Doce años lleva Oscar A. Matías como profesor de secundaria en el colegio La Farga. Posee una amplia experiencia en el campo educativo pues, además de impartir las asignaturas de Historia y Lengua, también es orientador de familias y de jóvenes adolescentes. Publica artículos de actualidad y análisis, principalmente sobre educación y familia, en diversos medios de comunicación. Desde hace unos meses, coordina y dirige la página educativa www.educaresfacil.com.
El Ministerio de Educación acaba de aprobar la propuesta de la FERE para adaptar la asignatura de Educación para la Ciudadanía en los colegios católicos según su ideario. ¿Qué opina al respecto?
Creo que es como una victoria dentro de una batalla, pero aún queda mucha guerra. La aprobación del Ministerio de Educación es un gesto, pero no deja de ser esto: un gesto. No tocamos el tema de fondo. Los contenidos de la asignatura siguen siendo los mismos, los materiales recomendados siguen aún vigentes Este paso ha sido una pequeña concesión, como si con este gesto pretendieran cerrar las bocas de aquellos que están dispuestos a luchar contra el adoctrinamiento de los hijos por el Sr. Estado.
No pongo en duda que esta medida da un margen de libertad que era necesario. Sin embargo, hay que dejar claro que no existen ciudadanos de primera y de segunda. No existen individuos liberados y otros adoctrinados. Una cosa es la libertad de conciencia, y otra distinta la libertad de las conciencias. El Estado tiene sus límites, y cuando los sobrepasa entra en un terreno muy pantanoso.
No está de más recordar lo que ocurrió durante el socialismo de Felipe González, que prometió respetar la identidad a través de los conciertos con la LODE y la LOGSE. Años después, y coincidiendo con un progresismo religioso dentro de la Iglesia, muchos colegios católicos concertados lo que han perdido es la identidad y los centros.
La tarde del jueves Monseñor Cañizares afirmaba que este gesto es tan sólo una táctica del PSOE para desactivar la sociedad civil y no tener objeciones masivas en los concertados.
Sin embargo, seguirá siendo obligatoria para todos los alumnos y todos los centros
Este es el quid de la cuestión. El problema viene por dos direcciones: el contenido que se imparte y la ideología de quién lo imparte. Al fin y al cabo, si el MEC no hubiera cedido con este gesto, lo más probable es que en los centros católicos se hubiera adaptado la asignatura igualmente al ideario propio. De hecho algunas editoriales ya han sacado muestras de manuales para los alumnos de la asignatura, bajo una perspectiva cristiana.
Esto mismo puede ocurrir, por ejemplo, en otras asignaturas que ya se imparten de forma obligatoria. Si observamos la programación de Filosofía, Historia, Ciencias Naturales se prestan a darles un enfoque u otro dependiendo de la visión que el profesor tenga. No existen asignaturas neutras. Los alumnos son muy influenciables. Incluso a través de las mismas matemáticas, si se quiere, pueden transmitirse valores. Todo dependerá de la actitud del profesor.
La diferencia que existe con Educación para la Ciudadanía es que los contenidos vienen muy marcados por un adoctrinamiento que desde el Estado se quiere que se imparta.
¿Por qué el estado tiene que decidir en base a una ética parcial que esa, y sólo esa, es la ética universal? Es una nueva GNOSIS, en la cual se vuelve el legislador el intérprete autorizado y autoproclamado de la moral y de la educación de las conciencias de los más vulnerables: los niños y jóvenes. La metodología de los dilemas morales de la ESO no es neutra, responde a una idea kantiana de autoconstruirse porque no se cree que se pueda mostrar y transmitir la verdad ni el bien, por lo tanto hay que llegar a ellas por consenso democrático, politizando la educación.
Relativizar la realidad objetiva para absolutizar las opiniones subjetivas no deja de ser un dogmatismo a priori de quien impone obligatoriamente las reglas del juego en política educativa.
¿Podría convalidarse otra asignatura para quienes rechacen cursar Educación para la Ciudadanía?
Creo que debería convalidarse. Pero actualmente, según el plan de estudios vigente, esto no es posible. Una asignatura relacionada con la ética podría ser una buena solución.
De todas formas, no pienso que la solución esté en ofrecer una asignatura que sea alternativa a Ciudadanía, ya que el problema está en algunos de los contenidos que ofrece. Por lo tanto, la solución más viable, debe pasar por replantear lo que se pretende enseñar con ella.
La Comunidad de Madrid ha ofrecido convalidar la asignatura a quienes hagan objeción por horas de voluntariado. Este es un precedente que ya existe
La mayoría de las asociaciones educativas apoyan la objeción, no así FERE-CECA, ¿a qué cree que es debido?
Sus motivos tendrá FERE-CECA para no apoyar la objeción. Una asignatura que pretenda fomentar valores de tipo social no puede ser inconveniente. Pero Educación para la Ciudadanía pretende presentar como valores algunos conceptos que de ninguna forma lo son. Atentar contra la propia vida, por ejemplo, no solamente no será nunca un valor, sino que precisamente es todo lo contrario. De este modo lo que se consigue es engañar al individuo y atacar directamente a la propia especie.
