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La iniciativa de periodistas, empresarios y ciudadanos puede romper el cerco informativo a los católicos
Por opresión política, terrorismo, mafias u otros tipos de delincuencia existen países o territorios en que la gente no comenta con nadie determinados temas, aunque sobre lo que ocurre o se cuece todos sepan algo, o mucho, o lo intuyan. En algunas zonas del sur de Italia a este fenómeno, aplicado a sus específicas circunstancias, lo denominan omertá.
Sonará duro, pero bastantes medios de comunicación aplican a los católicos un asedio de silencio. Algunos siguen una estrategia clara porque es uno de sus objetivos. Otros, simplemente, se doblan ante lo políticamente correcto o la iniciativa proviene más de personas aisladas que de líneas empresariales premeditadas. El resultado viene a ser el mismo: censura.
Algún lector pensará en los regímenes totalitarios que persisten en estos inicios del siglo XXI, o en países islámicos cuyo fundamentalismo ahoga toda visión divergente o impide prácticas religiosas distintas. No sólo es así, sino que esta cortina de silencio está instalada en algunas democracias occidentales. Sin ir más lejos, puede hablarse sin ambages de censura en España. No ordenada desde las instancias del Estado, ciertamente, sino marcada por los propios responsables de los medios o por periodistas sectarios que deciden una vez, y otra, y otra, y muchas más, que aquellos temas, o aquellos enfoques de unos determinados asuntos, no merecen ser publicados. Con ello la doctrina de la Iglesia no pueden llegar a mucha gente. De otro lado, actividades de entidades no confesionales pero defensoras de valores que enlazan con la Ley Natural o coinciden con la doctrina de Iglesia son silenciadas. No se las contradice ni se las critica. Simplemente, jamás se informa de ellas aunque desarrollen iniciativas relevantes. Piensan los censores que si estas entidades no salen en los medios, para la sociedad no existen.
Buena parte de medios de comunicación son una expresión destacada, una punta de lanza, del laicismo de una sociedad que quiere relegar el catolicismo al ámbito de la conciencia o a las sacristías, sin presencia alguna en la vida pública, sin que pueda ser fermento de la sociedad. Estos censores no suelen dirigir un ataque frontal, ni dirán nunca que se niegan a publicar una información, sino que responderán que no hay espacio, hoy tenemos muchos temas, no disponemos de un redactor para cubrir este evento, respuestas que son verosímiles en algunos casos, pero que cuando se repiten muchísimas veces a lo largo de años evidencian que lo que verdaderamente se quiere es silenciar a aquella organización o persona.
La Iglesia necesitada
Estoy convencido que muchos de los lectores de este artículo no han visto en el último año en la mayor parte de la prensa de información general española o televisión ninguna información referente a la persecución de los cristianos en el mundo. Sin embargo, en algunos países como la India o Pakistán se han producido persecuciones graves, con muchas muertes y quema o destrucción de gran número de iglesias. Ocurrió lo mismo en otros países que no detallaré porque basta entrar en la web de Ayuda a la Iglesia Necesitada para darse cuenta de la magnitud de cuanto ocurre en este aspecto en muchos lugares, incluidos algunos territorios en los que jamás hubiéramos pensado.
Nos vemos obligados a enterarnos de la persecución a que son sometidos los cristianos, y el catolicismo en particular, a través de algunos portales de Internet, diarios digitales o informaciones de organizaciones que trabajan en estos campos, porque para las agencias mundiales, las grandes cadenas de televisión y radio o la prensa convencional de pago o gratuita, simplemente no es noticia.
Es obvio que cualquier persecución es rechazable, pero compárese tal silencio informativo con la atención que prestan los medios a otros casos de hostigamiento por motivos de raza, sexo o religión.
Homosexualismo y defensa de la vida y la familia
Existe otra barrera de silencio más cotidiana, más solapada, menos estridente, pero que no deja de pesar como una losa sobre los católicos. Los hechos no tienen aquí la gravedad de la persecución violenta, a menudo cruenta, pero se retuerce la realidad para que los cristianos queden en el ostracismo. En este campo los temas estrella sobre los que se aplica la censura a los católicos guardan relación con las prácticas homosexuales y los matrimonios gay, la familia y sus supuestos modelos, la defensa de la vida, la manipulación de embriones, etcétera. Se pretende segar de raíz toda visión que se aparte de los tópicos acostumbrados. Por ello las opiniones de los cristianos, o simplemente de los que creen en la Ley Natural, son sistemáticamente silenciadas. En algunas ocasiones se les invita a participar en debates de radio o televisión, pero casi siempre en situación de minoría y presentándolos de entrada como ultramontanos, fundamentalistas y contrarios al progreso y a la ciencia.
Las notas de prensa emitidas por organizaciones de aquel tipo no hallan eco, o es muy escaso, y sus actividades se silencian. En fecha reciente un dirigente de una importante organización católica me comentaba: Si la prensa publicara el 3 por ciento de las cosas que hacemos este tipo de entidades llenaríamos todos los días los periódicos. Quienes se proponen vivir de manera coherente su fe cristiana no actúan para salir en la prensa, pero no dejaba de mostrar una realidad.
Perdonen la personalización. El estar desde hace muchos años al frente de organizaciones que trabajan en estos campos y colaborar con otras, y a la vez haber dedicado atención preferencial a los temas de comunicación, me aporta un conocimiento práctico exhaustivo del asunto. Al menos a nivel de Cataluña. Sabemos que en mayor o menor intensidad el fenómeno se da en otros lugares, pero es mejor ejemplarizar lo que se conoce de forma directa que hablar de oídas.
