La Razón, 12.XI.2003
Acaba de llegarme un
nuevo libro de Pío Moa —«Contra la mentira»— recopilación de artículos suyos
relacionados con los nacionalismos, la izquierda y la guerra civil. Lo he leído
en el curso de una mañana y debo decir que su contenido resulta excelente. Hace
años en una conversación mantenida con Larry Swingle, éste me insistió en que el
oficio de historiador, en buena medida, se reducía a conocer bien las fuentes.
Swingle, autor de una magnífica biografía de George Fox, sabía, desde luego, lo
que se decía. Los verdaderos historiadores, los que realizan aportes relevantes
a la historiografía nunca son políticamente correctos —fundamentalmente porque
la Historia no lo es— nunca se convierten en guardianes de un supuesto fuego
sagrado de contenido político y tampoco cuentan siempre con puestos en las
universidades. Sin embargo, siempre conocen muy bien las fuentes.
Ese conocimiento de las fuentes españolas es el que ha impedido a los adversarios de Moa refutarlo y también el que les impide aceptar un enfrentamiento con él ya que los expondría al ridículo público. Recientemente, supe que uno de ellos intentaba justificar su negativa a discutir con Moa alegando que, en el pasado, había sido un terrorista. Pobre excusa teniendo en cuenta que la persona en cuestión es partidaria de la negociación con Eta y defensora encarnizada de las tesis del PNV. Eso sí, su conocimiento de las fuentes historiográficas de la segunda república, a pesar de lo que él afirma, es más bien escaso. Estoy convencido de que llegará un día en que causará sonrojo el ver lo que sobre la guerra civil y la segunda república han escrito no pocos amparándose en columnas de prensa o cátedras universitarias. Para entonces, la guerra de 1936-39 habrá dejado de ser un argumento electoral (¡a Dios gracias!) y se habrá convertido en un objeto de análisis serio e imparcial con cuyo estudio los españoles sabrán cómo las utopías que hundieron la monarquía parlamentaria desencadenaron una revolución en 1934 y 1936 que provocó, para contenerla, una reacción armada de signo contrario. Cuando así sea, habrá que agradecer a Moa el haber sido uno de los que señaló ese camino de sensatez.
El autor es doctor en Historia (premio extraordinario de fin de carrera), en Teología y en Filosofía (ambos doctorados obtenidos en Estados Unidos) y licenciado en Derecho. Ha enseñado en distintas universidades de Europa y América y es miembro de prestigiosas entidades académicas, entre las que se cuentan la Society of Oriental Research o el Oriental Institute of Chicago. Autor de 86 libros, ha sido traducido a una docena de lenguas, entre ellas el ruso, el polaco y el georgiano. Galardonado por su labor en defensa de los derechos humanos, sus obras históricas más recientes incluyen: Las brigadas internacionales (1998), Diccionario histórico del cristianismo (1999), Breve historia global del siglo XX (1999) y Enigmas históricos al descubierto (2002). De su última obra narrativa cabe señalar Las cinco llaves de lo desconocido (1998), Hawaii 1898 (1999), El caballo que aprendió a volar (1999) y La mandrágora de las doce lunas (2000), premio de la Crítica a la mejor novela histórica . Ganador de la primera edición del Premio Las Luces de Biografía 2002 con la Biografía de Abraham Lincoln .También ha publicado: El médico de Sefarad. Defensor infatigable de los derechos humanos, ha sido distinguido con el Premio Humanismo de la Fundación Hebraica (1996) y ha recibido el reconocimiento de organizaciones como Yad-Vashem, Supervivientes del Holocausto (Venezuela), ORT (México) o Jóvenes Contra la Intolerancia. Ganador del Premio Espiritualidad 2004 con la obra El testamento del pescador.