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La duda

La duda

Doubt
  • Público apropiado: Adultos
  • Valoración moral: Con inconvenientes
  • Año: 2009
  • Dirección: John Patrick Shanley
Contenidos  F (calumnia, difamación, visión estereotipada de la Iglesia Católica)

Reseña:

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Dirección: John Patrick Shanley
Intérpretes: Meryl Streep, Philip Seymour Hoffman, Amy Adams, Viola Davis, Alice Drummond, Audrie J. Neenan.
Argumento: John Patrick Shanley (Obra de teatro)
Guión: John Patrick Shanley
Música: Howard Shore
Fotografía: Roger Deakins
Distribuye en Cine: Walt Disney
Duración: 104 min.
Género: Drama, Thriller

Sospecha 

    El guionista y escritor neoyorkino John Patrick Shanley escribe y dirige La duda (Doubt), a partir de una también suya obra de teatro. La película obtuvo 5 nominaciones a los Globos de Oro, aunque finalmente no se llevó ninguno. 

    El argumento se desarrolla en San Nicolás, una escuela católica del Bronx neoyorkino, lugar de nacimiento del propio cineasta. Una pequeña comunidad de monjas regenta el colegio, cuyo capellán es el campechano padre Flynn, interpretado por un soberbio Philip Seymour Hoffman. 

    La directora, la Hermana Aloysius (Meryl Streep), no congenia con el sacerdote, que se le antoja demasiado moderno (fuma, le gusta el dulce, lleva las uñas demasiado crecidas, juega al baloncesto con los alumnos...) En el colegio acaba de ingresar el primer chico negro, Donald Miller, y tiene problemas de integración. El sacerdote, en el ejercicio de su ministerio, se vuelca con él, le hace monaguillo para cuidarlo más de cerca, y el chaval se plantea incluso su vocación al sacerdocio. 

    Esta bella relación se resquebraja cuando la Hermana Aloysius acusa al sacerdote de mantener una relación ilícita e inmoral con el niño. La Hermana James (Amy Adams) será un testigo noble e inocente, que hará las veces del tribunal objetivo de la conciencia. Comienza un duelo moral entre ambos que les cambiará la vida para siempre.

Tentaciones contra la fe 

    La película, al igual que La calumnia (W. Wyler, 1961) o Expiación (Joe Wright, 2007), trata de las consecuencias morales de la calumnia, la difamación o la simple murmuración. Lo que convierte en especialmente complejo este drama moral es que la víctima es un sacerdote y la acusadora es la directora de un colegio católico de religiosas. 

    Ambientada en los años del Concilio, el sacerdote representa cierto aggiornamento, una búsqueda nada extravagante de nuevas fórmulas pastorales más cercanas a los fieles, un deseo de aire fresco. 

    La religiosa encarna la visión de un formalismo extremo concebido como virtud. La tentación del primero es el buenismo, y de la segunda, el moralismo. Ambas tendencias, que efectivamente se han dado en el postconcilio, se acaban irremediablemente cimentando y construyendo en perjuicio de la fe. 

    En el film, sin embargo, estas tentaciones no son simétricas: en el padre Flynn nunca llega a aflorar una disolución de la fe en aras de la solidaridad, el cristianismo anónimo o una genérica apertura a la modernidad; en la Hermana Aloysius, por el contrario, se han subrayado en exceso sus rasgos de rigidez e intransigencia. Y ese desequilibrio es un defecto de la película. 

    Por ejemplo, la escena en que la Hermana Aloysius hace comer a la Hermana James un trozo de carne que se acaba de sacar de la boca está calcada de una de las escenas más histriónicas de El muro, de Alan Parker. Y está demasiado enfatizada la escena en la que ella afirma a gritos que descenderá al infierno si hace falta para arruinarle la vida al sacerdote. 

    También, en un recurso que recuerda al utilizado por Bergman en Fanny y Alexander, ese montaje paralelo entre la comida de los sacerdotes -llena de risas y sano alcohol- y la de las religiosas -con un frío silencio y la mirada vigilante y reprobadora de la Hermana Aloysius- es exageradamente elocuente. 

    La película sólo puede funcionar desde una deliberada ambigüedad que pueda inducir la duda también en el espectador, aunque éste siempre se ve impelido a creer la versión del sacerdote, sencillamente porque es el personaje más atractivo con el que identificarse. Sin embargo, posiblemente lo más interesante es lo que representa el personaje de la Hermana James. 

    Ella sigue fielmente la disciplina marcada por su superiora, hasta el punto de convertirse en la primera en levantar sospechas sobre el capellán. Pero en cuanto adquiere la certeza moral de su inocencia, no dudará en hacer frente a la Hermana Aloysius, sin dejar nunca de reconocer su autoridad y sin faltar a la lealtad debida a su regla de obediencia. 

    Ella encarna la inocencia, la justicia y la misericordia. Y es que la misericordia y la compasión, junto con la intolerancia, son algunos de los grandes temas del film. De hecho, la película acaba con el canto Ubi Caritas, que elogia la dimensión divina del amor. 

    El director aprovecha para meter, eso sí, de forma discreta, los temas-peaje de nuestro tiempo: Iglesia y homosexualidad, pedofilia, mujer y jerarquía eclesial... Pero lo hace de un modo suficientemente distanciado de la demagogia y del maniqueísmo de moda. 

    En fin, una película interesante, ciertamente teatral, imperfecta, pero que tiene la gran virtud de no sucumbir al sensacionalismo que una historia así podría fácilmente suscitar. (Alfa y Omega JO/ Almudí FVM y JMP)

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