A lo largo de tres décadas he visto cientos de notas de prensa enviadas a los medios de comunicación, docenas de convocatorias, centenares de actos de organizaciones como médicos o juristas cristianos, entidades pro-vida o pro-familia, movimientos católicos, que no han tenido ningún eco en los medios. Y en una gran parte de los casos no por defectos de redactado periodístico o de ser enviada la información de forma inadecuada, sino por la decisión de boicot de los propios medios. Sin duda no todas, ni siquiera la mayoría, eran noticias de gran magnitud, pero si uno observa lo que sale a diario en la prensa se hace difícil pensar que aquellas noticias eran siempre menos importantes o interesantes que las publicadas.
A título indicativo he ahí unos ejemplos recientes, en todos los casos de Barcelona. Selecciono dos entidades confesionales y otras dos iniciativas que no lo son, aunque su inspiración sea también cristiana.
Médicos Cristianos celebró en Barcelona en 2008 el Congreso Mundial de la organización con varios miles de participantes. Entre los asistentes se encontraban algunos doctores eminentes de diversos países y se trataron temas candentes en el campo bioético. En la prensa local no tuvo eco alguno. Compárese con la información que se da sobre cualquier otro congreso médico.
A raíz de la puesta en marcha del bus ateo por las calles de Barcelona en enero de 2009 el despliegue informativo general fue enorme. La asociación e-cristians hizo lo mismo en varias líneas de autobuses con un slógan de signo inverso. No hubo el menor paralelismo entre lo dedicado a unos y otros en la prensa.
Febrero de 2009. Un total de 170 profesores de universidad y académicos catalanes firmaron un manifiesto oponiéndose a la propuesta de nueva ley del aborto de la Subcomisión del Congreso de los Diputados que proponía una ley de plazos y vía libre al aborto durante todo el embarazo en algunas situaciones. La mayor parte de la prensa de Barcelona no publicó una línea. Si un mismo número de profesores hubiera suscrito otro manifiesto a favor del aborto o del matrimonio homosexual, ¿qué hubiera sucedido?.
En los cinco últimos años la asociación CinemaNet promueve la Mostra Internacional de Cine sobre la Familia con decenas de actividades a lo largo de meses. En cada edición participan o son premiados algunos personajes relevantes del mundo cinematográfico. En los cinco años transcurridos varios medios de la ciudad jamás han publicado una información, ni siquiera escueta, a pesar de las numerosas convocatorias y notas recibidas.
Destaco la referencia a la prensa local, la cual, como le corresponde, dedica atención preferente a los asuntos de proximidad, a veces cosas nimias pero que pueden interesar al ciudadano del lugar. No digamos como informarán si los acontecimientos son lejanos.
Es constatable, por tanto, que en prensa, radios, televisiones, tienen espacio para muchos asuntos, pero casi nunca para organizaciones o iniciativas como las citadas.
¿Conspiración de silencio?
Esta aporía ampliamente generalizada hacia las informaciones que llegan de unas determinadas fuentes si se las califica de cristianas lleva a plantearse si existe una conspiración de silencio. Creo sinceramente que no. Para que haya una conspiración hace falta contubernio, acuerdo explícito en actuar en esta línea, y entre la mayor parte de medios no lo hay. Ni siquiera lo han planteado nunca de manera formal.
Si se da, sin embargo, una actitud laicista generalizada que impera en los medios españoles que, sin contubernio, lleva a un tácito consenso para actuar de esta forma. Se suma a ello el vacío en la formación en este campo.
Romper esta dinámica
Un católico sabe que Dios gobierna el mundo y, a pesar de todos los pesares, de las apariencias, de que personas hostiles ostenten todos los poderes mediáticos y de la cultura, es Él quien triunfa. Con todo, no nos ahorra el esfuerzo por intentar mejorar el mundo, la sociedad, las personas, siempre dentro de nuestras posibilidades. Campos especialmente importantes para ello son los medios de comunicación y los diversos ámbitos de la cultura.
Faltan periodistas con sentido cristiano, comprometidos. Juan Pablo II manifestaba en 2002 ante los representantes de la organización internacional de periodistas católicos que el perfil del profesional debe estar sustentado en la integridad de su vida personal y profesional, ser congruente con las enseñanzas del Evangelio, ser un hombre o una mujer de oración, tener el valor de buscar e informar sobre la verdad, incluso cuando la verdad es incómoda o no es considerada políticamente correcta, ser sensible a los aspectos morales y espirituales de la vida humana, informar no sólo de lo negativo sino también de las acciones positivas y ennoblecedoras realizadas a favor de los débiles y olvidados de la sociedad, ofrecer ejemplos de esperanza y heroísmo a un mundo que tiene una necesidad desesperada de ellos.
La tarea de mejorar la prensa no puede limitarse a los periodistas. Las nuevas tecnologías abren el camino a que cualquier ciudadano pueda ser sujeto activo en la información. Internet permite llegar a muchos sin la intermediación y con ella la posible censura de los responsables de periódicos y emisoras. ¡Saltarse a la torera a los censores!.
Pero además, personas del mundo empresarial que son cristianos deben plantearse estar presentes ahí, en los mass media y en el mundo de la cultura. Es incomprensible que hayamos dejado la mayor parte de estos campos tan importantes a quienes los utilizan más para separar a las personas de Dios que para acercarlas a Él.
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