Con la perspectiva que dan los casi cuatro meses transcurridos desde que un equipo dirigido por Woo Suk Hwang, en el que intervinieron investigadores de las universidades de Seúl (Corea) y Pittsburg (EEUU), publicó en la edición electrónica de la prestigiosa revista Science (Science 2005; DOI: 10.1126...
Con la perspectiva que dan los casi cuatro meses transcurridos desde que un equipo dirigido por Woo Suk Hwang, en el que intervinieron investigadores de las universidades de Seúl (Corea) y Pittsburg (EEUU), publicó en la edición electrónica de la prestigiosa revista Science (Science 2005; DOI: 10.1126/science 1112286) el 19 de mayo de 2005, sus experiencias sobre la clonación de un embrión humano obtenido por transferencia nuclear somática (clonación terapéutica), a partir de material genético extraído de células de tejidos adultos de varios pacientes, merece la pena realizar una sosegada reflexión sobre lo que, a nuestro juicio, representan para el concierto científico internacional tales experiencias.
En primer lugar creo de justicia resaltar el respeto científico que el equipo dirigido por el doctor Hwang merece. No es inhabitual que a la vista de experiencias tan llamativas y con tan amplia repercusión mediática, la tendencia natural tienda a valorar con excesivas cautelas tales investigaciones, poniendo en tela de juicio la seriedad científica de las mismas, especialmente cuando estas proceden de un país asiático. Pues bien, creo que este temor hay que descartarlo, y que las experiencias coreanas y norteamericanas merecen pleno respeto científico.
En efecto, no fueron estas experiencias la sinfonía casual de una súbita, y probablemente, irrepetible genialidad científica, ya que, el equipo coreano ya consiguió en febrero de 2004 (ver Provida Press nº 155; www.provida.es/valencia) la clonación del primer embrión humano (antes se habían publicado un par de experiencias previas, pero carentes de las cautelas científicas que cualquier investigación seria requiere) obtenido por transferencia nuclear somática. Ya aquel avance experimental despertó un interés inusitado, con amplia repercusión en los medios de comunicación, tanto científicos como de carácter general. En esa ocasión el doctor Hwang y sus colegas consiguieron generar un embrión humano, al que se le permitió desarrollarse hasta la fase de blastocisto (embrión de 64 a 200 células), obteniéndolo tras introducir el núcleo de unas células obtenidas del ovario de una mujer, células de carácter bastante similar al embrionario (el corpus ooforus), en un ovocito de esa misma mujer, al que previamente se le había extraído el núcleo. Posteriormente este ovocito, con el nuevo núcleo injertado, fue activado y se consiguió iniciar el desarrollo de un embrión, al que como se ha comentado, se le permitió desarrollarse hasta blastocisto. De él, de su capa granula interna, se obtuvieron las células madre a partir de las cuales se consiguieron cultivar diversas líneas celulares de las que teóricamente se podían derivar células de varios tejidos que, posteriormente, podrían ser transplantados a la propia mujer.
Pero, a pesar de su interés, estas primeras experiencias, tenían aún grandes limitaciones: a) la primera, su escasa eficiencia, pues para conseguir generar el primer embrión se requirió utilizar 242 óvulos. Esto presuponía la no posibilidad de poder aplicar la técnica en la clínica humana, pues no es factible conseguir 242 óvulos, por el elevado número de mujeres que para ello se requieren, para conseguir un solo embrión del cual se pudieran extraer las células madre, de las que podrían derivarse las células de los distintos tejidos que podrían ser hipotéticamente trasplantados a la mujer que había donado el núcleo necesario para generar el embrión clonado; b) la segunda y más importante dificultad era la naturaleza de las células que donaron el material genético, ya que estas eran células de por sí muy indiferenciadas, es decir, células en las que su genoma se encuentra en un estado de indiferenciación muy parecido al de las células embrionarias, pues fueron obtenidas del corpus ooforus de la propia paciente. El utilizar material genético de células muy indiferenciales se hizo porque para que el embrión pueda desarrollarse se requiere que el núcleo de la célula que proporciona el material genético esté en un estado evolutivo similar al embrionario; c) la tercera dificultad era en esta primera experiencia óvulos y material genético transplantados procedían de la misma persona. Una mujer sana, por lo que ella no requería directamente que se le realizara ningún transplante celular. Por tanto, en este caso, las células conseguidas no se podrían trasplantar a ningún otro enfermo distinto de la mujer que donó el material genético. Es decir, ésta fue una experiencia realizada únicamente para demostrar la posibilidad de generar embriones humanos por transferencia nuclear somática, pero no orientada a producir células útiles para trasplantes celulares a pacientes con algún tipo de enfermedad degenerativa o traumática; d) la cuarta limitación era que las células obtenidas con este método, solo podrían ser utilizadas por mujeres, por lo que en caso de querer aplicarlas clínicamente no servirían para varones.
