¿Cuáles son los principales problemas psiquiátricos a los que se enfrentan los niños de hoy?
Es muy frecuente la depresión; antes de esto, el consumo de sustancias adictivas, el fracaso escolar, las crisis de ansiedad, el consumo excesivo de alcohol… Estamos hablando de chicos de 13 años en adelante…
Junto a estas patologías, que en el fondo siempre han existido, se dan otras más nuevas. Hay muchos trastornos hoy, como el trastorno bipolar, que se está dando mucho entre los preadolescentes. Es un trastorno afectivo, que cambia sin motivo explícito la afectividad, bien con subidas, bien con bajadas; suelen ser personas de mucho corazón, y eso les hace ser impulsivos, no reflexivos, y cuando se les aplica un límite o algo les sale mal, como tienen muy escasa tolerancia a la frustración, se rebotan, explotan, agreden. Por lo tanto, lo que se ve desde fuera es una conducta irritativa agresiva, cuando en el fondo lo que hay es otro problema, que no debe confundirse con la personalidad antisocial.
¿Y cuáles son las causas de estas enfermedades?
Este trastorno es biológico, que hay que detectar muy precozmente, porque si no, tal y como está la sociedad, eso puede ir derivando y complicándose, y haciéndose muy complejo, o puede el niño llegar a padecer dos o tres enfermedades simultáneamente.
El doctor Aquilino Polaino
¿Cómo puede un trastorno biológico estar al alza en un momento determinado?
Pues no sabemos la causa, pero puede deberse a factores de desarrollo, a que ahora los niños tienen muy poca infancia, pero, en cambio, tienen una adolescencia que puede prolongarse 25 ó 30 años. Nada es igual que lo que había antes.
¿Qué porcentaje de padres llevan hoy al psiquiatra a sus hijos?
No lo sé, porque es muy difícil de calcular, pero creo que se puede haber multiplicado por dos o por tres en los últimos 15 años. Es muy frecuente ver, en una consulta de un psiquiatra, a un niño de 5 años, o a un niño de 7. En España hay mucha incultura de la salud mental; somos un país a la cola en ese aspecto, y eso también tiene sus causas, porque toda la información sobre psicología que se lee en España es la que aparece en los suplementos de las revistas.
¿Qué ocurre si a un niño no se le diagnostica un trastorno depresivo, con 7 ó 9 años?
Pues que cuando se le haga el diagnóstico, tendrá 20 años. Y eso habrá supuesto un handicap en la construcción de su identidad personal, de su autoconcepto, autoestima, capacidad de aprendizaje…, y, por lo tanto, será un perfecto candidato a ser una persona mediocre y con un rendimiento muy bajo durante toda su vida. Además, un niño con un cuadro depresivo sufre mucho más que un adulto con un cuadro depresivo. Por la sencilla razón de que no sabe darse explicación a sí mismo de lo que le pasa.
El otro día escuché a una psicopedagoga decir que los niños valoraban más que sus padres se quisieran, que el cariño que le daban a él.
Pues yo no sé si más, porque es difícil de medir, pero es parte importante la forma en que se sienten queridos por sus padres. El niño tiene derecho a un padre y a una madre, tiene derecho a convivir con el padre y con la madre, y a que el padre y la madre se quieran. Luego hablamos de educación sentimental, y eso es mentira, nadie ha cursado educación sentimental nunca, pero el modo en que un marido trata a su mujer, y al contrario, es la mejor escuela de educación sentimental. Si supieran que cada palabra que se arrojan o cada gesto de hostilidad que tienen están deformando la educación afectiva de sus hijos, probablemente no lo harían. A pesar de lo que se dice en la calle, mi experiencia me dice que es más grave el divorcio que el que haya conflicto. Evidentemente, si el conflicto es muy grave y hay malos tratos y abusos de cualquier tipo…, entonces eso es un caso extremo, pero cuando entre el matrimonio hay discusiones, eso es más asumible por el niño, mejor que el divorcio, por la simple razón de que, cuando se discute, es porque hay todavía algo por lo que discutir. Por tanto significa que los padres se importan.
¿Qué les piden los niños a los adultos?
Lo primero, seguridad. Otra cosa que suelen pedir muchísimo es la autenticidad: la coherencia. Otra cosa que suelen pedir, aunque esto también depende de las edades, es justicia. Un preadolescente o adolescente es un justiciero radical. Tiene un sentido de la justicia absolutamente rectilíneo, sin matización alguna, sin contrapesos, es como un fundamentalista de la justicia; si uno no une la justicia a la prudencia, si no une todos los datos que hacen que ese juicio se adapte más a la realidad, y por tanto pueda descubrir la verdad, el joven se transforma en un perfecto rebelde.
A. Ll. P.
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