y sufrimientos de todas las personas y trabajar codo con codo con ellas.
Después del huracán causado por la crisis de los abusos, por ejemplo, muchos católicos han emprendido la vía del acompañamiento de las personas heridas, y la Iglesia en Chile ha puesto en marcha medidas de prevención y de promoción de ambientes de confianza y libertad, que son imprescindibles para retomar su vigor en la sociedad, y que son claves para que estos delitos no vuelvan a ocurrir. Una Iglesia herida en sus miembros puede transmitir a Cristo y tiene mucho que aportar: ayudar, colaborar, sanar, sin buscar un interés personal o institucional, ni soluciones apresuradas. Este es el camino que veo que ha emprendido la Iglesia en Chile, la vía para recuperar la credibilidad y sobre todo para llevar la cercanía de Jesucristo a muchísimas personas. (Entrevista con El Mercurio de Chile, 28-VII-2024)
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Usted nació en 1944 en el exilio, en París. Hoy se recuerdan los dramáticos momentos que entonces vivía Europa, que su familia vivió en el exilio en Francia. ¿Esta experiencia los marcó de alguna forma?
Durante la guerra civil española mi padre sirvió en el ejército republicano: eso hizo que, al terminar la contienda, tuviera que exiliarse en París. Era veterinario militar y tuvo un primer trabajo para cuidar los animales de un circo. Poco tiempo después, consiguió trabajar en un laboratorio y pudo traerse con él a la familia. Gracias a Dios, las represalias que, algunos años después, mi padre sufrió al volver a España fueron leves y pudo desarrollarse en el campo de la investigación en biología animal. Por lo demás, yo era un niño y viví todo aquello sin ser muy consciente. Aun así, quizá la reflexión sobre esa experiencia me vacunó contra la seducción de cualquier tipo de violencia y contra la tentación de identificar la religión con determinadas opciones políticas. (Entrevista con El Mercurio de Chile, 28-VII-2024)
Estudió física y luego teología, una mezcla singular. ¿Qué aspectos de la física han iluminado su camino religioso?
Tanto la física como la teología son, cada una a su modo, conocimiento de la realidad: no solo no son contradictorias, sino que se complementan. No puedo decir que el estudio de la física me abriera los ojos a la realidad de Dios, pues ya era creyente por tradición familiar y por convicción personal. Pero investigar en la realidad física concreta me ayudó a ver bajo otra perspectiva el mundo como creado por Dios. (Entrevista con El Mercurio de Chile, 28-VII-2024)
En su juventud, convivió con san Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei. En este contexto cotidiano, ¿qué rasgo de él le llamaban la atención?
Llegué a Roma en 1967 y viví en la misma casa que él hasta su muerte en 1975, pero allí nos alojábamos unas 200 personas. A pesar de ser tantos, uno se sentía muy querido, arropado por su alegría y su afecto. En una ocasión, delante de muchas personas, me hizo una pregunta y se dio cuenta inmediatamente de que me ponía en un aprieto; sin darme tiempo a contestar, añadió un comentario colateral que hacía innecesaria mi respuesta. Esos pequeños detalles se repetían a diario. Sobre todo, me impactó su unión con Dios, que era manifiesta cuando le oías hablar en un momento de predicación o en un encuentro familiar. En lo humano, subrayaría su amor a la libertad y su buen humor. (Entrevista con El Mercurio de Chile, 28-VII-2024)
Redacción de opusdei.org
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