13/4/98.-
El profesor judío Pinchas Lapide, que fue cónsul de Israel en Milán y
director del servicio de prensa del gobierno israelí, es uno de los
investigadores que han estudiado la actitud de Pío XII respecto a los judíos.
Cuando se desencadenó la polémica a raíz de la publicación en 1963 de la
obra de Rolf Hochhuth, El Vicario, Pinchas Lapide saltó a la palestra con su
libro Roma y los judíos (2). Poco antes de su fallecimiento en 1997 y con
motivo de la reedición del libro, hizo unas declaraciones, junto con su mujer
Ruth, historiadora y experta en judaísmo, a la revista alemana PUR-Magazin
(mayo 1997).
Lapide destaca allí que "Hochhuth no disponía
de nuevas fuentes que no fuesen ya conocidas por otros historiadores. Con su
mezcla de verdad y ficción confundió a la gente y creó prejuicios injustos
contra el Papa". Los reproches a Pío XII son "una simplificación y
en parte calumnias".
En la persecución de los judíos se suele plantear
la cuestión de hasta qué punto los siglos de antijudaísmo influyeron en la
falta de reacción de muchos ante el Holocausto. Lapide señala, por su parte,
el caldo de cultivo de las acusaciones de Hochhuth: "Detrás del
pensamiento de Hochhuth hay más de 500 años de antipapismo". De este
modo, "el libro de Hochhuth es una especie de caricatura hecha por un
protestante, más o menos practicante, a partir de lo que siempre le han contado
de lo que son los Papas".
En la entrevista, Lapide recuerda que Pío XII,
cuando todavía era el nuncio Pacelli en Múnich, había contribuido durante la
Primera Guerra Mundial a salvar judíos en Palestina. En 1917, el turco Dachomal-Pascha
había planeado una masacre de los judíos en Palestina, como se había hecho
con los armenios. El asunto llegó a conocimiento de Mons. Pacelli, quien habló
con las autoridades de Múnich para que intervinieran en Berlín en favor de los
judíos. Entonces los alemanes tenían estrechas relaciones con los musulmanes
otomanos. Las instrucciones pertinentes llegaron al general alemán Von
Valkenhayn en Jerusalén, y así se pudo evitar la masacre.
Y durante la II Guerra Mundial, ¿hizo mucho Pío XII
por los judíos? "Sí -responde Lapide-. En cualquier caso, más que
cualquier otra iglesia cristiana o institución de la Europa de entonces, ya sea
del Este o del Oeste". Su mujer Ruth corrobora: "Las Iglesias evangélicas,
el Comité Internacional de la Cruz Roja, hicieron infinitamente menos de lo que
hizo Roma para salvar judíos".
Lapide apostilla que también de Pío XII se puede
decir que podría haber hecho más. Pero las graves acusaciones contra él son
"calumnias". Lapide recuerda que, poco antes de la Navidad de 1944,
estuvo más de una hora con Pío XII. Entre otras cosas, le dijo: "Señor
Lapide, estoy seguro de que en el futuro se pensará que yo podía haber hecho más,
y claro que podía haberlo hecho. Pero lo que he hecho por salvar judíos, es
una realidad".
Así lo reconocieron los judíos nada más acabar la
guerra y después. De hecho, Lapide manifiesta que escribió su obra "a
partir de citas de judíos y de testimonios de víctimas que se salvaron: mis
pruebas son de los que sufrieron y están por encima de cualquier
sospecha". Y advierte que la crítica judía contra Pío XII no comenzó
hasta la publicación de la obra de Hochhuth.
Al acabar la guerra y hasta la muerte de Pío XII,
las organizaciones y personalidades judías sólo tuvieron palabras de elogio
para la actuación del Papa. El documento ahora publicado por la Santa Sede
recuerda en una nota algunos testimonios de judíos que vivieron personalmente
el Holocausto.
Agradecimientos
al acabar la guerra
Por ejemplo, el 7 de septiembre de 1945, Giuseppe
Nathan, comisario de la Unión de Comunidades Judías Italianas, declaraba su
"homenaje de agradecimiento al Sumo Pontífice, a los religiosos y a las
religiosas que, siguiendo las directrices del Papa, no han visto en los
perseguidos más que hermanos, y con valor y abnegación han realizado una acción
inteligente y eficaz para socorrernos, a pesar de los gravísimos peligros a los
que se exponían". El 21 de septiembre de 1945, Pío XII recibió en
audiencia a Leo Kubowitzki, secretario general del Congreso Judío Mundial,
quien le manifestó su "más sentido agradecimiento por la acción
realizada por la Iglesia católica a favor del pueblo judío en toda Europa
durante la guerra".
A la muerte de Pío XII en 1958, Golda Meir, entonces
ministra de Asuntos Exteriores de Israel, envió un elocuente mensaje:
"Compartimos el dolor de la humanidad... Cuando el terrible martirio se
abatió sobre nuestro pueblo, la voz del Papa se elevó en favor de las víctimas".
Junto a estos testimonios mencionados en el
documento, es significativo que, al acabar la guerra, el gran rabino de Roma,
Israel Zolli, se convirtiera al catolicismo, al igual que su esposa, y tomara el
nombre de pila del Papa, Eugenio, en señal de gratitud.
La actitud de la Iglesia en Alemania impresionó a
Albert Einstein, que escribió en The Tablet de Londres: "Sólo la Iglesia
se pronunció claramente contra la campaña hitleriana que suprimía la
libertad. Hasta entonces, la Iglesia nunca había llamado mi atención, pero hoy
expreso mi admiración y mi profundo aprecio por esta Iglesia que, sola, tuvo el
valor de luchar por las libertades morales y espirituales".
(1)
Actes et Documents du Saint-Siège relatifs à la Seconde Guerre mondiale.
Libreria Editrice Vaticana. 12 tomos (1965-1981).
(2) Rom und die Juden, Hesse, Fuldabrück (1997).
© Aceprensa, 49/98