Y lo ha hecho de tres maneras:
La primera, grabándolos en nuestro corazón. Por eso, todos los niños saben, antes de que nadie se lo diga, que mentir es cosa mala, que robar también lo es, y, que en cambio, obedecer a los padres, es cosa muy buena.
La segunda fue por medio de Moisés, en el monte Sinaí. Dios habló a su pueblo entre truenos y relámpagos y le dio los Mandamientos. Después, para que nunca los olvidasen, se los dio escritos a Moisés en dos grandes tablas de piedra.
Y la tercera por medio de Jesucristo. Un día se le acercó un joven a Jesús y le dijo: ¿Qué debo hacer para conseguir la vida eterna? Jesús le respondió: Si quieres entrar en el cielo, guarda los Mandamientos.
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