Por tanto, en ese momento no se podía aún realizar la clonación de un embrión humano utilizando el genoma de células de tejidos adultos, pues estas están muy diferenciadas, es decir prácticamente sólo tienen capacidad de generar células de su propio tejido. Por ello, los autores coreanos debían intentar reproducir sus experiencias, pero utilizando material genómico extraído de células adultas, ya que éste es el único camino para que la técnica pudiera tener aplicación clínica.
Esto ya se había conseguido anteriormente en mamíferos, distintos de los primates, pues como bien se sabe, el gran avance del equipo de Ian Wilmut, el que consiguió generar la oveja Dolly, fue precisamente que consiguieron desdiferenciar el núcleo de células de la ubre de la oveja, es decir células adultas, hasta un estadio de indeferenciación similar al de las células embrionarias y entonces fue cuando se hizo posible activar el genoma trasplantado y que se iniciara el desarrollo de la oveja Dolly. Esto, que, como se ha referido, se había conseguido en mamíferos, como la oveja Dolly y posteriormente en otros, no se había conseguido en el hombre, y tampoco fueron capaces de conseguirlo Kwang y sus colaboradores en sus experiencias de febrero de 2004. Por eso, en esa fecha, se veía muy lejana, incluso por los propios coreanos, la posibilidad de poder utilizar células somáticas adultas como donantes del material genético a transferir al óvulo enucleado, para generar el embrión clónico, y esto, es lo que en un año escaso ha logrado el mismo equipo coreano, al conseguir desdiferenciar células de tejidos adultos de donantes de ambos sexos, para poder transferir su material nuclear a ovocitos obtenidos de mujeres sanas, lo que ha permitido dar un paso de gigante de cara a la posible aplicación de estas técnicas al campo de la medicina regenerativa y reparadora.
En efecto, este espectacular adelanto es lo que ha permitido al grupo del doctor Hwang, que el material genético necesario para producir los nuevos embriones fuera obtenido de células adultas de 11 pacientes con distintos tipos de enfermedades metabólicas o degenerativas. Un avance científico de gran importancia.
Así pues pasemos a comentar lo que a nuestro juicio han significado estas últimas experiencias.
Un primer aspecto es la gran mejora en la eficacia de la técnica. En efecto, en este trabajo se utilizaron 185 ovocitos procedentes de 18 mujeres distintas y para donar el material genético se utilizaron células de la piel de 11 pacientes (mujeres y hombres, que tenían entre 2 y 56 años). Entre estos 11 pacientes había 9 con trastornos traumáticos de la médula espinal, 1 con diabetes juvenil y otro con una grave enfermedad inmunológica, una hipogamaglobulinemia. A partir de los 185 ovocitos se generaron 31 blastocistos de los que se consiguieron derivar 11 líneas de células madre embrionarias. Es decir, que se requirieron 17 óvulos para cada línea celular conseguida, cuando en las experiencias del año anterior, como ya se ha comentado, fueron necesarios 242 óvulos. Además los autores también pudieron comprobar que cuando los ovocitos procedían de mujeres más jóvenes se conseguía una mayor tasa de éxitos. Así, con mujeres de menos de 30 años se precisó una media de 14 ovocitos para conseguir una línea celular. Esto hace que la posibilidad de su aplicación clínica sea más factible, aunque todavía habrá que mejorar los rendimientos técnicos, para que su uso en el campo de la terapia celular pueda ser factible, aunque como más adelante se comentará siempre existirán para su aplicabilidad clínica las dificultades éticas que estas técnicas conllevan. En efecto, el equipo ha empezado a probar estas líneas celulares en modelos animales con traumas en su médula espinal, pero advierten que harán falta años para que estas experiencias puedan ser aplicables en seres humanos.
