Las líneas maestras de la formación cristiana
Durante los últimos años, se han llevado a cabo frecuentes experiencias en la enseñanza de la fe, que no siempre han resultado acertadas. Para hacer un balance de esta situación, el IV Sínodo de Obispos, celebrado en octubre de 1977, estudió el tema de la catequesis, especialmente la dirigida a los niños y a los jóvenes, y entregó una rica documentación a Pablo VI. Sus reflexiones han sido recogidas sustancialmente por Juan Pablo II en esta exhortación apostólica Catechesi Tradendae, que señala las líneas maestras de toda formación cristiana y viene a poner fin a unos años de no poca incertidumbre. Destacamos sus párrafos más importantes.
Respeto a la libertad religiosa
"Es evidente, ante todo, que la catequesis ha sido siempre para la Iglesia un deber sagrado y un derecho imprescriptible".- Un deber -señala el Papa- que tiene su origen en un mandato del Señor y un derecho de todo bautizado a recibir de la Iglesia una formación cristiana. Además, en la perspectiva de los derechos del hombre, "toda persona humana tiene derecho a buscar la verdad religiosa y a adherirse plenamente a ella, libre de toda coacción".
Esta libertad religiosa, reconocida en las declaraciones internacionales no es, sin embargo, respetada en numerosos Estados, en los que "dar o hacer dar la catequesis o recibirla llega a ser un delito susceptible de sanción". Por eso, escribe Juan Pablo II, "en unión con los Padres del Sínodo, elevo enérgicamente la voz contra toda discriminación en el ámbito de la catequesis a la vez que dirijo una apremiante llamada a los responsables para que acaben del todo esas constricciones que gravan sobre la libertad humana en general y sobre la libertad religiosa en particular".
Una enseñanza orgánica y sistemática
"La IV Asamblea general del Sínodo de los Obispos -recuerda el Papa- ha insistido mucho en el cristocentrismo de toda catequesis auténtica": Cristo -su persona y su doctrina íntegra- es la única verdad que libera completamente al hombre. De ahí que toda renovación de la catequesis sea también cristocéntrica en sus contenidos, en sus métodos o en la búsqueda de un lenguaje más adecuado. Frente a las dificultades prácticas, el Papa subraya algunas características de esta enseñanza: debe ser una enseñanza "sistemática", "elemental", "bastante completa" e "integral". Y se detiene especialmente "en la necesidad de una enseñanza cristiana orgánica y sistemática, dado que desde distintos sitios se intenta minimizar su importancia".
"Es inútil insistir en la ortopraxis en detrimento de la ortodoxia: el cristianismo es inseparablemente la una y la otra". Porque unas convicciones firmes llevan a una acción segura. "Es asimismo inútil querer abandonar el estudio serio y sistemático del mensaje de Cristo, en nombre de una atención metodológica a la experiencia vital". Tampoco hay que oponer "una catequesis que arranque de la vida a una catequesis tradicional, doctrinal y sistemática", pues "la auténtica catequesis es siempre una iniciación ordenada y sistemática a la Revelación que Dios mismo ha hecho al hombre, en Jesucristo, revelación conservada en la memoria profunda de la Iglesia y en las Sagradas Escrituras y comunicada constantemente, mediante una "traditio" viva y activa, de generación en generación".
Difundir la enseñanza social de la iglesia
Tras señalar que toda catequesis conduce necesariamente a los sacramentos, Juan Pablo II destaca la rica herencia que la Iglesia ha recibido en el Credo, o en los Símbolos de la Fe, y recuerda que "la Tradición y la Escritura constituyen el depósito sagrado de la Palabra de Dios, confiado a la Iglesia". También se refiere, en cuanto al contenido de la catequesis, a la acción del hombre por su liberación integral, a la búsqueda de una sociedad más justa y fraterna, dimensión que no es absolutamente nueva en la catequesis, pues las consecuencias sociales del Evangelio se subrayaron ya, por ejemplo, en la época patrística o en el catecismo de San Pío X. Por eso, "muchos Padres del Sínodo han pedido con legítima insistencia que el rico patrimonio de la enseñanza social de la Iglesia encuentre su puesto, bajo formas apropiadas, en la formación catequética común de los fieles".
Fidelidad a los contenidos esenciales
La integridad del contenido de la catequesis debe ser respetada. Los cristianos tienen derecho a recibir la doctrina de Cristo, "no mutilada, falsificada o disminuida, sino completa e integral, en todo su rigor y su vigor. Traicionar en algo la integridad del mensaje es vaciar peligrosamente la catequesis misma". Los obispos reunidos en el último Sínodo acertaron "cuando pidieron que se evite reducir a Cristo a su sola humanidad y su mensaje a una dimensión meramente terrestre y que se le reconociera más bien como el Hijo de Dios".
