No tienen vino
Jesús, ¡que no tienen vino!
le dice María al Señor,
con mirada azul de cielo.
Jesús responde: No, aún no...
Las miradas se entrecruzan,
el no se transforma en sí.
Lo que Tú quieras. ¡Venid!
Y surge vino abundante.
Yo tampoco tengo vino,
ni pincel,
ni caballete,
ni luminosas ideas,
ni manos,
ni pies,
ni nada.
No tengo nada,
soy la nada...
¡Mírame...!
María mira a Jesús.
Jesús se gira hacia mí,
y dice que ¡Sí: él también!
Y aparecen arcos iris,
revestidos de cristal,
ojos,
manos,
fondos,
escorzos,
luces,
arte,
belleza de manantial
con mano que pinta santo
como el vino de Caná
Luces y sombras
Por delante de tu sombra
te vi correr ¡Insensato!
pretendías separar
tu luz de oscura tiniebla,
tu gozo del duro dolor,
tu vida de la triste muerte,
el éxito del fracaso.
Y corrías, corrías...
hasta que...exhausto, paraste.
Era de noche.
Miraste y viste, ¡qué sorpresa!
que la sombra no te sigue,
pues es de noche.
Miras y ves en lo oscuro,
pues la luna semillena
ilumina tu tiniebla
al ser reflejo del Sol,
que te llama, desde lejos,
a vivir en pleno día,
sin miedos y sin temores,
sin desalientos, con sombra.
Hasta que alcances ¡valiente!
la Luz sin sombra del Día.
Mi mejor yo
¿Qué veo dentro de mí?
Veo tormentas de tierra,
Veo rayos, veo soles,
Calmas, praderas y ríos,
Y también veo maleza,
¿por qué se dirá maleza?
Si atravieso por la selva
Veo algo, más bien alguien,
¿Seré yo?
Sí y no
¡qué confusión!
Soy mi yo,
Más algo más,
Y no sé cómo es así.
Esta el Yo del Padre Amante,
El Yo del Hijo, mi Amado,
El Yo del Espíritu Amor,
Y mi yo, que solo es nada.
Quiero que llegue a ser Tú,
Y me convierta
En buen padre,
En buen hijo,
En amador sin medida.
¿Serás Tú mi mejor yo?
6 XI. 2002