Pero el avance fundamental conseguido por el grupo del Dr. Hwang ha sido poder utilizar para la transferencia nuclear material genético de células de tejidos adultos, y en este caso concreto, de 11 pacientes que sufrían distintas enfermedades. Ello les permitió crear 11 embriones clónicos de los 11 pacientes en cuestión, lo que significa que a partir de estos embriones se pueden obtener líneas celulares de los tejidos que estos 11 pacientes tienen lesionados. Esto, desde un punto de vista científico, permitiría empezar a poder pensar en la aplicabilidad de una terapia celular con evidentes objetivos clínicos.
Pero además de la experiencia coreana, también en Europa y en las mismas fechas se ha conseguido la clonación de otro embrión humano (Reproductive Medicine Online, RB 2005/1872, may 05, sent for refereeing 18 may 05, on web 19 may 05) por un equipo de la universidad de Newcastle, dirigido por Mjodrag Stojkovic, a partir de 36 ovocitos donados por 11 mujeres. Tras su enucleación los ovocitos se fusionaron con células madre embrionarias, comprobándose su división y desarrollo hasta la fase de blastocisto. Sin embargo, en estas experiencias, a diferencia de las del equipo coreano, las células donantes del material genético eran embrionarias, es decir, parecidas a las que el propio equipo de Corea del Sur utilizó en sus experiencias de febrero de 2004. En este trabajo, los investigadores ingleses demuestran que el tiempo transcurrido desde la obtención de los ovocitos hasta su enucleación parece ser importante para el éxito de la experiencia, ya que solo consiguieron realizar sus experiencias cuando los ovocitos fueron enucleados 1 hora después de su obtención.
Sin embargo, a pesar de estos avances, la aplicabilidad clínica de estas experiencias parece aún lejana. En este sentido, Peter Braude, Stephen L Minger y Rut Warwick, comentaban en la prestigiosa revista British Medical Journal (21 de mayo de 2005), que las células madre embrionarias obtenidas no tienen las condiciones de seguridad necesarias para poder ser utilizadas en la clínica humana sin el riesgo de trasmitir algunas enfermedades, especialmente priónicas (causa de la enfermedad de las vacas locas). Además de esto, la gran indeferenciación de estas células hace que el riesgo de generar tumores en los pacientes transplantados sea de un 30% aproximadamente, un riesgo que excluye su posible uso clínico. Esto ha hecho que, en recientes declaraciones, el prestigioso científico español Cesar Nombela, haya manifestando que, a su juicio, no se ha conseguido una clonación que permita terapia celular alguna, sino que simplemente se han clonado embriones para investigar (DM, 24-V-2005).
Pero con independencia de los avances científicos conseguidos, la valoración ética de estas experiencias sigue teniendo grandes dificultades morales, pues no hay que olvidar que en cada ocasión se crea un embrión humano que hay que destruir para obtener las correspondientes células madre a partir de su masa granulosa interna. Todo ello significa que por el momento el único camino éticamente aceptable para conseguir células que puedan ser usadas en la terapéutica regenerativa o reparadora es el que pasa por el uso de células madre de tejidos adultos. Esto hace que en el momento actual este tipo de experiencias, las que requieren células madre embrionarias, sólo estén legalmente autorizadas en 5 países asiáticos (Corea, India, China, Japón y Singapur), 3 europeos (Reino Unido, Suecia y Bélgica), y en Israel. En nuestro país se piensa que estas prácticas puedan legalizarse a finales de este año 2005 o principios de 2006, ya que para los actuales legisladores, el camino de su legalización no parece que deba pasar por los senderos que las más elementales normas morales exigen.
Justo Aznar.
P R O V I D A P R E S S, Nº 198 9 DE SEPTIEMBRE DE 2005