En vida, san Josemaría ayudó a muchas personas a encontrar a Jesucristo en medio de los problemas, ilusiones, dolores y alegrías de la vida cotidiana. Con todo, decía: “Desde el Cielo os podré ayudar mejor”. Ahora, se ha publicado el libro ‘Favores que pedimos a los santos’ (Ed. Palabra), que recoge 200 favores -algunos sorprendentes, otros muy domésticos- que el fundador del Opus Dei ha prestado a quienes acudieron a su intercesión.
“Hace cuatro años, y debido a una miopía muy aguda, perdí mucha vista. No podía leer y apenas escribir. Me pusieron un tratamiento, pero según los doctores poco iba a conseguir. Un día encontré una estampa del beato Josemaría, con una letra muy pequeña. Le rogué que me ayudara a recobrar algo de vista y poder leer su oración. Poco a poco fui recuperando vista. Hoy leo, escribo y me defiendo muy bien. Los médicos no se lo explican. Yo sí, sé que se lo debo a mi buen beato, que siempre me escucha”.
Éste es uno de los 200 favores que san Josemaría ha prestado a personas de los cinco continentes. Flavio Capucci, sacerdote que coordinó el minucioso estudio de la vida de san Josemaría en su proceso de canonización, ha reunido en un volumen algunos de los favores más representativos que el Fundador del Opus Dei ha otorgado desde el Cielo.
Los breves relatos los escriben los propios beneficiados: algunos son del Opus Dei; la mayoría, no. Unos son religiosos de clausura; otros, no cristianos. Unos reconocen acudir con frecuencia a san Josemaría; otros admiten haberse topado con el santo en circunstancias adversas. Todos, en cualquier caso, agradecen al Fundador de la Obra que haya intercedido por ellos ante Dios.
Padres que han rescatado a sus hijos de las drogas, personas que han logrado vencer a un tumor, trabajadores que han salido del paro, víctimas de un secuestro o personas que han reencontrado la fe cuentan brevemente el trato de favor que han recibido del Cielo.
Pero no todos los favores son extraordinarios. Muchos se refieren a contrariedades que surgen en el día a día, favores “de andar por casa”: hallazgo de una cartera perdida, donaciones de dinero providenciales, funcionamiento de una impresora estropeada... Estos favores “normales” son la mayoría. De esta manera, Dios hace sentir al hombre que está a su lado en las circunstancias ordinarias, en los problemas cotidianos.
Mons. Joaquín Alonso afirma en el prólogo que “lo más interesante [de los favores de san Josemaría] es que si intercede para que una chica encuentre la lentilla que perdió en el autobús, toca, a la vez, ese corazón para que dé entrada a Jesucristo”.
Mons. Alonso, que trabajó muchos años junto al santo, dice que esos favores “son la envoltura de una llamada de Dios al alma. Los santos son las manos de las que se vale Jesucristo para ayudarnos”. En su caso, san Josemaría “no se limita a resolver un problema, sino que deja también una luz, un fruto espiritual en quienes lo invocan”.
‘Favores que pedimos a los santos’ (Ed. Palabra). Flavio Capucci. Pág. 299. Mayo, 2003.