Como decía antes, podemos aceptar la asignatura y adaptarla al propio ideario, omitiendo algunas ideas y puede servir incluso como excusa para transmitir valores verdaderos. Pero ésta no es la solución. Hay contenidos que no pueden ser tolerables.
La escuela siempre educa integralmente, en contenidos intelectuales, volitivo-afectivos y por tanto, comportamientos personales y sociales sujetos a una valoración moral. En educación no puede existir neutralidad eso serían puros actos reflejos y condicionados, carentes de dimensión humana.
Muchos padres y alumnos se están acogiendo a su derecho a objetar. ¿Tiene derecho el Estado a adoctrinar las conciencias?
El Estado no tiene ningún derecho a adoctrinar a las conciencias. Y si alguien aún no lo tiene claro, que repase Historia, y descubrirá que ésta fue la táctica llevada a cabo por personajes como Hitler y Stalin, sin ir más lejos.
Educación para la Ciudadanía es un instrumento de adoctrinamiento de niños, para hacer personas gregarias. Esto no es enriquecer al ser, sino todo lo contrario. Los padres son los que deben elegir cómo educar a los hijos. Por eso, el derecho a la objeción de conciencia es eso, un derecho, quizás no es graciable pero sí exigible. Y el Estado debe reconocerlo.
Cabe decir que mientras la Religión en las escuelas no es una materia evaluable ni obligatoria, Educación por la Ciudadanía es impuesta por la ley, y sin embargo ofrece unos contenidos sobre la ética antropológica en los que no todo el mundo está de acuerdo.
¿Deben impartirse en las escuelas valores o sólo derechos y deberes recogidos en la Constitución y los Tratados Internacionales?
Los valores deben impartirse en las escuelas. Porque en ellas no solamente se enseña, sino que además se forman personas. Y los valores forman parte de la integridad personal. Los profesores actúan de forma continua, dentro y fuera de su asignatura, en este proceso de formación de los alumnos: respetar el turno de palabra, aprender a convivir, trabajar en equipo sin la necesidad de una asignatura concreta que les obligue a hacerlo. Es verdad que quizás hacía falta concretar estos contenidos en una asignatura evaluable. De acuerdo, pero que no nos presenten como un tipo de valor, conceptos que atacan directamente a la persona.. Eso no tiene lógica.
Las personas y las familias son previas a las legislaciones y las políticas de turno, por tanto no pueden ir contra ellas, ni fragmentarlas en sólo ciudadanos, pues se parcializa las dimensiones naturales de todo hombre.
¿Qué opina del recientemente publicado Manual del Profesor con el título Convivencia en los Centros Educativos donde se recoge la enseñanza sobre la identidad sexual, uno de los temas más polémicos de la asignatura?
La identidad sexual, aborto, la familia han originado la polémica surgida. Bajo mi opinión este manual no está bien fundamentado, porque ofrece una visión parcial y discriminatoria. ¡Sí! Porque después de tanto escuchar el respeto que se merecen los homosexuales, que se lo merecen por ser personas, hemos entrado en una situación social donde lo que se está discriminando es a la familia (entendida como núcleo de padre y madre con hijos). Primero se la distinguió llamándola tradicional, como si fuera algo retrógrado y del pasado, y ahora casi hemos caído en una familiofobia.
La perpetuidad de la especie pasa por la unión entre varón y hembra, esto es lo natural. Todo lo demás llámese de otra manera, pero no familia.
El objetivo de destruir la identidad sexual (código Civil y Teoría del Género en EpC), es pulverizar la heterosexualidad para que no exista lo masculino-femenino, y así dejará de existir la familia
¿Cree que la gente está bien informada sobre lo que está sucediendo con esta asignatura?
La gente percibe algo, pero no conoce con exactitud el problema. Poco a poco van saliendo a la luz nuevas noticias. Un ejemplo de ello es el libro de Alí Babá y los 40 maricones, un cómic de carácter pornográfico sobre la homosexualidad que se incluye entre los libros recomendados para los profesores de la asignatura. Sin embargo, navegando por la página del MEC, no he encontrado ningún material que hable del valor de la familia a la que llaman tradicional.
¿Por qué considera importante los valores cristianos? ¿Cree que se están discriminando en la actualidad?
Porque los valores cristianos se fundamentan en la persona, y en la propia ley natural. Separando la práctica religiosa y la creencia hacia un ser supremo, el cristianismo ofrece valores como el respeto, la tolerancia, el valor del individuo, etc que son consubstanciales a la propia vida humana.
Es evidente que existe una discriminación hacia todo lo que suene a religión. En lugar de aprovechar la parte positiva que tiene en sí, se la ataca confundiendo a las personas para infundir otro tipo de cualidades que se alejan notablemente de lo que es la dignidad humana.
Los padres no podemos callar, porque sería una forma de ceder. Hay que seguir luchando para exigir que se nos reconozcan nuestros derechos.