Por otra parte, "el método y el lenguaje utilizados deben seguir siendo verdaderamente instrumentos para comunicar la totalidad y no una parte" del mensaje de Cristo expresado en el Credo.
También los catecismos tienen una especial importancia como instrumentos para difundir la fe. Sin embargo, "ciertas obras catequéticas desorientan a los jóvenes y aun a los adultos, ya por la omisión, consciente o inconsciente, de elementos esenciales a la fe de la Iglesia, ya por la excesiva importancia dada a determinados temas con detrimento de los demás, ya sobre todo por una visión global harto horizontalista, no conforme con la enseñanza del Magisterio de la Iglesia". De ahí su petición a las Conferencias Episcopales de realizar, de acuerdo con la Santa Sede, "catecismos fieles a los contenidos esenciales de la Revelación y puestos al día en lo que se refiere al método".
¿Una catequesis sin memoria?
Por lo que se refiere al método, el Papa subraya cuatro condiciones indispensables para que sea útil y no perjudique la unidad de la fe. En primer lugar, se debe mantener la predicación catequética al margen de perspectivas ideológicas o político-socia les. La catequesis "supera principalmente todo mesianismo temporal, social o político. Apunta a alcanzar el fondo del hombre". La catequesis, además, debe encarnarse en las culturas, pero no empobrecer el mensaje: "No habría catequesis si fuese el Evangelio el que hubiera de cambiar en contacto con las culturas". Hay que reconocer también, en tercer lugar, los elementos válidos de la piedad popular: las devociones sanas del pueblo fiel y las oraciones fáciles de entender y de repetir.
Finalmente, hay que valorar la importancia de la memoria en el aprendizaje de la catequesis, que a veces se ha despreciado con poco sentido pedagógico: "Hay que ser realistas. Estas flores, por así decir, de la fe y de la piedad no brotan en los espacios desérticos de una catequesis sin memoria". Lo esencial es que esos textos memorizados sean "entendidos progresivamente".
La catequesis familiar es insustituible
La tarea de difundir la fe concierne a todos. El Papa se dirige a los Obispos, cuyo celo les impondrá la tarea ingrata de corregir errores y el gozo de proclamar la doctrina íntegra. Después a los sacerdotes, a los religiosos y a los laicos. Recuerda explícitamente a las familias que la educación en la fe dentro del hogar es en cierto sentido insustituible y que debe comenzar desde la más tierna edad de los niños, a través del ejemplo de los padres y al hilo de las celebraciones o fiestas litúrgicas. Pero en ese ambiente, impregnado de amor y de diálogo, "es importante ir más allá: los padres cristianos han de esforzarse en seguir y reanudar en el ámbito familiar la formación más metódica recibida en otro tiempo".
Al lado de la catequesis familiar, que "precede, acompaña y enriquece toda otra forma de catequesis", la escuela -especialmente la confesional- debe ofrecer una enseñanza religiosa de calidad, sin negligencias ni desviaciones, que respete los derechos de los padres. "Por lo demás -escribe el Papa-, es el momento de declarar aquí mi firme convicción de que el respeto demostrado a la fe católica de los jóvenes, incluso facilitando su educación, arraigo, consolidación, libre profesión y práctica, honraría ciertamente a todo Gobierno, cualquiera que sea el sistema o la ideología en que se inspire".
Juan Pablo II concluye su exhortación apostólica poniendo bajo la intercesión de la Virgen -"catecismo viviente" y "madre y modelo de los catequistas"- la eficacia de la misión de la Iglesia.
Aceprensa, servicio 169/79 (7 noviembre 1979)
Introducción a la serie sobre “Perdón, la reconciliación y la Justicia Restaurativa” |
Aprender a perdonar |
Verdad y libertad |
El Magisterio Pontificio sobre el Rosario y la Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae |
El marco moral y el sentido del amor humano |
¿Qué es la Justicia Restaurativa? |
“Combate, cercanía, misión” (6): «Más grande que tu corazón»: Contrición y reconciliación |
Combate, cercanía, misión (5): «No te soltaré hasta que me bendigas»: la oración contemplativa |
Combate, cercanía, misión (4) «No entristezcáis al Espíritu Santo» La tibieza |
Combate, cercanía, misión (3): Todo es nuestro y todo es de Dios |
Combate, cercanía, misión (2): «Se hace camino al andar» |
Combate, cercanía, misión I: «Elige la Vida» |
La intervención estatal, la regulación económica y el poder de policía II |
La intervención estatal, la regulación económica y el poder de policía I |
El trabajo como quicio de la santificación en medio del mundo. Reflexiones antropológicas |