Conchita Fernández de Avilés
Al usar la palabra elegante para referirnos a una persona, se hace mención a su buen gusto en el vestir, a su finura, distinción, armonía, belleza, delicadeza, gracia y estilo. Dicen que: el necio se cubre, el rico se decora, el elegante se viste. La verdadera elegancia nace de dentro, no viene impuesta, porque vestirse bien es conocerse, es una cuestión de identidad, -también para diferenciar los sexos-. Es un asunto de aceptación personal. Es la capacidad de adaptación para que nuestra presencia resulte siempre armoniosa en las diversas circunstancias en las que nos vamos encontrando.
No es cuestión ni de mucho ni de poco, ni de medidas ideales, ni de delgadez, la elegancia es ¡ un reto!. Chanel consideraba que una mujer a la que se le recuerda por el vestido que llevaba es que no lo había sabido llevar. Balenciaga dijo en cierta ocasión que la mujer que va de elegante por la vida siempre tiene algo de antipática.
Estas dos opiniones sugieren que la elegancia no supone tanto con lo que uno, una, se viste, sino en la capacidad de saber estar en armonía consigo mismo y manifestarlo, entre otras cosas, con la ropa que se usa, -incluidos los accesorios y complementos-.
Ha resultado eminentemente visible la evolución de la estética femenina a través de los tiempos.. Hasta la segunda guerra mundial, la inmensa mayoría de las mujeres usaban el corsé como único medio para estilizar su silueta, denominada "S", que era la favorita de los modistos para diseñar sus modelos. ¿A qué nos suena miriñaque, corsé, cubrecorsé, modestia, enagua de encajes, camisas, polisón ?, pues era el lenguaje en el que se movía la elegancia femenina. En la actualidad, se tiende a simplificar la forma de vestir, de calzar, hay una tendencia a la utilización, como prendas cotidianas, de las camisetas , traje pantalón, pantalones vaqueros. bermudas, calzados deportivos; prendas de lavar, colgar y poner, que no exijan una dedicación de tiempo para mantenerlas a punto y que se adapten al tipo de vida actual.
Dentro de esta acomodación del vestido a la moda, para alcanzar el título de elegante, tiene que haber sobre todo, una adecuación en pro a la propia imagen, dignidad, personalidad, que conecte con naturalidad con la circunstancia concreta.
Entre otras muchas, han destacado como mujeres elegantes: Grace Kelly: la primera mujer americana en entrar en el gotha europeo de la moda. La más mimada por los modistos y en particular por Christian Dior y su sucesor Marc Bohan. Grace Kelly prestaba glamur y clase a cualquier guante, bolso, zapato o vestido con el que aparecía en público. Jackie Kennedy. Ella siempre será Kennedy, aunque también se casó con Onasis. Con Jackie, los Kennedy se convierten en dinastía, en casa monárquica, en plena república. Sus bolsitos, sus lazos en la cintura y hasta el Chanel imitado salpicado de la sangre del atentado de Dallas, forman parte de su leyenda.
Audrey Hepburn. Simboliza la feminidad delicada que nace del interior y sabe expresarse con suavidad majestuosa. La inmortal "My Fair Lady" y la eterna "Sabrina" han conseguido que siga siendo algo mas que una musa. Coco Chanel. El paradigma de la moda en el siglo XX. No solo por su obra sino también por su vida. La primera mujer de negocios con apariencia glamurosa. A Chanel se le considera en la moda como a Picasso en la pintura, "otra cosa". Enjuta, trabajadora infatigable y devota de la verdadera feminidad, se inventó a si misma, y con ella todo un estilo personal eintransferible. Inés de la Fresange. Mitad francesa mitad argentina. Inés evoca la exquisitez francesa. Fue modelo con la que todos querían contar, hasta que se convirtió en "Mademoiselle Chanel" e impuso una elegancia desenfadada en la pasarela que no ha vuelto a verse nunca. Christie Turlington. La gacela de las pasarelas. Impalpable, etérea, ha sido la más versátil del fenómeno top model de los años noventa. Desfilando para cualquier diseñador, ella siempre estaba bien, dejando a su paso una estela de feminidad a lo Botticelli. Ingrid Berman. La sueca más fina de la historia. La mujer que hizo soñar enlos cuarenta y en los cincuenta. Cuerpo y dibujo de cara perfectos, eradueña de sus gestos y de su andar. En "Casablanca" marcó moda en la inmortal escena del aeropuerto.