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Dirección: Yann Demange. País: Reino Unido.Año: 2014. Duración: 99 min. Género: Thriller, bélico.Interpretación: Jack O’Connell (Gary Hook), Paul Anderson (Sargento Leslie Lewis), Richard Dormer (Eamon), Sam Reid (Armitage), Sean Harris (Capitán Browning), Charlie Murphy (Brigid). Guion: Gregory Burke. Producción: Angus Lamont y Robin Gutch. Música: David Holmes. Fotografía: Anthony Radcliffe. Montaje: Chris Wyatt. Diseño de producción: Chris Oddy. Vestuario: Jane Petrie. Distribuidora: Vértigo Films. Estreno en España: 23 Enero 2015.
Reseña:
Tras una dilatada carrera televisiva y dirigir varios cortos, el inglés Yann Demange debuta brillantemente en el largometraje para el cine con esta angustiosa recreación histórica, que ganó, entre otros muchos galardones y nominaciones, el Premio del Jurado Ecuménico en la Berlinale 2014. Se trata de un intensísimo thriller político-social, que recuerda por su sólido hiperrealismo a películas como ‘En el nombre del padre’, del dublinés Jim Sheridan, o ‘Bloody Sunday’, del inglés Paul Greengrass.
Belfast, 1971, en plena guerra callejera entre protestantes y católicos. Durante su primera misión, un joven soldado inglés es abandonado accidentalmente por su unidad durante unos disturbios. Incapaz de distinguir entre amigos y enemigos, y cada vez más desconfiado de sus propios compañeros, el inexperto recluta intentará sobrevivir toda la noche y encontrar el camino de vuelta a su base a través de un paisaje urbano desconcertante, enrarecido y mortalmente peligroso.
Lo que más impacta de esta película es la cercanía con que sigue a la acción y la eficacísima sobriedad con que Demange resuelve todas las situaciones. Eso, desplegado con un tempo ágil e introspectivo a la vez, sumerge al espectador en la agitada Belfast de 1971, un año especialmente cruento. Estas cualidades narrativas se refuerzan con unas interpretaciones muy veraces —sobre todo de Jack O’Connell, el protagonista de ‘Invencible’—, que reflejan nítidamente los elogiables esfuerzos del guion por calar en las almas de los personajes sin caer en las trampas del maniqueísmo, el efectismo emocional o la manipulación ideológica.
En este sentido, Demange se muestra ponderado en su reparto de elogios y críticas a uno y otro bando, logrando así su propósito de mostrar el sinsentido de la violencia como medio para defender las propias convicciones, sean políticas, religiosas, sociales o futbolísticas. Pues esa violencia engendra más violencia, hace perder el sentido de la dignidad de cada vida humana, y enquista en las personas, grupos y países un odio irracional, muy difícil de erradicar, entre otras cosas porque acaba siendo de todos contra todos. (Cope J.J.M./Almudí JD)